En el año 1867; el vapor transporte
Malaspina, el cual se encontraba asignado al archipiélago filipino desde 1859,
cuando se dirige de Hong-Kong a Manila, es sorprendido por un huracán que causa
la inmediata desaparición de nuestro buque. Entre la dotación figura el primer
médico Manuel Rodríguez Palma.
En 1884, el crucero Gravina tiene que realizar
una comisión; dirigiéndose de Manila a Shanghái, zarpando el día 8 de julio, y
costeando toca en Cayo Bolinao para enfilar el canal de Formosa. En este
momento le sorprende un huracán cuando se divisaba la isla de Fuga, por lo que
su comandante, el capitán de fragata José García de Quesada, decide fondear en
la bahía de Musa, pero debido a la furia del mencionado huracán el buque es
arrojado a la playa, estrellándose sobre las rocas para quedar dividido en dos
partes y comienza a hundirse por estribor. En el puente se apiñan los
tripulantes, es de noche y hay que esperar el amanecer para iniciar los
primeros intentos de evacuación. Se echa un calabrote por medio de un bote tripulado
por el alférez de navío Gabriel Quiroga, junto a varios miembros de la dotación,
pero el bote se estrella contra el costado del barco haciéndose pedazos y
salvándose los tripulantes milagrosamente. La única esperanza era llevar una
guía a tierra para tender un cable. Lo intenta hacerlo, a nado, el tercer
contramaestre Manuel Gestal, pero perece a la vista de la dotación. Entonces;
intenta la misma operación, esta vez sobre una vela de velacho, el alférez de
navío Manuel Galán, acompañado de tres marineros, pero se estrellan contra el
casco del buque. El médico de a bordo; el segundo médico Eugenio Fernández y
Menéndez Valdés solicita permiso al comandante para llevar otra guía y aunque
este trata de disuadirlo, ante la gravedad de la situación, cede. Fernández Valdés
se arroja al mar, consiguiendo llegar a tierra. Está lleno de heridas y
contusiones, y sin apenas tener tiempo para recuperarse, vuelve al mar para
recobrar una de las guías que habían echado desde a bordo, en un gallinero.
Algunos desafortunados que le habían seguido murieron mientras que otros
pudieron alcanzar la orilla, y con ellos, cobrando la guía, consiguieron llevar
a tierra un calabrote de acero que amarraron a un árbol, quedando establecido
de esta manera un puente por el que pudieron alcanzar la orilla los que
quedaban de la dotación, uno a uno, siendo el último; el comandante. De esta
forma se salvaron 175 náufragos. La acción de Fernández y Menéndez Valdés
pronto sobrepasó las fronteras. La Sociedad de Médicos de la Marina Imperial de
Rusia por medio de su Director General de Sanidad dirigió una felicitación al Inspector
General de Sanidad de la Armada española, elogiando la acción de nuestro heroico
médico.
CLAVIJO Y CLAVIJO, S. Historia del Cuerpo de Sanidad de la Armada. San Fernando. Tipografía de Fernando Espín Peña, 1925
GRACIA RIVAS, M. La Sanidad Naval española. Historia y evolución. E. N. Bazán. Barcelona, 1995.
HISTORIA NAVAL DE ESPAÑA Y PAISES DE HABLA ESPAÑOLA. www. todoavante.es
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J.. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martinez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.
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