La experiencia vivida por el médico primero Juan Redondo Godino en el combate naval de Cavite, el día 1 de mayo de 1898, embarcado en el crucero Isla de Cuba, le llevará en
En los últimos años se había cambiado
de forma radical los servicios sanitarios en los buques; los antiguos navíos de
línea y las fragatas de vela tenían mejor cubiertas las necesidades médicas y
quirúrgicas que los acorazados y cruceros posteriores, y cuando un buque no
tiene enfermería de combate, hay que improvisarla. En cambio, en la guerra todo
tiene que estar previsto y ordenado con mucha anticipación, siendo este un
asunto de tanta importancia que merece un estudio especial y una reglamentación
apropiada. Las enfermerías de combate deben reunir tres requisitos esenciales:
Situación estratégica que asegure una
buena conducción de heridos.
Estar a cubierto de los fuegos
enemigos.
Comunicación propia con baterías y
cubiertas.
Se debe establecer varias enfermerías,
así como aumentar el personal sanitario porque es insuficiente. La enfermería
de combate debe ser para curas y cirugía de urgencia y el verdadero trabajo
quirúrgico debe quedar para una vez finalizado el combate, en una enfermería
ordinaria con sala de operaciones condicionadas.
Sobre todo, una escuadra debe
disponer de un buque hospital para cubrir esta necesidad.
En la enfermería de combate debe
quedar en sitio resguardado el material quirúrgico y de curación para evitar
ser destruido. Las cajas de curas repartidas por distintos puntos del buque no
tienen valor, porque sólo pueden ser utilizadas por los médicos y practicantes.
Las enfermerías de combate deben
quedar protegidas por la coraza del buque; alumbrada, ventilada y disponer de
gran cantidad de agua potable. La capacidad de esta enfermería debe ser
proporcional a la dotación del buque para que un 10% de esta pueda tener
alojamiento en ella. Por la enfermería no debe pasar tubo de vapor ni aparato
conductor de pólvora. Comunicación propia y apropiada con las partes superiores
del barco con el fin de que pueda asegurarse una fácil conducción de los
heridos, no debiéndose emplear los ascensores de municiones.
De este modo, las enfermerías de combate deben entrar en el plan de construcción del buque, siendo proyectadas y distribuidas al mismo tiempo que se proyectan y distribuyen las distintas dependencias.
De este modo, las enfermerías de combate deben entrar en el plan de construcción del buque, siendo proyectadas y distribuidas al mismo tiempo que se proyectan y distribuyen las distintas dependencias.
*). Roca Núñez et al, pp. 118-119.
BIBLIOGRAFÍA.
Redondo Godino, J. “Combate naval de Cavite: Impresiones de un médico”. Revista General de Marina. Madrid, abril, 1904.
Redondo Godino, J. “Combate naval de Cavite: Impresiones de un médico”. Revista General de Marina. Madrid, abril, 1904.
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martínez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz),
Fragata Triunfo. Pintura de Bastida. Roca Núñez et al, p.94.
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