La localidad influye poderosamente en la parte moral
del hombre, mucho más todavía que el clima.
Hernández
Oñate
Desde muchos años anteriores ya se
había descubierto la importancia de las medidas higiénicas en los buques,
cuarteles y dependencias de la Armada. El emblemático profesor médico de la
Armada Pedro María Gonzáles Gutiérrez, escribió la conocida obra, titulada:
“Tratado de las enfermedades de la gente de mar”, en colaboración con su
compañero Francisco Flores Moreno. En ella hace referencia a los víveres de los
navegantes, atmósfera de los navíos, pasiones del alma, enfermedades como
escorbuto, disentería y fiebre amarilla, factores higiénicos como la higiene
ambiental. Aunque esta obra fue escrita a principios del siglo XIX, nos muestra
la preocupación de la sanidad naval en esta materia. Los médicos militares del
Ejército y de la Armada de todo el mundo, experimentan una gran preocupación
por estos temas que están presentes en la población en general. Surge un enorme
interés por la higiene ambiental, como lo demuestra la obra de Hernández Oñate,
publicada en 1889 y que se titula: “Topografía médica de Logroño”. En ella se
dice que la localidad influye en la parte moral del hombre más que el clima y existirán
diferencias entre el habitante de las montañas y el de las llanuras, sin
bosques ni ríos caudalosos. Cita Urteaga González que Blas Llanos, en su obra titulada: "Memoria sobre los medios de mejorar el clima de Madrid", habla del efecto beneficioso del arbolado
sobre el clima y la salud; porque los árboles purifican el ambiente y sanean el
suelo de sustancias nocivas, actuando como reguladores térmicos y evitando los
cambios bruscos de temperatura. Otro apartado corresponde a la higiene social,
afirmándose que algunos procesos patológicos pueden considerarse enfermedades
sociales debido a diversos factores como condiciones de trabajo, estado de la
vivienda, hábitos de vida, dolencias profesionales, accidentes laborales, y
condiciones del hábitat.
En 1880 se ha
experimentado un avance de la bacteriología y se avanza en los conocimientos sobre
el origen y difusión de las enfermedades infecciosas. Hay una afirmación
científica del origen microbiano de las epidemias. Se organizan congresos
internacionales de Higiene y Demografía. Se habla de la profilaxis de las
enfermedades transmisibles, climatología y topografías médicas, higiene urbana,
de la alimentación infantil, escolar, del trabajo, higiene militar y naval,
veterinaria, así como de arquitectura e ingeniería sanitaria. Comienza a
hablarse de la herencia y de los caracteres adquiridos transmisibles que dan
origen a malformaciones y enfermedades hereditarias. Surge de esta manera las
ideas darwinistas en cuanto a nociones de herencia e idea de la raza, con lo
que la influencia medioambiental queda relegada a un segundo plano.
A finales del siglo XIX y principios
del XX, siguiendo a los médicos de los ejércitos de Alemania, podemos hacer una
selección de los temas de máximo interés. Así, nos encontramos: Aire, regulación
del calor, alimentación y abastecimiento, higiene de la construcción,
abastecimiento de agua y eliminación de aguas residuales, alumbrado,
calefacción, ventilación, alojamientos militares, pabellones, enfermerías,
hospitales. Higiene personal, general y especial. Deambulación, ejercicios y marchas.
Deportes. Higiene de las distintas unidades; regimientos, naval, tropical.
Higiene psíquica. Se clasifican las enfermedades en no infecciosas y en
infecciosas. A las primeras, corresponden: acaloramientos, geladuras,
traumatismos, lesiones articulares e higiene del alcohol y del tabaco. En
cuanto a las segundas, preocupan: tuberculosis, disentería, viruela, tétanos,
gangrena gaseosa, fiebres intermitentes y otras. Se hace referencia a la
criminalidad y a la disminución de la capacidad para el trabajo por diversos
factores. Preocupa la toxicología, hablándose ya en esta época de las
sustancias nocivas del humo del tabaco y de la acción perniciosa de la nicotina
con poder excitante sobre el sistema nervioso, siendo tetanizante de la
musculatura de fibra lisa.
A partir de 1800 había comenzado el
periodo científico de la medicina preventiva y salud pública. En España, la
Comisión de Salud Pública establece un reglamento en 1821 y en él se contempla el
Servicio de Sanidad Naval o de Mar. Se establecen reglas para el diagnóstico de
enfermedades, contagio y medidas para combatirlo en las travesías. Llegada a
puerto, policía sanitaria de la carga. Pena contra los infractores del Servicio
Sanitario Naval, entre otras normas.
Cuando los buques de vela son sustituidos
por los de vapor, las máquinas de estos últimos ocupan un gran espacio y
producen temperaturas muy altas. Hay poca aireación y los alojamientos son
penumbrosos, a lo que se le une mucha humedad con grasa en el ambiente y vapor
de agua procedente de las máquinas. Además, riesgo de incendios. En las
regiones tropicales; se observó que con el calor de las máquinas se producía
una patología especial que se manifestaba por cefaleas, convulsiones, delirio,
y a veces el coma y la muerte. Pronto se comprobó que correspondía a un aumento
de calor, por sumarse a la alta temperatura ambiental la producida por la maquinaria.
Por ello, se presta especial atención a los sistemas de ventilación. Como el
hierro hace que la temperatura aumente, al ser un buen conductor del calor; se
utilizan paneles de corcho y madera, y pinturas especiales absorbentes.
Las
compañías navieras españolas comienzan a mostrar una gran preocupación por la
higiene naval, en la que había sido pionera Francia. La casa Pinillos, desde su
fundación en 1885 aplica medidas higiénicas en su flota.
Otro apartado corresponde
a la higiene portuaria porque por mediación de los puertos y bahías, los buques
se convierten en transmisores de enfermedades y epidemias. De esta manera; el
puerto va a ser el nexo de unión entre países, buques y pueblos costeros. Por
otra parte, los almacenes y otras infraestructuras portuarias contendrán
elementos nocivos que contaminan el suelo y las aguas inmediatas a la bahía.
Además; habrá que agregar las condiciones socio-sanitarias de los barrios
colindantes. Se impondrá la vigilancia de aquellas industrias enclavadas en el
puerto con capacidad de verter residuos tóxicos.
Pronto; las marinas militares
europeas toman conciencia de estos problemas y establecen medidas higiénicas de
acuerdo a los avances de la época, con el fin de asegurar una óptima condición
de vida a bordo de sus navíos. Constituye especial preocupación una serie de
factores, como: Las condiciones del trabajo y del alojamiento a bordo con
regulación de la temperatura, sobre todo si se navega por climas tropicales.
Preocupación sobre el efecto que va a causar en el organismo la luz artificial
que acaba de introducirse. Instalación de un buen servicio de ventiladores, con especial interés en renovar el aire que está
viciado, siendo aún más difícil la eliminación del vapor acuoso. Cuidado con
los gases y humos peligrosos que casi siempre consisten en óxido de carbono y
gases nitrosos, mientras que la calefacción en ésta época reconocen que ofrece
grandes dificultades por la conductibilidad térmica de las paredes. La dotación
de agua se divide en cuatro partes: Agua potable, agua para lavarse, agua del
mar, y agua para las calderas. Para el agua del lavado personal y la de
las calderas; se propone almacenarse en depósitos cementados, asfaltados y
comunicados. Las necesidades de agua para la bebida variarán de acuerdo al
clima y así en los países tropicales la necesidad de esta será del triple o del
cuádruple.
Otro apartado será la desinsectación y la desinfección, eliminando
insectos, parásitos y roedores. La alimentación constituirá un factor de sumo
interés porque las incomodidades que impone la vida a bordo deben de ser
compensadas y muchos higienistas navales piensan que debe ser responsabilidad
del médico y del oficial administrador o intendente, el que se cuide la
preparación de los comestibles y vigilancia de las despensas. La alimentación y
la conservación del agua constituyen un tema de especial interés. En 1830 se
dispone de una gran cantidad de alimentos conservados que en realidad ya se venía
haciendo desde mucho antes. En 1865 se introducen los extractos de carne y un
año después se dispone de leche condensada. Junto a ellos, gran cantidad de
zumos de limón y de naranja para prevenir el escorbuto, además de ser de un
gran valor nutritivo.
Desde 1815 se utilizaban grandes depósitos de hierro para
el transporte del agua potable y además aumentaban la capacidad y la ración de
agua tan importante en las grandes travesías. Después surgen los aljibes, tanques
y cajas especiales de hierro. La destilación del agua de mar para convertirla
en agua potable se conocía desde siglos anteriores. Según Novo López, fueron
los españoles pioneros, pues según las anotaciones del piloto Gaspar González
de Leza en 1606; se construyeron aparatos de destilación. Fermín Nadal Valls,
ayudante consultor del Colegio de Cirugía de Cádiz y superior facultativo de la
Escuadra de Gravina en el combate de Trafalgar, en el año 1793; a bordo del
navío San Fulgencio, utilizó un método de saneamiento a partir de la
precipitación de las sales del agua de mar, obteniendo con ello gran cantidad
de agua que se podía utilizar para curas de enfermos y lavado de ropas,
reservando la destinada a bebida.1
Se habla del alcohol y se considera que puede
ser consumido de forma moderada pero por las circunstancias de que han surgido
las actividades deportivas y otros entretenimientos entre las dotaciones, se ha
observado una disminución de la costumbre de la bebida. Referente al tabaco, se
dice que ha aumentado su consumo a pesar de que los médicos navales han
advertido sobre sus efectos perjudiciales.
La ropa debe ser adecuada a las
circunstancias; distinguiéndose entre la uniformidad de paseo y la de faena,
debiendo de ser esta última cómoda y relacionada con la estación de invierno o
verano y del clima, señalando una ropa especial para los trópicos.
Respecto a
la sanidad; deberá de haber a bordo uno o dos médicos, de acuerdo al tonelaje
del buque y del número de su dotación. Habrá un reglamento que determine el
material quirúrgico y de enfermería necesario, de acuerdo a la dotación, así
como la cantidad de medicinas necesarias de acuerdo también a la dotación y
duración de la travesía. Elegir la clase de medicamentos adecuados a la zona
por donde se va a navegar. Se establece que el número de camarotes de la
enfermería sea el 1,7% del total de camarotes, no debiendo sobrepasar en ningún
caso los 14 alojamientos. Se reservará un camarote para enfermedades
contagiosas. Además; habrá una sala de operaciones, una farmacia y por lo menos
un aseo. En caso de guerra; se instalará la enfermería de combate en un lugar
protegido y de fácil acceso y habrá cruces rojas para indicar el camino. Los
buques grandes dispondrán de un puesto de socorro principal y de otro
secundario. Las primeras curas se harán en el puesto de socorro y después se
trasladará el herido a un lugar protegido. En otros lugares del buque; habrá
armarios con material sanitario y cajas de cura. A ser posible, se emplearán en
las intervenciones y curas; ropas recién lavadas para evitar las infecciones.
Sin lugar a dudas, los médicos del
Cuerpo de Sanidad de la Armada española están al tanto de todas estas
comunicaciones relacionadas con la higiene, y lo pueden demostrar los títulos
de las memorias clínicas presentadas en esta época, de la que podemos hacer un
resumen:
Estudio de la ventilación naval.
Influencia de los países cálidos sobre la salud de las tripulaciones y medidas higiénicas
que han de tomarse a bordo. Relaciones entre la higiene y la navegación.
Higiene naval. Higiene náutica. Higiene del hombre de mar. Casas de salud para
la Armada en Filipinas, 1877. Condiciones higiénicas de los hospitales. Apuntes
sobre aclimatación. Cosmopolitismo y aclimatación. Condiciones que modifican
los climas. Condiciones de alojamiento de nuestros buques de guerra.
Desinfección de los buques, 1879. Historia, importancia y desarrollo de la
higiene naval. Sobre las diversas temperaturas que se observan en los buques a
consecuencia de las máquinas de vapor. Ventaja de la ventilación artificial en
los buques. Sobre el clima de Davao, en el archipiélago filipino. Aclimatación
en los países cálidos. Influencia de los países cálidos en las miasmas. De la
sentina y medios de evitar sus peligros. Uso y abuso del tabaco. Valor
científico actual de la palabra aclimatación en los países cálidos. Climas; efectos fisiológicos y patológicos y preceptos higiénicos. Necesidad de aire
puro en los buques y modo de conseguirlo. Vacunación y revacunación en cada uno
de los Departamentos marítimos. Algunos datos atmosfero-nautológicos de cuatro
de nuestros buques de primera clase. Profilaxis de las epidemias en sus
relaciones con la higiene naval. Influencia de los climas en la salud pública y
la población. Breves consideraciones sobre el aire viciado. Base para una
discusión de los climas y sus leyes. Algunas ideas de parasitología naval.
Aclimatación y colonización en el Golfo de Guinea. Apuntes sobre el ozono e
importancia de su estudio y de sus observaciones. Breves consideraciones
patológicas e higiénico-navales en los países cálidos. Generalidades de
climatología. De las medidas precautorias que han de tomarse en la Isla de Cuba
para disminuir la mortalidad que hoy presentan sus ejércitos de mar y tierra.
La higiene naval en la Isla de Cuba ante la perspectiva del cólera morbo-asiático.2
También se presentaron otras muchas
más, relacionado todo ello con esta importante materia de las marinas:
militares y civiles de España y todo el mundo. Pero otro tema que no podemos dejar,
es la bromatología. En esta materia, resaltaremos:
Consideraciones sobre la ración del
marinero que hay que suministrar: Su régimen y mejoras que deben introducirse.
Apuntes bromatológicos. Alimentación del soldado de marina. Alimentación de la
gente de mar y modo de mejorarla. Estudio de los vinos con aplicación especial
a los de contrata y algunos análisis físico-químicos que puedan hacerse para
investigar su calidad y grado. La alimentación bajo el punto de vista práctico.
Las harinas y el pan. El régimen alimenticio en las enfermedades. El agua desde
el punto de vista de la higiene naval. Influencia del clima en la
alimentación.3 Todas estas memorias y
otras más, vienen a demostrar las preocupaciones dietéticas de la época, que
serán semejantes a otros países.
En este clima de preocupación
higiénico-dietético surgen diversas obras de interés, escritas por nuestros
médicos de la Armada. A semejanza de Francia, donde Jean Baptiste Fonssagrives y
André Lefevre, habían escritos sendos tratados de higiene naval, en España Fernández-Caro
y Nouvillas publica en 1879, la obra titulada: “Elementos de Higiene Naval”.
Manuel Carrochano Casanova, publica: “Reconocimiento de víveres”. “Ración de
Armada y su composición”. Luis Iglesias Pardo, escribe: “Del mareo; etiología,
síntomas, patogenia, y tratamiento”. También escribió: “Del régimen alimenticio
a bordo”. “Intoxicación por los mejillones pegados al cobre de la fragata
Esperanza”. “Algunos datos atmosfero-nautológicos de cuatro de nuestros buques
de primera clase”. “El alumbrado eléctrico y sus ventajas higro-náuticas”. Quizás,
su obra más significativa es: “Tratado de Higronautotalasia y patonautotalasia”,
referente a higiene y patología náutica que se publica en Ferrol, en el año
1883. En el año de 1886, Francisco de la Vega hace una traducción de la obra
francesa de Fonssagrives, al que antes hemos mencionado y que Clavijo lo
designa como el Hipócrates de la higiene naval universal, y esta obra coincide
con los nuevos sistemas de navegación a vapor. El médico de la armada francesa
había escrito esta célebre obra referente a la higiene naval y la influencia de
las condiciones psíquicas y morales en aquellos hombres de mar, en el año de
1856.4
En 1879, Ángel Fernández-Caro, como hemos dicho antes, escribió:
Elementos de Higiene Naval, en la que hace referencia a Fonssagrives y a otros
autores. La magistral obra de este autor catalán y formado como médico en la Facultad
de Medicina de Cádiz, la podemos considerar dividida en varios apartados:
Reclutamiento y selección de la marinería en
el tiempo en que ya no existía la matrícula de mar y se había perdido por lo
tanto un personal útil que la Armada encontrada en aquellos pescadores y otras
gentes relacionadas con la vida marinera.
Motores de vapor. Las máquinas pueden
producir temperaturas altas, incluso de unos 70º o más, por acción de aquellas
calderas de carbón, y a lo que se le sumaba un alto grado de humedad.
Preocupación porque las máquinas, junto al carbón almacenado, ocupaban un gran
espacio, reduciendo la capacidad de aire.
Lo que podríamos llamar patologías
colaterales, elementos como el plomo y sus aleaciones, a los que se le van a
añadir las vibraciones y ruidos. De esta manera; los buques de guerra serían
una prolongación de las fábricas, y la gente de máquinas, constituida por mecánicos
y fogoneros, van a tener una patología específica que Fernández-Caro considera
de este modo: congestiones cerebrales, afecciones respiratorias diversas,
conjuntivitis, tuberculosis pulmonar, quemaduras, traumatismos articulares por
las chispas que se producen, forúnculos, úlceras, afecciones reumáticas,
traumatismos por caídas, explosiones, intoxicaciones, y otras más.
Importancia de una buena aireación,
por lo menos de 10
metros cúbicos de aire limpio por individuo y por hora.
También, habla el autor de una
higiene moral. El recluta de marina ha quedado aislado de la vida familiar y se
va a relacionar con unos hombres de carácter y modos de vida muy distintos al
suyo. Este hecho, lo califica el autor como una situación que puede llegar a
ser muy grave y muchas veces por si sola ha sido causa de muerte.
Da bastante
importancia a la necesidad de aprender a leer y a escribir para la marinería, y
tener pequeñas bibliotecas en los buques para acudir a ellas en los periodos de
descanso, con lo cual se conseguiría que aquellos marineros que cumplen el
servicio militar, a la hora de licenciarse puedan incorporarse a la vida civil
con unos conocimientos y cultura que le permitan el mejor desenvolvimiento y
puedan transmitir una buena educación a sus hijos, todo ello en beneficio de la
sociedad.
Finalmente: propone un código penal
en la Armada que estuviera acorde con la legislación vigente; eliminando
ciertos castigos impuestos a guardiamarinas y marineros que considera
anticuados y antihigiénicos.5
NOTAS.
1). Bartolomé y Cela, p. 196.
2). 3). 4). Clavijo y Clavijo, pp. 334-384.
5). Roca et al. pp. 64-65.
*). Roca Núñez et al. pp. 59-65.
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Fermín Nadal Valls: Cirujano de la Real Armada. Superior Facultativo de la Escuadra en el combate de Trafalgar”. Revista de Medicina Militar. Vol. 47,
nº 2, pp.194-200. Madrid, 1991.
Clavijo y
Clavijo, S.
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Armada. San Fernando. Tipografía de Fernando Espín Peña, 1925
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