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domingo, 30 de octubre de 2016

Detrás de la Historia. Recordatorio del Camino de Santiago




El ayer y hoy de la Ruta Jacobea

Junto al camino clásico, nos encontramos muchas otras rutas, las cuales se han ido modificando a lo largo de la historia, mezclándose lo viejo y lo nuevo en un mismo fin que no es otra cosa sino el llegar a Santiago de Compostela. Todo ello podemos resumirlo de la siguiente manera:
Caminos de Galicia
Camino del Norte gallego. Es el llamado Camino de los ingleses. Llegada a los puertos de La Coruña y de Ferrol.
Camino del Sur gallego. Camino de los portugueses. Pueden ser costero o del interior.
Camino del Oeste gallego. Ruta marítima de la ría de Arosa. Para remontar el cause del río Ulla y adentrarse hasta Padrón, en la provincia de La Coruña.
Camino de Santiago a Fisterra. Para llegar al Cabo Finisterre. Es el camino al que el escritor gallego Rafael Lema, llama “El Camino secreto de Santiago o Ruta de los muertos”.
Camino Francés
Es el elegido por los peregrinos franceses y europeos, atravesando los Pirineos, y en el podemos considerar:
Ruta Franco-Navarra. Los peregrinos procedentes de distintos caminos del interior de Francia, llegarán a Saint-Jean-Pied-de-Port para atravesar el puerto de Roncesvalles.
Ruta Franco-Aragonesa. Los peregrinos procedentes de Toulouse llegan a Somport, en Huesca, y hacen el recorrido por las provincias de Huesca, Zaragoza y Navarra. En Puente de la Reina (Navarra) se unirán las dos rutas anteriores.
El camino principal recorrerá en dirección Oeste; Navarra, Rioja, y las provincias de Burgos, Palencia, León, Lugo y La Coruña.
Camino del Norte
Los peregrinos procedentes de las regiones más occidentales de Francia acostumbran hacer la entrada por Irún y Guipúzcoa.
Ruta de la Costa. Después de recorrer las provincias de Asturias y Lugo, se alcanza el Camino Francés en Arzúa.
Ruta Vadiniense. Transcurre entre la localidad de Potes, en Cantabria, y la localidad leonesa de Mancilla de las Mulas.
Ruta de Campoo. Desde Torrelavega se alcanza la ruta francesa en Carrión de los Condes, provincia de Palencia.
Camino Vasco del Interior. Desde Irún alcanza la ruta francesa en Burgos o en Santo Domingo de la Calzada, en la Rioja.
Camino de Santiago Real. Los peregrinos procedentes de León, se desviaban desde el Camino Francés hasta Oviedo, por ser esta ciudad la capital del Reino.
Ruta de la Plata
Partiendo de Sevilla se llega a Astorga. En Zamora puede tomarse la Ruta Sanabresa para adentrarse en la provincia de Orense y de esta forma unirse al Camino Portugués del interior, en la capital orensana o en Verín.
Rutas asociadas.
Camino de Badajoz a Mérida.
Camino de Huelva. Siguiendo la Ruta de la Sierra, se llega a Mérida.
Camino Huelva-Sevilla. Siguiendo por la Marisma.
Ruta desde Antequera.
Vía Augusta. Camino desde Cádiz. Cádiz-San Fernando-Puerto Real-Puerto de Santa María- Jerez de la Frontera-El Cuervo-Lebrija-Las Cabezas de San Juan-Utrera-Sevilla. Para continuar por la Ruta de la Plata.
Desde el Campo de Gibraltar. Partiendo de Gibraltar, La Línea de la Concepción, Algeciras, Los Barrios; pasando por Jimena se adentra en las Serranías de Cádiz y Ronda para pasar a la Campiña Sevillana y enlazar con la Ruta de la Plata.
Desde Algeciras. Hecho por el peregrino murciano Ángel González. Desde Algeciras se llega a Tarifa y Cádiz para emprender la Vía Augusta.
Camino del Ebro
Tiene origen en Tortosa, en la provincia de Tarragona, y discurre paralelo a este rio para unirse al Camino Francés a la altura de Logroño. De este modo, recoge peregrinos de Cataluña, Comunidad Valenciana, en su parte norte, y Aragón en su parte sur.
Caminos de Castilla
Ruta Jacobea de Madrid. Se inicia en la capital y se une al Camino Francés en Sahagún, provincia de León.
Ruta de Alcalá de Henares. Desde esta localidad se llega a Segovia y se enlaza con la ruta anterior.
Ruta de Palencia. Partiendo de esta ciudad se llega a Carrión de los Condes para tomar el Camino Francés.
Ruta de la Lana. Parte esta ruta de Monteagudo de las Salinas, en la provincia de Cuenca, y se une en Burgos al Camino Francés. Existen prolongaciones desde Valencia y Alicante. Desde Alicante a Villena, es común con la Ruta de Levante.
Ruta de Guadalajara. Desde esta ciudad se puede llegar a Manzanares el Real, Atienza o Cifuentes.
Ruta de Soria. Se une a la Ruta de la Lana en Santo Domingo de Silos.
Caminos de Cataluña.
Ruta de Barcelona. Partiendo de esta ciudad. Muchos parten del Monasterio de Montserrat para unirse al Camino Francés.
Camí de Sant Jaume. Se llegará hasta Pina de Ebro para unirse al Camino del Ebro y llegar hasta Logroño.
Ruta de Lérida. Se parte de Cervera o Tárrega, para llegar al Monasterio de San Juan de la Peña, en la Ruta de Huesca, y unirse al Camino Francés.
Ruta de Gerona. Comienza en La Junquera y se une a la Ruta de Barcelona en el Monasterio de Montserrat.
Ruta de Tarragona. Converge con el camino principal en Lérida.
Ruta de Puigcerdá.  Los caminantes pueden dirigirse al monasterio de Montserrat o llegar hasta Balaguer, en la provincia de Lérida, y tomar dos opciones: continuar la ruta por Huesca o tomar la del Ebro.
Ruta de Viella. Estos peregrinos pueden dirigirse a Barbastro, en la provincia de Huesca, o continuar la ruta hasta alcanzar el Camino Aragonés.
Caminos del Levante.
Se originan en Valencia, Alicante o Cartagena, para confluir en Albacete y enlazar con la Ruta de la Plata.
Ruta de Valencia. Enlaza con la Ruta de la Plata en Zamora.
Ruta de Alicante. Enlaza con la Ruta de la Plata en Plasencia, provincia de Cáceres.
Ruta de Cartagena. Se origina en esta ciudad y pasando por Murcia llega a Albacete para enlazar con la Ruta de Levante.
Ruta de Caravaca de la Cruz. Parte de esta localidad o de Huércal-Overa para llegar a Albacete y unirse al resto de la ruta.
Ruta Sureste. Parte de Alicante y toma el Valle del Vinalopó para pasar por Elda y Villena, llegar a Yecla y adentrarse en la Mancha. Otra modalidad es, partiendo de Albacete dirigirse a Ávila, Tordecillas y Toro.
La ruta sureste continúa a Benavente para unirse a la Ruta de la Plata y así llegar hasta Astorga y enlazar con el Camino Francés.
Caminos Mozárabes.
Estos caminos fueron utilizados por los peregrinos andaluces después de la Reconquista.
Camino de Granada. Parte de esta ciudad y pasando por Córdoba se une a la Ruta de la Plata en Mérida. También, pasando por Alcaudete, en Jaén, se llega a Ciudad Real y Toledo para integrarse en la Ruta de Madrid. Otra opción, es llegar hasta Córdoba para dirigirse desde aquí a Ciudad Real.
Camino de Málaga. Partiendo de esta ciudad, los peregrinos tomarán la dirección de Castro del Rio, en la provincia de Córdoba, para integrase en la ruta principal.
Camino de Almería. Desde esta ciudad, los peregrinos se dirigen a Granada.

El peregrino de hoy

En la actualidad, la forma más común de peregrinar la encontraremos en el peregrino que camina a pie y el que utiliza la bicicleta, siendo más raro las caballerizas. El peregrino de a pie debe de tener presente una serie de factores. Los accidentes más frecuentes serán las ampollas pero también los dolores articulares y musculares, con la aparición de las temidas “agujetas”. Muchos recomiendan que se incluya en el botiquín agujas estériles para poder pinchar las ampollas, así como algún preparado antiséptico y “tiritas”. Una pomada antiinflamatoria y vendas. Otro factor es las alergias por  picaduras, pudiéndose llevar algún preparado corticoideo. Es muy importante el efecto del sol y del viento, siendo conveniente llevar cremas protectoras. La vestimenta recomendada en nuestros días consiste en ropa cómoda, poco pesada y transpirable. No obstante, la vestimenta deberá adaptarse a la estación del año en que se va a hacer la peregrinación. El calzado es muy importante y se aconseja zapatillas solidas y transpirables y algunos hablan de la bota de Trekking, con calcetines adecuados y bien colocados, con el fin de evitar rozaduras. Otros opinan que no existe un calzado perfecto para realizar el Camino y lo ideal sería llevar un par de botas, unas zapatillas y unas sandalias, pero supondría ocupar espacio y aumentar el peso de la mochila. Aconsejan que se elija el calzado de acuerdo a la ruta que se va a seguir y la estación del año elegida para el peregrinaje. De todos modos, el calzado que se emplee tendrá que responder a los requisitos de comodidad, ligereza, impermeabilidad y transpiración. Hoy en día, el bordón es sustituido por bastones más ligeros. El equipaje debe de ser ligero y llevar solo cosas necesarias. Se aconseja llevar un saco de dormir, ropa de repuesto, chubasquero, gorra o sombrero, un recipiente para agua. Además, un pequeño botiquín con los elementos que hemos comentado. Si bien, estas recomendaciones son para el peregrino a pie, el ciclista también necesita las suyas propias. Deberá estar bien entrenado pues tendrá que adaptarse a toda clase de terreno, el cual unas veces será llano y otras veces tendrá cuestas, que si bien puede ser pesado el subirlas podrá ser peligroso el bajarlas, ya que hay pendientes muy pronunciadas. Por este motivo, es imprescindible revisar los frenos antes de la partida. Lo mejor sería una ITV de la bicicleta, en un taller de garantía. Esta bicicleta no deberá ser muy pesada, aunque hoy en día las hay perfectamente preparadas para esta clase de viajes, como es el caso de la bicicleta de montaña. Muchos aconsejan llevar alforjas para compensar el peso a ambos lados y distribuir el peso total entre las ruedas delantera y trasera. No recomiendan llevar peso sobre la espalda, aunque hay quien lo hace mediante la utilización de una mochila, pero con la condición de que sea ligera y anatómica, llevando cinturones de ajuste, pectoral y ventral. La bicicleta debe estar bien iluminada y la ropa del ciclista debe de ser bien visible. Es recomendable llevar una camiseta de algodón para absorber bien el sudor, zapatos o zapatillas de suela dura y el pantalón “culotte”, corto o largo, para evitar rozaduras en parte interior de los muslos. Gafas y gorra para protegerse del sol y de los mosquitos. Casco protector. Chubasquero, y el pequeño botiquín. La ropa debe de ser ajustada, ofreciendo la menor resistencia posible al aire y que nada flote para que no se enrede en las ruedas. Igual que para el peregrino de a pie, la ropa exterior debe de ser de colores muy vivos. Últimamente se utilizan chalecos reflectantes, siempre que sean transpirables. También pueden utilizarse tiras reflectantes en ropa o mochila. Esta practica vale también para los peregrinos de a pie. Junto a ello; bomba, cámara de repuestos, parches. Últimamente se llevan líquidos y bandas para corregir pinchazos e incluso hay cubiertas antipinchazos. Para el peregrino que va a realizar el viaje en bicicleta se le recomienda que antes de salir planee bien las etapas y estudie bien las superficies, porque no todas son iguales. Debe organizar bien el equipaje de la bicicleta, como hemos dicho antes, porque con el peso equilibrado el pedaleo se hace más fácil. Convendría llevar una bolsa en el manillar con la documentación. El ciclista, sobre todo, debe considerar la época del año en la que se va a efectuar el camino porque con la lluvia el terreno puede llegar a ser impracticable. Debe respetar siempre al peregrino de a pie porque este tiene preferencia en el Camino.
Ambos peregrinos; los que caminan a pié y los que van en bicicleta, deben de conocer una serie de factores. A lo largo del Camino van a encontrar una serie de refugios de carácter gratuito. No obstante, el peregrino debe de ser generoso, aportando un donativo que contribuirá al mantenimiento de estas instalaciones. Con el fin de no sobrecargar el equipaje, deberá ir adquiriendo a lo largo del Camino todo lo necesario de alimentos, ropa y medicamentos. Llevar una cantidad de dinero, aunque no mucho, siendo muy importante las tarjetas de crédito para emplearlas en los cajeros automáticos. Sobre la alimentación, es aconsejable hacer un desayuno fuerte antes de comenzar la marcha y hacer a lo largo del viaje pequeñas comidas, con el fin de evitar hipoglucemias. Al final de la marcha se podrá hacer un almuerzo tardío o cena, más abundante y sano. Otra solución sería el consumir durante el Camino; frutos secos o pasas, o chocolate, pero este último tiene el inconveniente de provocar sed. Tomar agua, y algunos aconsejan ingerir alguna infusión como café o té. Deberá llevarse una cantimplora con agua mineral para evitar tomar agua de ríos y arroyos que pudieran estar contaminados. No lavarse la cara, a ser posible, durante la ruta, y sobre todo mucho cuidado de hacerlo en los ojos por estos lugares. Es conveniente, sobre todo para el peregrino de cierta edad, pasar una revisión médica antes de emprender el Camino. Son muy peligrosos los accidentes cardiovasculares. Hay que tener especial cuidado con los golpes de calor, sobre todo en las estaciones cálidas. Esta patología se presenta cuando hay una exposición prolongada al sol, a temperaturas altas, y es favorecida por el ejercicio físico intenso, sobre todo en ambientes húmedos. Al incrementarse fuertemente la temperatura corporal fallan los mecanismos reguladores del calor y el individuo entra en un estado de shock. Se debe evitar una exposición excesiva al sol, por eso es recomendable hacer el camino en estaciones no muy cálidas o bien en horas muy tempranas o tardías. Debe de ir bien protegidas; la piel, cabeza y vista. Consumir abundante agua, líquidos y bebidas isotónicas. Por supuesto, no haber hecho una comida pesada. Llevar ropa transpirable. Al menor síntoma, humedecer el rostro con esponja o paño húmedo. En todo caso, a ser posible, interrumpir la marcha y contactar con un servicio sanitario de urgencias.
Hay que tener en cuenta que en nuestros días podemos encontrar numerosos centros hospitalarios distribuidos a lo largo de todos estos caminos. Además, hay ambulancias y helicópteros que aseguran el transporte del enfermo. No obstante, el peregrino debe de ser precavido y velar por su seguridad. Debe de llevar consigo su documentación con sus señas, domicilio y números de teléfonos. Tarjeta de asistencia sanitaria. Debería llevar anotado las direcciones de urgencias; hospitales, centros médicos, ambulancias, así como los teléfonos de urgencias de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Junto a ello, la Credencial del Peregrino, y sería muy útil llevar una ligera cámara fotográfica que después deje testimonios valiosos de la aventura que se ha emprendido. Dado que desgraciadamente se ha producido alguna que otra tragedia, de las que hemos tenido conocimiento a través de los medios de difusión, se aconsejaría al peregrino la máxima prudencia a lo largo del viaje, sobre todo aquel que ha elegido una ruta menos transitada. No hacer el camino solo. Si esto no ha sucedido, tener cuidado con las amistades que se ha encontrado a lo largo de la ruta. Tendremos en cuenta que el peregrino de a pie podría hacer unos 5 km por hora, mientras que el ciclista haría de 11 a 13 km por hora. En ambos casos vendría muy bien contar con un coche de apoyo. La Credencial del Peregrino es un documento indispensable para que exista constancia de que se ha hecho el Camino. Dicha Credencial puede obtenerse en diversos sitios, como La Casa del Deán, junto a la Catedral, o bien en iglesias del Camino, asociaciones jacobeas, refugios y albergues. Cuando el peregrino inicia la ruta, presentará la Credencial en el lugar de inicio, normalmente parroquia, para que figure la fecha y como se hace el Camino; a pie, en bicicleta, o a caballo. Cada vez que finalice una etapa, el documento tiene que volver a ser sellado, pudiéndose hacer en la parroquia, iglesia, albergue o refugio, e incluso si existe la imposibilidad de hacerlo en estos lugares, hay sitios autorizados, como bares y restaurantes. Cuando el peregrino llega al final del Camino, en la Catedral, se le entregará La Compostela, en la Oficina de Acogida al Peregrino.





 La Compostela. Documento que tiene su origen en el Siglo XIV y se otorga a aquel que mediante la presentación de la Credencial del Peregrino, debidamente sellada, demuestre haber hecho un mínimo de unos 150 Km para llegar a la Catedral de Santiago de Compostela. Se entrega en la Oficina de Acogida al Peregrino de la Catedral de Santiago. Casa del Deán. Rua del Villar nº 1. Millán Bravo Lozano. Guía Práctica del Peregrino.

Continúa.











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