Política de uso de cookies

martes, 23 de julio de 2019

LA SANIDAD DE LA ARMADA ESPAÑOLA EN LAS EPIDEMIAS DE CÓLERA Y MALARIA DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX.

El cólera, oriundo de la India, penetra en Portugal procedente de Rusia, cerca de la mitad del siglo XIX. En España, se van a afectar aquellas provincias y regiones fronterizas; como Vigo, Extremadura y Huelva, y en la primera guerra carlista, las tropas combatientes contribuyen a distribuirlo por todo el territorio peninsular. Después, hubo varios brotes a lo largo del siglo. Se vio más tarde que la bacteria vibrio cholerae era capaz de producir una infección intestinal cuando penetraba en el organismo a través del agua y alimentos contaminados. El cuadro clínico consiste en dolor abdominal, acompañado de una diarrea acuosa y abundante, hasta 40 deposiciones diarias de un color blanquecino y con pequeños gránulos; “agua de arroz”, con vómitos, llevando todo ello a la perdida de iones, fosfatos y bicarbonatos. Se llega a la deshidratación, si no existen remedios adecuados, con un cuadro de shock, manifestado por hipotensión y oliguria; conduciendo a la muerte.
En la epidemia de cólera de esta época también pagan con su vida varios médicos de la Armada. Es el caso de Guillermo Gómez Nieto, natural del Puerto de Santa María, en Cádiz, siendo segundo médico de la División Naval del Sur en la zona de Zamboanga, durante el verano de 1882. Atendiendo a los enfermos afectados de cólera, contrae la enfermedad y a pesar de ello continúa prestando asistencia hasta que empeora y fallece el día 20 de julio de ese año. En un boletín de Medicina Naval de 1883, su compañero Benito Francia le dedica el siguiente epitafio: Murió curando. El Comandante General de Filipinas en escrito al Ministro de Marina, el 7 de agosto de 1882, expone: Con el más profundo dolor tengo la honra de participar a V.S. que a las once de la mañana del día de hoy 20 de julio ha fallecido de cólera asiático el médico segundo de la División Naval del Sur Don Guillermo Gómez Nieto, víctima de su abnegación y de su celo, llevados a un grado eminentemente heroico en el cumplimiento de sus deberes; también cumplo a mi deber hacer presente a V.S. que enfermo hacia algunos días, este brillante oficial médico de la Armada, continuó en su puesto, sin querer darse de baja, hasta ser acometido con rudo golpe de la misma epidemia que con tanta decisión, energía y caridad venia combatiendo. Mientras que el primer médico Joaquín Lorente y Aspiazu; a bordo del Patiño, un transporte de tropas habilitado como enfermería flotante, atiende a los enfermos de la epidemia colérica y por su actuación se le conceden la Cruz Blanca y la Cruz Roja del Mérito Naval. 
En 1865, Manuel Chesio que después fue Inspector General, intervino en abortar una epidemia a bordo del Vulcano que transportaba tropas, siendo recompensado por ello con las cruces de Epidemia y de Beneficencia. En 1885, Vicente Cabello Bruller se pone al frente del Hospital de Coléricos de Pueblo Nuevo del Mar en la provincia de Valencia, fundado por el Comandante de Marina de esta localidad. 
No podemos olvidar un brote epidémico que se declara en Cartagena en ese mismo año. La primera víctima fue una mujer ingresada en la Casa de la Misericordia, el día 13 de junio de aquella fecha. A raíz de ello se cerró la ciudad y se colocó centinelas en el recinto amurallado, se fumigaban viajeros y equipajes que pretendían entrar en la ciudad, quedando después un tiempo en observación. Se crea una Junta de Sanidad con un servicio médico constituido por cuatro facultativos titulares más otros tres escogidos. Se establece un hospital provisional de coléricos en la Iglesia de San Diego, junto a la casa de la Misericordia. Este hospital va a disponer de tres salas; para mujeres, hombres, y convalecientes de ambos sexos, y otra sala para casos dudosos que deben quedar en observación. Habrá un servicio de guardias para visitas domiciliarias y una brigada de camilleros para el traslado de enfermos al hospital, constituida por presidiarios. El director es el médico Arturo Massoti que además se hará cargo de la farmacia. Le acompaña un practicante, dos hermanas del asilo de la Misericordia, dos mozos de servicio, un administrador, dos cocineros y un capellán. Los medicamentos proceden del Hospital de la Caridad. Se detecta un brote en el cañonero Toledo, atracado en el muelle de Portmán, y después aparecen cuatro focos más; los tres primeros corresponden a distintos barrios de la ciudad y el último tiene lugar en el presidio que después de ser controlado, a los ocho días aparece un rebrote. Es cuando el comandante del penal solicita auxilio al capitán general del Departamento. El inspector de sanidad del Departamento, Félix Echauz y Guinart, organiza la asistencia médica, creando un hospital militar provisional en el Castillo de Despeñaperros, situado en unos de los cerros de la ciudad, pero al ser insuficiente se recurre al cuartel de Antiguones o Antigones. Al comienzo se dispone de un médico mayor para visitas y dos médicos segundos para guardias, a los que se le van agregando algunos facultativos más del hospital y del departamento, así como practicantes y personal de enfermería. Como director de este hospital provisional; el médico mayor Luis Gutiérrez Gamba, acompañado por una serie de médicos que encontramos en la siguiente relación:
Médico mayor Juan M. López Pérez. Médicos primeros: José Vega Elorduy, Enrique Nogués Polo, Antonio Cachá Arcolla, Federico Bassa Nicolau y Galo Calvo-Rayo García. Médicos segundos: Federico Montaldo Peró, Luis Vidal Teruel, José Botella Martínez, Miguel Peña Gálvez y Venancio Almazán García. Como coordinadores van a actuar: el subinspector de primera González Briones y el subinspector de segunda Joaquín M. Abella.
 En Guinea, el enemigo epidémico era el paludismo, al ser África una zona endémica, pero también había casos en América. El paludismo o malaria es una enfermedad causada por parásitos del género plasmodium, existiendo varias especies: P. falciparum, P. vivax, P. malariae, P. ovale o P. Knowlesi. Los tres primeros son frecuentes en el continente americano. La transmisión se realiza por diversas especies del mosquito Anopheles, aunque solo pican las hembras porque precisan alimentarse de sangre para madurar los huevos. El médico militar francés; Charles Louis Alphonse Laveran, en Argelia, descubrió parásitos en el interior de los glóbulos rojos de las personas infectadas. El cuadro clínico puede empezar con fiebre, escalofríos, cefaleas y sudoración, pudiéndose acompañar de nauseas, vómitos, tos, dolores musculares, o ser más alarmante con trastornos de la coagulación diversos; heces sanguinolentas, o aparecer de inmediato una ictericia. Al final; se puede llegar a un estado de shock con insuficiencia hepática y renal, trastornos neurológicos graves por afectación del sistema nervioso central y coma. Se denominó fiebre perniciosa o acceso pernicioso a una forma clínica grave y mortal de la enfermedad. Con motivo de un acceso de este tipo, el médico segundo  Ricardo Cordón, en el año 1891, se ahogó en la bahía de Santa Isabel, al arrojarse al mar durante una crisis delirante en el transcurso de la fiebre.

*). Roca Núñez et al, 88, 89, 90.

BIBLIOGRAFÍA.
Clavijo y Clavijo, S. Historia del Cuerpo Militar de Sanidad de la Armada. San Fernando. Tipografía de Fernando Espín Peña, 1925.
Gracia Rivas, M. La Sanidad Naval española. Historia y evolución. E. N. Bazán. Barcelona, 1995.
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁND  EnEZ, J.J. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martinez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.
SÁEZ Gómez J. M. et al. “La epidemia de cólera de 1895 en Cartagena a través de la obra de Federico Montaldo y Peró”. Universidad de Murcia. Dialnet.
WIKIPEDIA. "Malaria". wikipedia.org/wiki/Malaria. 3 de julio de 2019.

Fachada del antiguo Hospital de Marina de Cartagena. Salvador Clavijo. La trayectoria hospitalaria de la Armada española. Fig. 45, p. 153.

No hay comentarios:

Publicar un comentario