El Sanedrín decreta la muerte de Jesús.
Jesús pasa los tres días de la
semana predicando en el Templo y acaba la predicación en la noche del martes. Dos días después era la fiesta de
los Azimos, llamada la Pascua. Cuando Jesús acabó sus predicaciones y se
retiraba con sus discípulos les dijo a estos: ¿Sabéis que de aquí a dos días será la Pascua y el Hijo del hombre será
entregado para ser crucificado?
Aquella misma noche del martes se
juntaron los príncipes de los sacerdotes, los escribas, y los magistrados del
pueblo en el atrio del Príncipe de los Sacerdotes, que se llamaba Caifás, y
acordaron prender a Jesús con engaño y hacerlo morir.
Pero tenían dudas y decían: No el mismo día de la fiesta, no venga a ser
que ocurra algún alboroto entre el pueblo. Había quedado decretada la
muerte de Jesús. (Mt., XXVI, 1-5.)1
Martín Descalzo opina que la vida
de Jesús estuvo siempre dominada por el horizonte de la muerte y frecuentemente
rodeada de amenazas. Los enemigos iban creciendo y cada vez se mostraban más
hostiles. Históricamente se ha venido dando una fácil solución al decir que los
judíos mataron a Jesús. Pero hoy esta cuestión ha cambiado y esta aseveración
injusta queda cerrada de forma tajante en el Concilio Vaticano II, donde se
afirma:
Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la
muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su pasión se hizo no puede ser
imputado, ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los
judíos de hoy.2
Ciertamente, no podemos cargar la
muerte de Jesús a todos los judíos contemporáneos suyos. Tendremos en cuenta que un
alto porcentaje de los hebreos de la época vivían fuera de Israel y ni siquiera
le conocieron. Judíos eran María, los apóstoles y muchos seguidores. Habrá que
descubrir quienes eran las personas y grupos sociales de la época con los que
Jesucristo chocó y le condujeron a la muerte.
Hay escritores judíos que se
preocupan de Jesús con respeto y admiración y han mantenido una serie de
teorías para cargar la responsabilidad de su muerte sobre los romanos y sobre
el pequeño grupo de dirigentes saduceos. Esta misma línea fue seguida por
algunos teólogos norteamericanos y seguidores de la teología de la liberación.
Pero es también posible de que tratándose de evitar un antisemitismo se
conduzca a un antirromanismo que parece que en la actual década no molestará a
nadie. En tal caso no se puede torcer la historia y reinterpretar los evangelios.
No podemos poner en duda
jamás la credibilidad de los
evangelistas como historiadores. Aunque los choques mayores de Jesús fueron con
el fariseísmo, este hecho influyó bastante menos en su muerte, siendo mucho más
determinante la enemistad con los saduceos y los sacerdotes. Mientras que los
enfrentamientos con los fariseos se daban más en los campos ideológico y
teológico, con los saduceos se sucedieron en la práctica. De este modo, los fariseos
actuaron tendiéndoles trampas y los saduceos prefirieron actuar de oficio.
Sin embargo, los evangelistas no
hacen una distribución equitativa de las responsabilidades de cada grupo. Si
atendemos a los sinópticos, hay 95 ocasiones que manifiestan el choque de Jesús
con sus adversarios. La mayoría con los ancianos, príncipes de los sacerdotes y
escribas. Otras con escribas solos, escribas y fariseos, fariseos solos,
discípulos de Juan y fariseos, fariseos y herodianos, fariseos y saduceos, saduceos
solos, y una vez se enfrenta a los fariseos junto a los príncipes de los sacerdotes.
En cambio, nunca aparece que Jesús tuviera conflicto con los romanos. Ni con
las sectas judías de zelotes y esenios.
Para algunos, Jesús fue una
victima de conflicto de intereses, opiniones, y odios. Sin olvidar los miedos.
Todo ello llevará a acabar con el justo e inocente.
1). Zahonero Vivó y Martín Penalva, p. 139.
2). Martín Descalzo, p. 822.
1). Zahonero Vivó y Martín Penalva, p. 139.
2). Martín Descalzo, p. 822.
BIBLIOGRAFÍA
MARTÍN DESCALZO, J.L. Vida y misterio de Jesús de Nazaret. Ediciones Sígueme. Salamanca,
1998.
ZAHONERO VIVÓ, J. MARTÍN PENALVA,
M.A. Jesucristo según el Antiguo
Testamento y según los Evangelios. Editorial Marfil. Alcoy, 1954.
Representación de la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado (Medinaceli) que se venera en la Iglesia Mayor Parroquial de San Pedro y San Pablo en San Fernando (Cádiz).
Cruz de Guía. Archicofradía Sacramental de Medinaceli-Cuaresma 2020-Nº 55.
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