Ayudaban
al farmacéutico en sus funciones.Además; se encargaban del
mantenimiento de los utensilios de la farmacia y de la buena conservación del
medicamento, sobre todo. Conocidos también por mancebos, cuando aún no habían
obtenido la titulación, y en muchas ocasiones eran meritorios o
supernumerarios, persiguiendo la obtención del título profesional. Mucho
procedían de familias de mancebos que habían aprendido muchas técnicas de
elaborado; porque la farmacia, como la medicina; es ciencia y es arte. Y quién
sabe si en el Hospital de San Carlos hubo descendientes de aquellos
profesionales de la botica del Hospital de Marina y Colegio de Cirugía que
fundara el emblemático Cirujano Mayor de la Armada; Pedro Virgili, en la ciudad
de Cádiz. Habría también mozos para la limpieza de los utensilios y orden del
medicamento, desapareciendo con la llegada de los nuevos preparados la figura
del hierbero que era el encargado de cuidar el huerto donde se cultivaban las
plantas medicinales y viajar a distintos lugares para recoger algunas plantas.
En 13 de noviembre de 1881 se dicta una serie de normas con el fin de proveer
las plazas de practicantes de farmacia de los hospitales de marina. Se dispone
que los practicantes particulares de farmacia ya existentes en los hospitales
departamentales y apostaderos marítimos, continúen desempeñando dicho cargo, si
son del agrado de sus jefes naturales. En adelante no se admitirán más individuos
de su clase y procedencia; cuyas plazas deben amortizarse. Se asignan nuevas
plazas de Practicante de Farmacia cuando surja una vacante en el destino o se
produjera un aumento de las atenciones del servicio. El nombramiento recaerá en
aquellos practicantes de la Armada más idóneos a juicio de los inspectores de
Sanidad y farmacéuticos de los departamentos y apostaderos. Se aumentará la
plantilla de los practicantes de primera y segunda clase hasta el número de
cinco en cada una, y tres de los practicantes de primera clase que ha de
aumentarse; deben ser indígenas de Filipinas, y los dos restantes europeos.1
A pesar del vuelco que había
experimentado la ciencia farmacológica, los antiguos tratados se seguían
manteniendo y en España todavía existía como referencia en muchas farmacias, la
Farmacopea Matritense que se había divulgado por primera vez en 1739 y se había
implantado en nuestro país su uso obligatorio. En su capítulo primero define a
la farmacia como el arte de escoger, preparar y mezclar los medicamentos y se
puede dividir en galénica y química. Habían surgido también las farmacopeas
hispanas, utilizando el sistema métrico decimal de pesas y medidas,
sustituyendo al grecorromano y de la que se hicieron varias ediciones desde 1794 a 1817.2 En los
hospitales de marina se había tomado como referencia la Pharmacopea de la
Armada de Leandro de Vega, de 1759, y el "Formulario medicinal de embarco para uso de los cirujanos de la Armada durante la navegación", cuyos autores fueron el protomédico José Selvarresa y el cirujano mayor Francisco Canivell, en 1789.3 En Francia, se había tomado como referencia el Formulario farmacéutico
para uso en hospitales militares de la República que en 1798 había publicado el
jefe de farmacia del Hospital de Marina de Rochefort; Jean Baptiste
Bobe-Moreau.
Pedro María González, en su obra: “Tratado de las enfermedades de
la gente de mar" en su último capítulo
lo dedica a tratar del estado de las medicinas con que pueden dotarse los navíos,
arreglados a cien hombres de tripulación. Al avanzar el siglo, se van
modificando los conceptos y se van a ir clasificando los medicamentos siguiendo
su especie. De esta forma, tendremos: Plantas, bebidas, animales y productos,
minerales, hierbas, flores, frutos, granos, raíces, cortezas, gomas, resinas y bálsamos,
leños, jugos, lactíferos, vinos y aguardientes, aguas destiladas, alcoholes,
sales y medicamentos en distintas composiciones; como extractos, emplastos,
conservas, ungüentos, etc.
La Armada en 1847, establece un reglamento de aquellos medicamentos que debían embarcarse y clasificados de la siguiente manera: “Jaraves” y mieles, extractos, estructuarios, píldoras, sales y óxidos, ácidos y álcalis, alcoholes y éteres, tinturas alcohólicas y vinosal, polvos simples y compuestos, aceites, ungüentos, emplastos, esencias y medicamentos simples. De esta forma, encontraremos preparados históricos, como: los extractos de valeriana, de opio y belladona. El bicarbonato de sosa, carbonato de potasa, sulfato de magnesio, sulfato de quinina, acetato de morfina. Ácidos: Sulfúrico, cítrico, tartárico. Amoniaco liquido. Alcoholes de romero y de canela, éter sulfúrico. Landano liquido. Polvos de goma “araviga”, de azafrán, de quina, de ruibarbo, polvos compuestos a partes iguales de astringentes y goma tragacanto. El ungüento de mercurio o la pomada sulfurosa; compuesta de dos partes de manteca y una de azufre. Los emplastos confortativo y aglutinante. La esencia de trementina. Junto a ellos; zarzaparrilla, tabaco, flores de árnica, manzanilla, tila y violeta, cebada, almendras dulces, almidón, alcanfor, esponjas; fina y preparada, etc.4
La Armada en 1847, establece un reglamento de aquellos medicamentos que debían embarcarse y clasificados de la siguiente manera: “Jaraves” y mieles, extractos, estructuarios, píldoras, sales y óxidos, ácidos y álcalis, alcoholes y éteres, tinturas alcohólicas y vinosal, polvos simples y compuestos, aceites, ungüentos, emplastos, esencias y medicamentos simples. De esta forma, encontraremos preparados históricos, como: los extractos de valeriana, de opio y belladona. El bicarbonato de sosa, carbonato de potasa, sulfato de magnesio, sulfato de quinina, acetato de morfina. Ácidos: Sulfúrico, cítrico, tartárico. Amoniaco liquido. Alcoholes de romero y de canela, éter sulfúrico. Landano liquido. Polvos de goma “araviga”, de azafrán, de quina, de ruibarbo, polvos compuestos a partes iguales de astringentes y goma tragacanto. El ungüento de mercurio o la pomada sulfurosa; compuesta de dos partes de manteca y una de azufre. Los emplastos confortativo y aglutinante. La esencia de trementina. Junto a ellos; zarzaparrilla, tabaco, flores de árnica, manzanilla, tila y violeta, cebada, almendras dulces, almidón, alcanfor, esponjas; fina y preparada, etc.4
NOTAS.
1). Martínez
Cerro, pp. 108-109.
2). García-Cubillana de la Cruz, p. 230.
2). García-Cubillana de la Cruz, p. 230.
3). Gracia Rivas, p. 210.
4). Redondo y Pozuelo, pp. 260-267.
*). Roca Núñez et al, pp.78-80.
BIBLIOGRAFÍA
GARCÍA-Cubillana de la Cruz, J. M. El Hospital de San José (1767-1956) de la Isla de León. Publicaciones del Sur Editores. Sevilla, 2011.
Gracia Rivas, M. La Sanidad Naval española. Historia y evolución. E. N. Bazán. Barcelona, 1995.
Martínez Cerro, M. El Servicio Farmacéutico de la Armada. Su vinculación histórica y aportación a la vida hospitalaria (1814-1936). Editorial Naval. Madrid, 1990.
Redondo, F. J. Pozuelo, A. La
ciencia médica de la Armada española del siglo XIX. Aula médica. Madrid,
2008.
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martínez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martínez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.
Frascos para guardar medicamentos del antiguo Hospital de Marina de San Carlos. Estuvieron, como recuerdo, en la Farmacia del Hospital de la Defensa de San Carlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario