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lunes, 20 de mayo de 2019

LOS FARMACÉUTICOS DE LA ARMADA ESPAÑOLA A FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX.



Cuando en el Real Hospital de Marina en Cádiz aparecen los boticarios, a pesar de que no hay una organización militar definida en ellos, si existe una jerarquía, y a las órdenes del Inspector de medicinas estarán: el boticario mayor, boticario, practicante de botica y mozo de botica. Todos tienen unas obligaciones señaladas. La botica elaborará las medicinas destinadas al Hospital de Marina y además abastecerá a los buques y dependencias de la Armada. Pronto, entre el personal auxiliar aparece una especialización para la elaboración del medicamento y su aplicación. Los tisaneros están al cuidado de las tisanas y cocimientos. Los topiqueros aplican aceites, fomentos y cataplasmas. Los untureros para las unturas ordinarias y venéreas. Los clistereros para los clisteres, muy empleados como lavativas y purgatorios durante mucho tiempo. Este personal también realizaba labor de limpieza de la botica y montaban guardias nocturnas.1 
Conforme avanza este siglo XIX, con la aparición de una medicina y una farmacopea más científica, en un abrir y cerrar de ojos el panorama cambia ostensiblemente. El boticario pasa a llamarse farmacéutico y la botica se llamará farmacia. Este farmacéutico se encargará de la elaboración de los nuevos medicamentos, ayudado por el practicante de farmacia, y la administración medicamentosa correrá a cargo del practicante de cirugía que dependerá del jefe de la clínica y no de la farmacia. El farmacéutico es responsable de la elaboración, almacenamiento, reconocimiento y distribución de los medicamentos, para abastecer los hospitales y enfermerías de buques, arsenales, cuarteles y otras dependencias. También; impartirá clases a los practicantes de cirugía sobre la elaboración de los preparados más sencillos, así como se encargará de la formación del practicante de farmacia. Por lo tanto, cumplía con esta función docente que debía tener el Cuerpo de Sanidad. Respecto a la función pericial, es poco probable que estuviera implicado en ella, durante esta época, pues la gran aportación que tuvo en la toxicología algún farmacéutico, esta llegó bastante más tarde. 
En los hospitales departamentales había un farmacéutico primero como jefe de la farmacia y un farmacéutico segundo, auxiliar. En el hospital de Cañacao había solo un farmacéutico primero, mientras que en Fernando Póo nunca lo hubo y la farmacia estaba a cargo del practicante de farmacia, sometido al reglamento del hospital. En Cuba; probablemente los medicamentos estaban a cargo de los farmacéuticos del Ejército, destinados en sus hospitales, mientras que en las enfermerias de Marina del Arsenal y estaciones navales, serían los médicos y practicantes de la Armada los responsables. 
En los hospitales de Marina, el jefe de farmacia estaba a las órdenes directas del director del centro y la organización del régimen interior del destino la haría de acuerdo con el jefe de servicio. En cuanto a destinos en el cuerpo, dependían los farmacéuticos de la Dirección del Personal. Algunos farmacéuticos destacaron por su labor como es el caso del primer farmacéutico José Ruiz Moro, quien estuvo destinado en el Hospital de Cañacao en tiempos de la insurrección, en una zona enormemente peligrosa, sobre todo en los meses de septiembre y octubre de 1866, cuando tuvo que multiplicarse para atender a la elaboración de medicamentos con los que tenía que abastecer además del hospital, la enfermería del Arsenal de Cavite y la de numerosas estaciones navales y buques, pues sólo contaba con la ayuda de dos practicantes indígenas. El 27 de abril de 1898 le fue concedida la Cruz del Mérito Naval de primera clase con distintivo rojo tras los informes reservados hechos por el director del hospital, en donde resaltaba el celo, amor al servicio y valor, habiendo demostrado: “Serenidad y tranquilidad en los días azarosos que con motivo de la actual insurrección han transcurridos”. Ruiz Moro; en 1897 había pasado destinado al Hospital de San Carlos, siendo sustituido por el también farmacéutico primero Francisco Andrés  Serra, procedente de este hospital, el cual cesó en 1898 por padecer paludismo y anemia, pasando a eventualidades en San Fernando. Este mismo año se suprime la plaza de farmacéutico del Hospital de Cañacao.2
Por R.O. de 26 de julio de 1895 se aprobó el Reglamento de organización del Cuerpo, quedando como una sección del Cuerpo de Sanidad de la Armada. Adquiere de este modo un carácter político-militar, y con derecho al uso de uniforme y divisas. Al principio, la plantilla es muy corta pues solo cuenta con un farmacéutico mayor, cuatro primeros farmacéuticos y tres segundos farmacéuticos. No obstante, en los años sucesivos se irá ampliando.3  

NOTAS.
1). Galán Ahumada, pp. 337-391.
2). Martinez Cerro, pp. 175-177.
3). Vigón Sánchez, pp. 140.
*). Roca Núñez et al, pp. 77-78.

BIBLIOGRAFÍA.
Galán Ahumada, D. La Farmacia y la Botánica en el Hospital Real de Marina de Cádiz. Editorial Naval. Madrid, 1988.
Martínez Cerro, M. El Servicio Farmacéutico de la Armada. Su vinculación histórica y aportación a la vida hospitalaria (1814-1936). Editorial Naval. Madrid, 1990.
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martínez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.
Vigón SÁnchez, A. Mª. Guía del Archivo Museo D. Álvaro de Bazán. Viso del Marqués, 1985.




Evocación al recetario antiguo. Francisco Sillue Ramoneda. Laboratorios Knoll.



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