El cólera, oriundo de la India,
penetra en Portugal procedente de Rusia, cerca de la mitad del siglo XIX. En
España, se van a afectar aquellas provincias y regiones fronterizas; como Vigo,
Extremadura y Huelva, y en la primera guerra carlista, las tropas combatientes
contribuyen a distribuirlo por todo el territorio peninsular. Después, hubo
varios brotes a lo largo del siglo. Se vio más tarde que la bacteria vibrio
cholerae era capaz de producir una infección intestinal cuando penetraba en el
organismo a través del agua y alimentos contaminados. El cuadro clínico
consiste en dolor abdominal, acompañado de una diarrea acuosa y abundante,
hasta 40 deposiciones diarias de un color blanquecino y con pequeños gránulos; “agua
de arroz”, con vómitos, llevando todo ello a la perdida de iones, fosfatos y
bicarbonatos. Se llega a la deshidratación, si no existen remedios adecuados,
con un cuadro de shock, manifestado por hipotensión y oliguria; conduciendo a
la muerte.
En la epidemia de cólera de esta
época también pagan con su vida varios médicos de la Armada. Es el caso de Guillermo
Gómez Nieto, natural del Puerto de Santa María, en Cádiz, siendo segundo médico
de la División Naval del Sur en la zona de Zamboanga, durante el verano de 1882.
Atendiendo a los enfermos afectados de cólera, contrae la enfermedad y a pesar
de ello continúa prestando asistencia hasta que empeora y fallece el día 20 de
julio de ese año. En un boletín de Medicina Naval de 1883, su compañero Benito
Francia le dedica el siguiente epitafio: Murió
curando. El Comandante General de Filipinas en escrito al Ministro de
Marina, el 7 de agosto de 1882, expone: Con
el más profundo dolor tengo la honra de participar a V.S. que a las once de la
mañana del día de hoy 20 de julio ha fallecido de cólera asiático el médico
segundo de la División Naval del Sur Don Guillermo Gómez Nieto, víctima de su
abnegación y de su celo, llevados a un grado eminentemente heroico en el
cumplimiento de sus deberes; también cumplo a mi deber hacer presente a V.S. que
enfermo hacia algunos días, este brillante oficial médico de la Armada,
continuó en su puesto, sin querer darse de baja, hasta ser acometido con rudo
golpe de la misma epidemia que con tanta decisión, energía y caridad venia
combatiendo. Mientras que el primer médico Joaquín Lorente y
Aspiazu; a bordo del Patiño, un transporte de tropas habilitado como enfermería
flotante, atiende a los enfermos de la epidemia colérica y por su actuación se
le conceden la Cruz Blanca y la Cruz Roja del Mérito Naval.
En 1865, Manuel Chesio que después fue Inspector General, intervino en abortar una epidemia a bordo del Vulcano que transportaba tropas, siendo recompensado por ello con las cruces de Epidemia y de Beneficencia. En 1885, Vicente Cabello Bruller se pone al frente del Hospital de Coléricos de Pueblo Nuevo del Mar en la provincia de Valencia, fundado por el Comandante de Marina de esta localidad.
En 1865, Manuel Chesio que después fue Inspector General, intervino en abortar una epidemia a bordo del Vulcano que transportaba tropas, siendo recompensado por ello con las cruces de Epidemia y de Beneficencia. En 1885, Vicente Cabello Bruller se pone al frente del Hospital de Coléricos de Pueblo Nuevo del Mar en la provincia de Valencia, fundado por el Comandante de Marina de esta localidad.
No podemos olvidar un brote epidémico que se declara en Cartagena en ese mismo año.
La primera víctima fue una mujer ingresada en la Casa de la Misericordia, el
día 13 de junio de aquella fecha. A raíz de ello se cerró la ciudad y se colocó
centinelas en el recinto amurallado, se fumigaban viajeros y equipajes que
pretendían entrar en la ciudad, quedando después un tiempo en observación. Se
crea una Junta de Sanidad con un servicio médico constituido por cuatro
facultativos titulares más otros tres escogidos. Se establece un hospital
provisional de coléricos en la Iglesia de San Diego, junto a la casa de la
Misericordia. Este hospital va a disponer de tres salas; para mujeres, hombres,
y convalecientes de ambos sexos, y otra sala para casos dudosos que deben
quedar en observación. Habrá un servicio de guardias para visitas domiciliarias
y una brigada de camilleros para el traslado de enfermos al hospital,
constituida por presidiarios. El director es el médico Arturo Massoti que
además se hará cargo de la farmacia. Le acompaña un practicante, dos hermanas
del asilo de la Misericordia, dos mozos de servicio, un administrador, dos
cocineros y un capellán. Los medicamentos proceden del Hospital de la Caridad.
Se detecta un brote en el cañonero Toledo, atracado en el muelle de Portmán, y
después aparecen cuatro focos más; los tres primeros corresponden a distintos
barrios de la ciudad y el último tiene lugar en el presidio que después de ser
controlado, a los ocho días aparece un rebrote. Es cuando el comandante del
penal solicita auxilio al capitán general del Departamento. El inspector de
sanidad del Departamento, Félix Echauz y Guinart, organiza la asistencia médica,
creando un hospital militar provisional en el Castillo de Despeñaperros,
situado en unos de los cerros de la ciudad, pero al ser insuficiente se recurre
al cuartel de Antiguones o Antigones. Al comienzo se dispone de un médico mayor para
visitas y dos médicos segundos para guardias, a los que se le van agregando
algunos facultativos más del hospital y del departamento, así como practicantes
y personal de enfermería. Como director de este hospital provisional; el médico
mayor Luis Gutiérrez Gamba, acompañado por una serie de médicos que encontramos
en la siguiente relación:
Médico mayor Juan M. López Pérez. Médicos
primeros: José Vega Elorduy, Enrique Nogués Polo, Antonio Cachá Arcolla,
Federico Bassa Nicolau y Galo Calvo-Rayo García. Médicos segundos: Federico
Montaldo Peró, Luis Vidal Teruel, José Botella Martínez, Miguel Peña Gálvez y
Venancio Almazán García. Como coordinadores van a actuar: el subinspector de
primera González Briones y el subinspector de segunda Joaquín M. Abella.
En Guinea, el enemigo epidémico era el
paludismo, al ser África una zona endémica, pero también había casos en América.
El paludismo o malaria es una enfermedad causada por parásitos del género
plasmodium, existiendo varias especies: P. falciparum, P. vivax, P. malariae, P. ovale o P. Knowlesi. Los tres primeros son frecuentes en el continente
americano. La transmisión se realiza por diversas especies del mosquito
Anopheles, aunque solo pican las hembras porque precisan alimentarse de sangre
para madurar los huevos. El médico militar francés; Charles Louis Alphonse
Laveran, en Argelia, descubrió parásitos en el interior de los glóbulos rojos
de las personas infectadas. El cuadro clínico puede empezar con fiebre,
escalofríos, cefaleas y sudoración, pudiéndose acompañar de nauseas, vómitos,
tos, dolores musculares, o ser más alarmante con trastornos de la coagulación
diversos; heces sanguinolentas, o aparecer de inmediato una ictericia. Al final;
se puede llegar a un estado de shock con insuficiencia hepática y renal,
trastornos neurológicos graves por afectación del sistema nervioso central y
coma. Se denominó fiebre perniciosa o acceso pernicioso a una forma clínica
grave y mortal de la enfermedad. Con motivo de un acceso de este tipo, el médico
segundo Ricardo Cordón, en el año 1891,
se ahogó en la bahía de Santa Isabel, al arrojarse al mar durante una crisis
delirante en el transcurso de la fiebre.
*). Roca Núñez et al, 88, 89, 90.
BIBLIOGRAFÍA.
Clavijo y Clavijo, S. Historia del Cuerpo Militar de Sanidad de la Armada. San Fernando. Tipografía de Fernando Espín Peña, 1925.
Gracia Rivas, M. La Sanidad Naval española. Historia y evolución. E. N. Bazán. Barcelona, 1995.
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁND EnEZ, J.J. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martinez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.
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SÁEZ Gómez
J. M. et al.
“La epidemia de cólera de 1895 en Cartagena a través de la obra de Federico Montaldo y Peró”. Universidad de Murcia. Dialnet.
WIKIPEDIA. "Malaria". wikipedia.org/wiki/Malaria. 3 de julio de 2019.
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