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miércoles, 17 de enero de 2018

FARMACÉUTICOS DE ARMADA EN FILIPINAS.




La hospitalización del personal de Marina destinado en el Apostadero de Filipinas y de los buques atracados en el, así como el procedente de las distintas estaciones navales, se hacía en diversos hospitales de la zona, como el Hospital del Ejército en Manila. El Arsenal de Cavite poseía una amplia enfermería y la Armada mantenía un contrato con el Hospital de San Juan de Dios de esta localidad. Dicho contrato caduca en el mes de septiembre de 1874 y la Junta de Marina del Apostadero piensa en la construcción de un hospital propio de Marina que pudiera cubrir mejor los requerimientos sanitarios y además resultase más económica la atención a los pacientes. El lugar elegido es Cañacao, próximo a Cavite y fuera del Arsenal.
Después de los trámites oportunos, por Real Orden de 30 de junio de 1876 se aprueba su construcción. Como existía una buena infraestructura pues se aprovechan unos camarines de carbón del lugar, el centro sanitario en poco tiempo está en disposición de abrir sus puertas. De este modo, el 8 de septiembre del año en curso tiene lugar la apertura del que se llamará Hospital de Marina de Cañacao Nuestra Señora de los Dolores.
La atención facultativa al comienzo es escasa pues solo hay dos facultativos fijos que serán: Un primer médico que era el que estaba encargado de la sala de Marina del Hospital de San Juan de Dios, acompañado de otro facultativo procedente de unos de los buques atracados en el Apostadero. Después llegarían comisionados algunos médicos más de otros destinos y, al final había una plantilla completa, más consonante con las necesidades hospitalarias.
Además es necesario, como en todo hospital, una botica o farmacia que pueda distribuir la medicación y, teniendo en cuenta que en esta época hay que elaborar los medicamentos, se hacía indispensable la presencia de un profesor de farmacia encargado de ello. Añadiremos que no solo eran elaboradas las medicinas de uso hospitalario sino la destinada a buques y dependencias, que eran múltiples.
Es por ello por lo que se anuncia la plaza de farmacéutico del Hospital de Marina de Cañacao y por el comienzan a desfilar diversos profesores que iremos conociendo.

Años de 1876 y 1877. ANTONIO ROMÉU MAINER.
Es nombrado farmacéutico del Hospital de Marina de Cañacao por al comandante general del Apostadero de Filipinas, el día 22 de julio de 1876, como Farmacéutico auxiliar. Alegaba el aspirante tener dos años de practica profesional y acreditaba tener buena conducta moral y religiosa. Pocos meses después, por razón de salud, es separado del servicio a petición propia. Había nacido en Villanueva y Geltrú, en la provincia de Barcelona, en 1848. Se había licenciado en Farmacia en la Universidad de esta capital.

Año 1878. RAFAEL GARCÍA AGEO.
El 27 de marzo de este año, a propuesta del jefe de Sanidad, es nombrado por el comandante general del Apostadero este farmacéutico. Por faltas graves de tipo administrativo es despedido tiempo después, cesando en el cargo en 1881. Rafael García, como el resto del personal destinado en el recinto hospitalario, sería testigo del terrible terremoto que asoló Manila y sus alrededores aquel trágico mes de julio de 1880. Como consecuencia de ello quedaron cuarteadas las salas del Carmen y San José, así como gran parte del edificio.
Era natural de Manila, donde había nacido en 1856. Hijo de españoles residentes en el Archipiélago. Los estudios de farmacia los había realizado en la Universidad de Manila, los cuales concluyó brillantemente en 1876.

Año 1881. RAMÓN SOTELO MIJARES.
Había salido una orden en el “Boletín Oficial” de la localidad, en la que se citaba a concurso a todos los profesores de farmacia interesados a optar a la vacante de farmacéutico del Hospital de Cañacao. El plazo estaba fijado en 30 días a partir de dicha publicación y los aspirantes debían de presentar la solicitud acompañada de una copia testimonial del título, así como una relación de servicios realizados y méritos que hubieran contraídos. Posteriormente la Junta Superior Facultativa y Económica de Sanidad de la Armada haría un examen de dicha documentación. Obtiene la plaza Ramón Sotelo pero el 16 de marzo de 1882 renuncia a su destino, por motivos de salud.

Año 1882. LEÓN MARÍA GUERRERO.
Había sido farmacéutico de la botica del Arsenal de Cavite, así como había estado encargado durante un tiempo de la farmacia del Hospital Militar de Zamboanga. Es nombrado por el capitán general de Filipinas para cubrir, al parecer de forma provisional, la vacante dejada por Ramón Sotelo.
La plaza es convocada en la “Gaceta Oficial” de Manila. Acuden a la convocatoria Guerrero y dos farmacéuticos más quienes son: Rafael Fernández Iret y Bernardino Jaime Stolle. Guerrero era licenciado en Farmacia por la Universidad de Manila. Fernández Iret era farmacéutico auxiliar del Hospital de Manila, mientras que Jaime Stolle presenta la solicitud tres días antes de estar en posesión del título de Licenciado en Farmacia, además realiza las pruebas de ingreso fuera de plazo, alegando salir de una enfermedad.

BERNARDINO JAIME STOLLE.
A pesar de lo mencionado con anterioridad, este farmacéutico obtiene la plaza porque la Junta Facultativa cree que posee las mejores garantías para ocuparla. No obstante, el 14 de enero de 1883, por motivos de salud, solicita ocupar la primera vacante de farmacéutico que se produzca en uno de los hospitales de Marina de la Península. A pesar de ello permanecería en Cañacao hasta 1890. Bernardino Jaime había nacido en Cádiz, en 1855. Había sido alumno supernumerario de Medicina del Hospital de la Hermandad de la Santa Caridad de Cádiz. Se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad Literaria de Sevilla. Practicó la oftalmología con el doctor Cayetano del Toro. El 12 de julio de 1876 se traslada a Filipinas como médico titular, donde ejerció esta profesión en un distrito próximo a Manila llamado Morong. Como el lugar carecía de botica, el médico preparaba las medicinas que después administraría a los enfermos. No obstante, se matricula en la Real y Pontificia Universidad de Manila, en cuya Facultad de Farmacia realiza sus estudios, licenciándose en esta carrera.

Año 1890. HUGO SALAZAR Y MÉXICO.
En este año Jaime Stoll, por disposición de la Mayoría General del Apostadero de Filipinas, cesa el la farmacia del Hospital de Cañacao y se hace cargo del destino, de forma provisional, el primer médico Ruiz Rodríguez. Jaime Stoll parte para el Departamento de Cádiz y, posteriormente pasa destinado al Hospital de Marina de Cartagena. Durante este tiempo la preparación de medicamentos sería llevada a cabo, por lo menos en su mayor parte, por algún practicante de farmacia ya que siempre los hubo en los hospitales de Marina, bien como practicantes particulares de esta rama o practicantes de cirugía  que los inspectores de Sanidad y Farmacéuticos de los Departamentos y Apostaderos considerasen adecuados para cubrir las vacantes que se produjeran. No olvidemos a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, las cuales llegaron al Hospital de Cañacao e igual que en los hospitales de Marina de la Península, desempeñaron funciones administrativas y de enfermería, incluyendo el trabajo de botica.
El 15 de abril de este año el comandante general del Apostadero, con el fin de contar con un profesional en esta rama, nombra a Hugo Salazar farmacéutico del Hospital de Marina de Cañacao, el cual va a ser el último farmacéutico indígena, pues pronto deja el cargo.

Año 1891. JULIO LARRÚ MUÑOZ
Sustituye a Salazar pero por poco tiempo ya que deja el destino, publicándose su vacante en mayo de este año. Era natural de Madrid, donde había nacido en 1854. Estudió en la Universidad Central y se licenció en Medicina y Farmacia. Hablaba francés y alemán, aficionado a la pintura y al modelismo. Desconocemos los motivos de su aventurada estancia en el archipiélago, pero duró muy poco porque a finales de este año renuncia a la plaza. Había regresado a Santoña, donde se estableció como médico titular y, después de permanecer en esta localidad 20 años gana unas oposiciones en el Ayuntamiento de Madrid, donde termina ejerciendo la medicina.




Frascos para medicamentos. Farmacia del primitivo Hospital de Marina de San Carlos.


BIBLIOGRAFÍA

CLAVIJO Y CLAVIJO, S. La trayectoria hospitalaria de la Armada española. Editorial Naval. Madrid, 1944.

MARTINEZ CERRO, M. El servicio farmacéutico de la Armada. Editorial Naval. Madrid, 1990.

REGODÓN VIZCAINO, J. Contribución al estudio de la Medicina en las islas filipinas en la segunda mitad del siglo XIX. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Medicina. Departamento de Historia de la Medicina. Madrid, julio de 1990.

ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J.. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martínez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.



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