CONMEMORACIÓN DE LA INSTITUCIÓN DE LA SAGRADA EUCARISTÍA
El ilustre teólogo José Luis Martín Descalzo analiza en la Santa Eucaristía su gran realidad: La presencia de Jesucristo en la sagrada forma de manera real y sustancial.
Jesús, durante la noche de la Santa Cena ha gozado de la compañía de sus discípulos en un ambiente de gran intimidad y ¿que ocurrirá mañana?. Ningún enamorado se resignaría de su partida y buscaría siempre el modo de que su presencia quedara entre los suyos. Jesús podía hacerlo.
Llama la atención el sentido personal y posesivo que aparece en todos los documentos, cuando dice: Esto es mi cuerpo y esta es mi sangre. Demuestra lo que Jesús tiene en sus manos. Es este sentido literal lo interpretó la Iglesia primitiva. San Pablo afirmaba que quien quiera que coma el pan o beba al cáliz del Señor indignamente será reo del cuerpo y de la sangre del Señor (I Cor.11,27).
De este modo, la Iglesia primitiva, aunque las interpretaciones simbólicas eran las más fáciles, no hubiera aceptado la interpretación real de no estar muy segura de que en ese sentido había hablado Jesús.
Podemos observar que toda la cena pascual rebosaba de ese mismo lenguaje realista y poco antes, Jesús había pronunciado las palabras rituales para distribuir el cordero: Este es el cordero pascual, y había pasado los trozos a sus apóstoles. Al distribuir el pan y el vino seguía usando el mismo realismo.
Por otra parte, los apóstoles estaban acostumbrados a distinguir cuando Jesús hablaba en parábolas y así lo precisan los evangelistas, diciendo: "Jesús le expuso la siguiente parábola" o "hizo esta comparación". Pero, aquí todo se hace y se cuenta de modo brusco, sin atenuar nada y sin ninguna explicación, ni antes ni después. Los apóstoles no dudaron de que aquello que no entendían era una pura realidad.
Si recordamos las bodas de Caná, los que habían bebido después de la intervención de Jesús, era para ellos verdadero vino y no símbolo del vino, ni agua con sabor a vino. En la multiplicación de los panes, aquello que habían comido no era símbolo del pan, ni simple apariencia de pan. Era pan, se habían saciado y habían recogido las sobras.
Si recordamos los muertos resucitados, Lázaro al regresar a la vida, no era un símbolo de Lázaro, era verdaderamente el mismo hombre con quien ellos habían conversado antes y con quien volvían a conversar, aunque no podían entender como se había producido aquello.
Los discípulos sabían que Jesús tenia tal poder que hacia posible lo imposible y verdadero lo soñado.
El conocido jesuita, Padre Jorge Loring, dice que Jesucristo instituyó la Eucaristía para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la Cruz y alimentar nuestras almas para la vida eterna.
Continúa afirmando que Jesús ofrece en el Cenáculo el mismo sacrificio que iba a ofrecer pocas horas más tarde en el Calvario y con anticipación se entrega por toda la humanidad, bajo las apariencias de pan y vino. Recordemos que añade las palabras: Haced esto en memoria mía.
Lo había hecho: Convertir el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre, ofrecer estos dones al Padre de los Cielos y darlos como manjar a los fieles.
REFERENCIAS
LORING, J. PARA SALVARTE. Gráficas G.M.S. Cádiz, 1988
MARTÍN DESCALZO, J.L. VIDA Y MISTERIO DE JESÚS DE NAZARET. Ediciones Sígueme. Salamanca, 1998
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