La hospitalización del personal
de Marina destinado en el Apostadero de Filipinas y de los buques atracados en
el, así como el procedente de las distintas estaciones navales, se hacía en diversos
hospitales de la zona, como el Hospital del Ejército en Manila. El Arsenal de
Cavite poseía una amplia enfermería y la Armada mantenía un contrato con el
Hospital de San Juan de Dios de esta localidad. Dicho contrato caduca en el mes
de septiembre de 1874 y la Junta de Marina del Apostadero piensa en la
construcción de un hospital propio de Marina que pudiera cubrir mejor los
requerimientos sanitarios y además resultase más económica la atención a los
pacientes. El lugar elegido es Cañacao, próximo a Cavite y fuera del Arsenal.
Después de los trámites oportunos,
por Real Orden de 30 de junio de 1876 se aprueba su construcción. Como existía una
buena infraestructura pues se aprovechan unos camarines de carbón del lugar, el
centro sanitario en poco tiempo está en disposición de abrir sus puertas. De
este modo, el 8 de septiembre del año en curso tiene lugar la apertura del que
se llamará Hospital de Marina de Cañacao Nuestra Señora de los Dolores.
La atención facultativa al
comienzo es escasa pues solo hay dos facultativos fijos que serán: Un primer
médico que era el que estaba encargado de la sala de Marina del Hospital de San
Juan de Dios, acompañado de otro facultativo procedente de unos de los buques
atracados en el Apostadero. Después llegarían comisionados algunos médicos más
de otros destinos y, al final había una plantilla completa, más consonante con
las necesidades hospitalarias.
Además es necesario, como en todo
hospital, una botica o farmacia que pueda distribuir la medicación y, teniendo
en cuenta que en esta época hay que elaborar los medicamentos, se hacía indispensable
la presencia de un profesor de farmacia encargado de ello. Añadiremos que no
solo eran elaboradas las medicinas de uso hospitalario sino la destinada a
buques y dependencias, que eran múltiples.
Es por ello por lo que se anuncia
la plaza de farmacéutico del Hospital de Marina de Cañacao y por el comienzan a
desfilar diversos profesores que iremos conociendo.
Años de 1876 y 1877. ANTONIO ROMÉU
MAINER.
Es nombrado farmacéutico del
Hospital de Marina de Cañacao por al comandante general del Apostadero de
Filipinas, el día 22 de julio de 1876, como Farmacéutico
auxiliar. Alegaba el aspirante tener dos años de practica profesional y
acreditaba tener buena conducta moral y religiosa. Pocos meses después, por
razón de salud, es separado del servicio a petición propia. Había nacido en
Villanueva y Geltrú, en la provincia de Barcelona, en 1848. Se había licenciado
en Farmacia en la Universidad de esta capital.
Año 1878. RAFAEL GARCÍA AGEO.
El 27 de marzo de este año, a
propuesta del jefe de Sanidad, es nombrado por el comandante general del
Apostadero este farmacéutico. Por faltas graves de tipo administrativo es
despedido tiempo después, cesando en el cargo en 1881. Rafael García, como el
resto del personal destinado en el recinto hospitalario, sería testigo del terrible
terremoto que asoló Manila y sus alrededores aquel trágico mes de julio de
1880. Como consecuencia de ello quedaron cuarteadas las salas del Carmen y San
José, así como gran parte del edificio.
Era natural de Manila, donde
había nacido en 1856. Hijo de españoles residentes en el Archipiélago. Los
estudios de farmacia los había realizado en la Universidad de Manila, los
cuales concluyó brillantemente en 1876.
Año 1881. RAMÓN SOTELO MIJARES.
Había salido una orden en el “Boletín
Oficial” de la localidad, en la que se citaba a concurso a todos los profesores
de farmacia interesados a optar a la vacante de farmacéutico del Hospital de
Cañacao. El plazo estaba fijado en 30 días a partir de dicha publicación y los
aspirantes debían de presentar la solicitud acompañada de una copia testimonial
del título, así como una relación de servicios realizados y méritos que hubieran
contraídos. Posteriormente la Junta
Superior Facultativa y Económica de Sanidad de la Armada haría un examen de
dicha documentación. Obtiene la plaza Ramón Sotelo pero el 16 de marzo de 1882
renuncia a su destino, por motivos de salud.
Año 1882. LEÓN MARÍA GUERRERO.
Había sido farmacéutico de la
botica del Arsenal de Cavite, así como había estado encargado durante un tiempo
de la farmacia del Hospital Militar de Zamboanga. Es nombrado por el capitán
general de Filipinas para cubrir, al parecer de forma provisional, la vacante
dejada por Ramón Sotelo.
La plaza es convocada en la “Gaceta
Oficial” de Manila. Acuden a la convocatoria Guerrero y dos farmacéuticos más
quienes son: Rafael Fernández Iret y Bernardino Jaime Stolle. Guerrero era
licenciado en Farmacia por la Universidad de Manila. Fernández Iret era
farmacéutico auxiliar del Hospital de Manila, mientras que Jaime Stolle
presenta la solicitud tres días antes de estar en posesión del título de Licenciado
en Farmacia, además realiza las pruebas de ingreso fuera de plazo, alegando
salir de una enfermedad.
BERNARDINO JAIME STOLLE.
A pesar de lo mencionado con
anterioridad, este farmacéutico obtiene la plaza porque la Junta Facultativa
cree que posee las mejores garantías para ocuparla. No obstante, el 14 de enero
de 1883, por motivos de salud, solicita ocupar la primera vacante de farmacéutico
que se produzca en uno de los hospitales de Marina de la Península. A pesar de
ello permanecería en Cañacao hasta 1890. Bernardino Jaime había nacido en
Cádiz, en 1855. Había sido alumno supernumerario de Medicina del Hospital de la
Hermandad de la Santa Caridad de Cádiz. Se licenció en Medicina y Cirugía por
la Universidad Literaria de Sevilla. Practicó la oftalmología con el doctor
Cayetano del Toro. El 12 de julio de 1876 se traslada a Filipinas como médico
titular, donde ejerció esta profesión en un distrito próximo a Manila llamado
Morong. Como el lugar carecía de botica, el médico preparaba las medicinas que después
administraría a los enfermos. No obstante, se matricula en la Real y Pontificia
Universidad de Manila, en cuya Facultad de Farmacia realiza sus estudios, licenciándose
en esta carrera.
Año 1890. HUGO SALAZAR Y MÉXICO.
En este año Jaime Stoll, por
disposición de la Mayoría General del Apostadero de Filipinas, cesa el la
farmacia del Hospital de Cañacao y se hace cargo del destino, de forma provisional,
el primer médico Ruiz Rodríguez. Jaime Stoll parte para el Departamento de
Cádiz y, posteriormente pasa destinado al Hospital de Marina de Cartagena.
Durante este tiempo la preparación de medicamentos sería llevada a cabo, por lo
menos en su mayor parte, por algún practicante de farmacia ya que siempre los
hubo en los hospitales de Marina, bien como practicantes particulares de esta
rama o practicantes de cirugía que los
inspectores de Sanidad y Farmacéuticos de los Departamentos y Apostaderos
considerasen adecuados para cubrir las vacantes que se produjeran. No olvidemos
a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, las cuales llegaron al Hospital
de Cañacao e igual que en los hospitales de Marina de la Península,
desempeñaron funciones administrativas y de enfermería, incluyendo el trabajo
de botica.
El 15 de abril de este año el
comandante general del Apostadero, con el fin de contar con un profesional en
esta rama, nombra a Hugo Salazar farmacéutico del Hospital de Marina de
Cañacao, el cual va a ser el último farmacéutico indígena, pues pronto deja el
cargo.
Año 1891. JULIO LARRÚ MUÑOZ
Sustituye a Salazar pero por poco
tiempo ya que deja el destino, publicándose su vacante en mayo de este año. Era
natural de Madrid, donde había nacido en 1854. Estudió en la Universidad
Central y se licenció en Medicina y Farmacia. Hablaba francés y alemán,
aficionado a la pintura y al modelismo. Desconocemos los motivos de su
aventurada estancia en el archipiélago, pero duró muy poco porque a finales de
este año renuncia a la plaza. Había regresado a Santoña, donde se estableció
como médico titular y, después de permanecer en esta localidad 20 años gana
unas oposiciones en el Ayuntamiento de Madrid, donde termina ejerciendo la
medicina.
Frascos para medicamentos. Farmacia del primitivo Hospital de Marina de San Carlos.
BIBLIOGRAFÍA
CLAVIJO Y CLAVIJO, S. La trayectoria hospitalaria de la Armada española. Editorial Naval. Madrid, 1944.
MARTINEZ CERRO, M. El servicio farmacéutico de la Armada. Editorial
Naval. Madrid, 1990.
REGODÓN VIZCAINO, J. Contribución
al estudio de la Medicina en las islas filipinas en la segunda mitad del siglo
XIX. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de
Medicina. Departamento de Historia de la Medicina. Madrid, julio de 1990.
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ,
F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J.. Historia de la
Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del
siglo XIX. Martínez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario