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martes, 12 de septiembre de 2017

MANUEL RODRIGUEZ PALMA Y EUGENIO FERNÁNDEZ Y MENÉNDEZ VALDÉS. DOS MÉDICOS DE ARMADA EN FILIPINAS.


En el año 1867; el vapor transporte Malaspina, el cual se encontraba asignado al archipiélago filipino desde 1859, cuando se dirige de Hong-Kong a Manila, es sorprendido por un huracán que causa la inmediata desaparición de nuestro buque. Entre la dotación figura el primer médico Manuel Rodríguez Palma.

 En 1884, el crucero Gravina tiene que realizar una comisión; dirigiéndose de Manila a Shanghái, zarpando el día 8 de julio, y costeando toca en Cayo Bolinao para enfilar el canal de Formosa. En este momento le sorprende un huracán cuando se divisaba la isla de Fuga, por lo que su comandante, el capitán de fragata José García de Quesada, decide fondear en la bahía de Musa, pero debido a la furia del mencionado huracán el buque es arrojado a la playa, estrellándose sobre las rocas para quedar dividido en dos partes y comienza a hundirse por estribor. En el puente se apiñan los tripulantes, es de noche y hay que esperar el amanecer para iniciar los primeros intentos de evacuación. Se echa un calabrote por medio de un bote tripulado por el alférez de navío Gabriel Quiroga, junto a varios miembros de la dotación, pero el bote se estrella contra el costado del barco haciéndose pedazos y salvándose los tripulantes milagrosamente. La única esperanza era llevar una guía a tierra para tender un cable. Lo intenta hacerlo, a nado, el tercer contramaestre Manuel Gestal, pero perece a la vista de la dotación. Entonces; intenta la misma operación, esta vez sobre una vela de velacho, el alférez de navío Manuel Galán, acompañado de tres marineros, pero se estrellan contra el casco del buque. El médico de a bordo; el segundo médico Eugenio Fernández y Menéndez Valdés solicita permiso al comandante para llevar otra guía y aunque este trata de disuadirlo, ante la gravedad de la situación, cede. Fernández Valdés se arroja al mar, consiguiendo llegar a tierra. Está lleno de heridas y contusiones, y sin apenas tener tiempo para recuperarse, vuelve al mar para recobrar una de las guías que habían echado desde a bordo, en un gallinero. Algunos desafortunados que le habían seguido murieron mientras que otros pudieron alcanzar la orilla, y con ellos, cobrando la guía, consiguieron llevar a tierra un calabrote de acero que amarraron a un árbol, quedando establecido de esta manera un puente por el que pudieron alcanzar la orilla los que quedaban de la dotación, uno a uno, siendo el último; el comandante. De esta forma se salvaron 175 náufragos. La acción de Fernández y Menéndez Valdés pronto sobrepasó las fronteras. La Sociedad de Médicos de la Marina Imperial de Rusia por medio de su Director General de Sanidad dirigió una felicitación al Inspector General de Sanidad de la Armada española, elogiando la acción de nuestro heroico médico.



Eugenio Fernández y Menéndez Valdés. Museo Naval de Cartagena.




BIBLIOGRAFÍA

CLAVIJO Y CLAVIJO, S. Historia del Cuerpo de Sanidad de la Armada. San Fernando. Tipografía de Fernando Espín Peña, 1925
GRACIA RIVAS, M. La Sanidad Naval española. Historia y evolución. E. N. Bazán. Barcelona, 1995.
HISTORIA NAVAL DE ESPAÑA Y PAISES DE HABLA ESPAÑOLA. www. todoavante.es
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J.. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martinez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.  






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