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lunes, 15 de noviembre de 2021

HISTORIA DE LA PROVINCIA DE CÁDIZ

 CÁDIZ CASTELLANA

EJÉRCITO CASTELLANO

El monarca tenía la doble misión de dirigir y convocar al ejército, constituyéndose de este modo en su jefe supremo. Exceptuando la milicia naval, dicho ejército no era un cuerpo armado de forma permanente. Durante todo lo largo del agitado e incierto siglo XI habían surgido las escogidas guarniciones de los castillos con la principal misión de encargarse de toda la vigilancia y guardar la seguridad.

A finales de la Baja Edad Media surgen las órdenes militares con la doble condición de institución religiosa y militar, desapareciendo las milicias señoriales y se mantienen siempre los mercenarios, pero junto al reclutamiento forzoso. Durante toda esta Baja Edad Media la estructura del ejército estaba formada por tropas a caballo que pertenecían a la nobleza y también tropas a pie o de infantería correspondiente a las clases sociales inferiores. 

Los oficiales militares más relevantes eran: Almirante, creado por Fernando III, encargado de la doble misión de la defensa y de la buena expansión marítima, constituyéndose de este modo en la máxima autoridad naval mientras que el Condestable era el jefe supremo del ejército de tierra y podía actuar en sustitución del Rey. También administraba justicia y le seguía el Mariscal.

En cuanto a la deseada composición del ejército nos encontramos con los arqueros que podían disparar más de doce flechas por minuto y algunos podían ir a caballo, desmontando antes de disparar. La caballería pesada como fuerza ideal de choque y la caballería ligera en la que los jinetes llevaban menor protección, consistiendo su finalidad principal en desplazarse con agilidad sobre el territorio enemigo. Los ballesteros eran los que manejaban la ballesta. Los peones llevaban fuertes corazas sobre el torso, generalmente de cuero endurecido y podían estar reforzadas con placas de metal. Algunos, sobre todo los más combatientes, llevaban escudo de mano. Los lanceros portando una pequeña lanza.

MARINA MILITAR CASTELLANA

Debido a los repetidos ataques de la piratería que asolaba las poblaciones costeras surge la necesidad de crearse una fuerza naval. A finales del siglo XII y principios del XIII, una vez que las costas del norte habían quedado limpias de piratas, se inicia una fuerte actividad comercial en el Atlántico y se conceden fueros a las poblaciones costeras.

En el reinado de Fernando III comienzan las operaciones navales importantes. Las naves castellanas intervienen en la conquista del reino de Murcia y rendición de Cartagena en el año 1245. En la toma de Sevilla en 1248. Estas dos conquistas proporcionan a la marina de Castilla el hecho de poseer una fuerza marítima en el Mediterráneo y obtener de este modo una adecuada salida en el Atlántico a través del Guadalquivir.

Alfonso X crea el almirantazgo con atribuciones al Almirante de Castilla. Crea atarazanas o arsenales para construir, guarecer y reparar navíos. Se manda traer madera de los mejores bosques. Se crea un cuerpo de oficiales llamados cómitres y cada uno de ellos estaban obligados a embarcar cinco hombres y algunas armas. En 1254 aparece la figura del almirante. El botín se repartía entre el rey y los tripulantes. 

El Fuero de Sevilla habla de la existencia de un barrio de la mar con jueces y fiscales, así como un servicio militar de la mar. En 1272 fue creada la Orden de la Estrella u Orden de Santa María de España, dedicada a los asuntos de la mar, como defensa de las costas recién conquistadas y participación en la expansión africana. En 1280 se integra en la Orden de Santiago. Además de la lucha contra los musulmanes en el Estrecho de Gibraltar, la flota castellana proyecta acciones frente a Portugal, Inglaterra y Aragón.

En la llamada “Batalla del Estrecho” quedó asegurada la conexión entre el Mediterráneo y Atlántico que logra extender el comercio e impide el desembarco de fuerzas musulmanas de refuerzo. La marina de Alfonso XI conquista todas las plazas que controlan el Estrecho, comenzando por Gibraltar.

La flota fue aumentando. A las órdenes del almirante y cómitres estaban los tripulantes y entre ellos los naocheros o pilotos, encargados de conducir la embarcación, y los sobresalientes u hombres de armas entre los que estaban los proeles y alieres, según el lugar que ocupaban en el combate. Por debajo de ellos estaban los galeotes, remeros y soldados embarcados.

Las embarcaciones eran la galera o galea y la nave o nao. Los veleros eran naves, carracas, balleneras, pinazas y carabelas que eran propias del Atlántico. Las embarcaciones mixtas propias del Mediterráneo eran galeras y galeotas, taridas, saetías, serantes, leños y fustas.

Las armas empleadas podían ser objetos arrojadizos bien lanzados a manos como dardos, piedras y saetas o con propulsores como las ballestas. También se empleaban armas blancas como cuchillos, puñales, espadas, hachas, lanzas o ferramiles. Empleaban distintos medios: cal para cegar al enemigo, jabón para hacerle caer, fuego de alquitrán para quemar los navíos, trancas con cadenas para prenderlos. Elementos de protección: lorigas, lorigones, pespuntes, corazas, escudos, yelmos.


BIBLIOGRAFÍA

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www.reseachgate.net 19 de noviembre de 2015.

GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, P."Soldados de un ejército medieval". 

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