El ayer y hoy de la Ruta Jacobea
Junto al
camino clásico, nos encontramos muchas otras rutas, las cuales se han ido
modificando a lo largo de la historia, mezclándose lo viejo y lo nuevo en un
mismo fin que no es otra cosa sino el llegar a Santiago de Compostela. Todo
ello podemos resumirlo de la siguiente manera:
Caminos de Galicia
Camino del Norte gallego. Es el llamado Camino de los
ingleses. Llegada a los puertos de La Coruña y de Ferrol.
Camino del Sur gallego. Camino de los
portugueses. Pueden ser costero o del interior.
Camino del Oeste gallego. Ruta marítima de la ría
de Arosa. Para remontar el cause del río Ulla y
adentrarse hasta Padrón, en la provincia de La Coruña.
Camino de Santiago a Fisterra. Para llegar al Cabo Finisterre. Es el camino al que el escritor
gallego Rafael Lema, llama “El Camino secreto de Santiago o Ruta de los muertos”.
Camino Francés
Es el elegido
por los peregrinos franceses y europeos, atravesando los Pirineos, y en el
podemos considerar:
Ruta Franco-Navarra. Los
peregrinos procedentes de distintos caminos del interior de Francia, llegarán a
Saint-Jean-Pied-de-Port para atravesar el puerto de Roncesvalles.
Ruta Franco-Aragonesa. Los peregrinos procedentes de Toulouse llegan a Somport, en Huesca,
y hacen el recorrido por las provincias de Huesca, Zaragoza y Navarra. En
Puente de la Reina (Navarra) se unirán las dos rutas anteriores.
El camino
principal recorrerá en dirección Oeste; Navarra, Rioja, y las provincias de
Burgos, Palencia, León, Lugo y La Coruña.
Camino del Norte
Los peregrinos
procedentes de las regiones más occidentales de Francia acostumbran hacer la
entrada por Irún y Guipúzcoa.
Ruta de la Costa. Después
de recorrer las provincias de Asturias y Lugo, se alcanza el Camino Francés en
Arzúa.
Ruta Vadiniense. Transcurre
entre la localidad de Potes, en Cantabria, y la localidad leonesa de Mancilla
de las Mulas.
Ruta de Campoo. Desde
Torrelavega se alcanza la ruta francesa en Carrión de los Condes, provincia de
Palencia.
Camino Vasco del Interior. Desde Irún alcanza la ruta francesa en Burgos o en Santo Domingo
de la Calzada, en la Rioja.
Camino de Santiago Real. Los peregrinos procedentes de León, se desviaban desde el Camino Francés
hasta Oviedo, por ser esta ciudad la capital del Reino.
Ruta de la Plata
Partiendo de
Sevilla se llega a Astorga. En Zamora puede tomarse la Ruta Sanabresa para
adentrarse en la provincia de Orense y de esta forma unirse al Camino Portugués
del interior, en la capital orensana o en Verín.
Rutas asociadas.
Camino de Badajoz a Mérida.
Camino de Huelva. Siguiendo
la Ruta de la Sierra, se llega a Mérida.
Camino Huelva-Sevilla. Siguiendo por la Marisma.
Ruta desde Antequera.
Vía Augusta. Camino desde Cádiz. Cádiz-San Fernando-Puerto Real-Puerto de Santa María- Jerez de la
Frontera-El Cuervo-Lebrija-Las Cabezas de San Juan-Utrera-Sevilla. Para
continuar por la Ruta de la Plata.
Desde el Campo de Gibraltar. Partiendo de Gibraltar, La Línea de la Concepción, Algeciras, Los
Barrios; pasando por Jimena se adentra en las Serranías de Cádiz y Ronda para
pasar a la Campiña Sevillana y enlazar con la Ruta de la Plata.
Desde Algeciras. Hecho
por el peregrino murciano Ángel González. Desde Algeciras se llega a Tarifa y
Cádiz para emprender la Vía Augusta.
Camino del Ebro
Tiene origen
en Tortosa, en la provincia de Tarragona, y discurre paralelo a este rio para
unirse al Camino Francés a la altura de Logroño. De este modo, recoge
peregrinos de Cataluña, Comunidad Valenciana, en su parte norte, y Aragón en su
parte sur.
Caminos de Castilla
Ruta Jacobea de Madrid. Se inicia en la capital y se une al Camino Francés en Sahagún,
provincia de León.
Ruta de Alcalá de Henares. Desde esta localidad se llega a Segovia y se enlaza con la ruta
anterior.
Ruta de Palencia. Partiendo
de esta ciudad se llega a Carrión de los Condes para tomar el Camino Francés.
Ruta de la Lana. Parte
esta ruta de Monteagudo de las Salinas, en la provincia de Cuenca, y se une en
Burgos al Camino Francés. Existen prolongaciones desde Valencia y Alicante.
Desde Alicante a Villena, es común con la Ruta de Levante.
Ruta de Guadalajara. Desde
esta ciudad se puede llegar a Manzanares el Real, Atienza o Cifuentes.
Ruta de Soria. Se une
a la Ruta de la Lana en Santo Domingo de Silos.
Caminos de Cataluña.
Ruta de Barcelona. Partiendo
de esta ciudad. Muchos parten del Monasterio de Montserrat para unirse al Camino
Francés.
Camí de Sant Jaume. Se
llegará hasta Pina de Ebro para unirse al Camino del Ebro y llegar hasta
Logroño.
Ruta de Lérida. Se
parte de Cervera o Tárrega, para llegar al Monasterio de San Juan de la Peña,
en la Ruta de Huesca, y unirse al Camino Francés.
Ruta de Gerona. Comienza
en La Junquera y se une a la Ruta de Barcelona en el Monasterio de Montserrat.
Ruta de Tarragona. Converge
con el camino principal en Lérida.
Ruta de Puigcerdá. Los caminantes pueden dirigirse al monasterio
de Montserrat o llegar hasta Balaguer, en la provincia de Lérida, y tomar dos
opciones: continuar la ruta por Huesca o tomar la del Ebro.
Ruta de Viella. Estos
peregrinos pueden dirigirse a Barbastro, en la provincia de Huesca, o continuar
la ruta hasta alcanzar el Camino Aragonés.
Caminos del Levante.
Se originan en
Valencia, Alicante o Cartagena, para confluir en Albacete y enlazar con la Ruta
de la Plata.
Ruta de Valencia. Enlaza
con la Ruta de la Plata en Zamora.
Ruta de Alicante. Enlaza
con la Ruta de la Plata en Plasencia, provincia de Cáceres.
Ruta de Cartagena. Se
origina en esta ciudad y pasando por Murcia llega a Albacete para enlazar con
la Ruta de Levante.
Ruta de Caravaca de la Cruz. Parte de esta localidad o de Huércal-Overa para llegar a Albacete
y unirse al resto de la ruta.
Ruta Sureste. Parte de
Alicante y toma el Valle del Vinalopó para pasar por Elda y Villena, llegar a
Yecla y adentrarse en la Mancha. Otra modalidad es, partiendo de Albacete
dirigirse a Ávila, Tordecillas y Toro.
La ruta
sureste continúa a Benavente para unirse a la Ruta de la Plata y así llegar
hasta Astorga y enlazar con el Camino Francés.
Caminos Mozárabes.
Estos caminos
fueron utilizados por los peregrinos andaluces después de la Reconquista.
Camino de Granada. Parte
de esta ciudad y pasando por Córdoba se une a la Ruta de la Plata en Mérida.
También, pasando por Alcaudete, en Jaén, se llega a Ciudad Real y Toledo para
integrarse en la Ruta de Madrid. Otra opción, es llegar hasta Córdoba para
dirigirse desde aquí a Ciudad Real.
Camino de Málaga. Partiendo
de esta ciudad, los peregrinos tomarán la dirección de Castro del Rio, en la
provincia de Córdoba, para integrase en la ruta principal.
Camino de Almería. Desde
esta ciudad, los peregrinos se dirigen a Granada.
El peregrino de hoy
En la
actualidad, la forma más común de peregrinar la encontraremos en el peregrino
que camina a pie y el que utiliza la bicicleta, siendo más raro las
caballerizas. El peregrino de a pie debe de tener presente una serie de
factores. Los accidentes más frecuentes serán las ampollas pero también los
dolores articulares y musculares, con la aparición de las temidas “agujetas”.
Muchos recomiendan que se incluya en el botiquín agujas estériles para poder
pinchar las ampollas, así como algún preparado antiséptico y “tiritas”. Una
pomada antiinflamatoria y vendas. Otro factor es las alergias por picaduras, pudiéndose llevar algún preparado
corticoideo. Es muy importante el efecto del sol y del viento, siendo conveniente
llevar cremas protectoras. La vestimenta recomendada en nuestros días consiste
en ropa cómoda, poco pesada y transpirable. No obstante, la vestimenta deberá
adaptarse a la estación del año en que se va a hacer la peregrinación. El
calzado es muy importante y se aconseja zapatillas solidas y transpirables y
algunos hablan de la bota de Trekking, con calcetines adecuados y bien
colocados, con el fin de evitar rozaduras. Otros opinan que no existe un
calzado perfecto para realizar el Camino y lo ideal sería llevar un par de
botas, unas zapatillas y unas sandalias, pero supondría ocupar espacio y
aumentar el peso de la mochila. Aconsejan que se elija el calzado de acuerdo a
la ruta que se va a seguir y la estación del año elegida para el peregrinaje.
De todos modos, el calzado que se emplee tendrá que responder a los requisitos
de comodidad, ligereza, impermeabilidad y transpiración. Hoy en día, el bordón
es sustituido por bastones más ligeros. El equipaje debe de ser ligero y llevar
solo cosas necesarias. Se aconseja llevar un saco de dormir, ropa de repuesto,
chubasquero, gorra o sombrero, un recipiente para agua. Además, un pequeño
botiquín con los elementos que hemos comentado. Si bien, estas recomendaciones
son para el peregrino a pie, el ciclista también necesita las suyas propias. Deberá
estar bien entrenado pues tendrá que adaptarse a toda clase de terreno, el cual
unas veces será llano y otras veces tendrá cuestas, que si bien puede ser pesado
el subirlas podrá ser peligroso el bajarlas, ya que hay pendientes muy pronunciadas.
Por este motivo, es imprescindible revisar los frenos antes de la partida. Lo
mejor sería una ITV de la bicicleta, en un taller de garantía. Esta bicicleta
no deberá ser muy pesada, aunque hoy en día las hay perfectamente preparadas
para esta clase de viajes, como es el caso de la bicicleta de montaña. Muchos
aconsejan llevar alforjas para compensar el peso a ambos lados y distribuir el
peso total entre las ruedas delantera y trasera. No recomiendan llevar peso
sobre la espalda, aunque hay quien lo hace mediante la utilización de una
mochila, pero con la condición de que sea ligera y anatómica, llevando
cinturones de ajuste, pectoral y ventral. La bicicleta debe estar bien
iluminada y la ropa del ciclista debe de ser bien visible. Es recomendable
llevar una camiseta de algodón para absorber bien el sudor, zapatos o
zapatillas de suela dura y el pantalón “culotte”, corto o largo, para evitar
rozaduras en parte interior de los muslos. Gafas y gorra para protegerse del
sol y de los mosquitos. Casco protector. Chubasquero, y el pequeño botiquín. La
ropa debe de ser ajustada, ofreciendo la menor resistencia posible al aire y
que nada flote para que no se enrede en las ruedas. Igual que para el peregrino
de a pie, la ropa exterior debe de ser de colores muy vivos. Últimamente se
utilizan chalecos reflectantes, siempre que sean transpirables. También pueden
utilizarse tiras reflectantes en ropa o mochila. Esta practica vale también
para los peregrinos de a pie. Junto a ello; bomba, cámara de repuestos, parches.
Últimamente se llevan líquidos y bandas para corregir pinchazos e incluso hay
cubiertas antipinchazos. Para el peregrino que va a realizar el viaje en
bicicleta se le recomienda que antes de salir planee bien las etapas y estudie
bien las superficies, porque no todas son iguales. Debe organizar bien el
equipaje de la bicicleta, como hemos dicho antes, porque con el peso
equilibrado el pedaleo se hace más fácil. Convendría llevar una bolsa en el
manillar con la documentación. El ciclista, sobre todo, debe considerar la
época del año en la que se va a efectuar el camino porque con la lluvia el
terreno puede llegar a ser impracticable. Debe respetar siempre al peregrino de
a pie porque este tiene preferencia en el Camino.
Ambos
peregrinos; los que caminan a pié y los que van en bicicleta, deben de conocer
una serie de factores. A lo largo del Camino van a encontrar una serie de
refugios de carácter gratuito. No obstante, el peregrino debe de ser generoso, aportando
un donativo que contribuirá al mantenimiento de estas instalaciones. Con el fin
de no sobrecargar el equipaje, deberá ir adquiriendo a lo largo del Camino todo
lo necesario de alimentos, ropa y medicamentos. Llevar una cantidad de dinero,
aunque no mucho, siendo muy importante las tarjetas de crédito para emplearlas
en los cajeros automáticos. Sobre la alimentación, es aconsejable hacer un
desayuno fuerte antes de comenzar la marcha y hacer a lo largo del viaje
pequeñas comidas, con el fin de evitar hipoglucemias. Al final de la marcha se
podrá hacer un almuerzo tardío o cena, más abundante y sano. Otra solución
sería el consumir durante el Camino; frutos secos o pasas, o chocolate, pero
este último tiene el inconveniente de provocar sed. Tomar agua, y algunos
aconsejan ingerir alguna infusión como café o té. Deberá llevarse una
cantimplora con agua mineral para evitar tomar agua de ríos y arroyos que
pudieran estar contaminados. No lavarse la cara, a ser posible, durante la
ruta, y sobre todo mucho cuidado de hacerlo en los ojos por estos lugares. Es
conveniente, sobre todo para el peregrino de cierta edad, pasar una revisión
médica antes de emprender el Camino. Son muy peligrosos los accidentes
cardiovasculares. Hay que tener especial cuidado con los golpes de calor, sobre todo en las estaciones cálidas. Esta
patología se presenta cuando hay una exposición prolongada al sol, a
temperaturas altas, y es favorecida por el ejercicio físico intenso, sobre todo
en ambientes húmedos. Al incrementarse fuertemente la temperatura corporal
fallan los mecanismos reguladores del calor y el individuo entra en un estado
de shock. Se debe evitar una exposición excesiva al sol, por eso es
recomendable hacer el camino en estaciones no muy cálidas o bien en horas muy
tempranas o tardías. Debe de ir bien protegidas; la piel, cabeza y vista. Consumir
abundante agua, líquidos y bebidas isotónicas. Por supuesto, no haber hecho una
comida pesada. Llevar ropa transpirable. Al menor síntoma, humedecer el rostro
con esponja o paño húmedo. En todo caso, a ser posible, interrumpir la marcha y
contactar con un servicio sanitario de urgencias.
Hay que tener
en cuenta que en nuestros días podemos encontrar numerosos centros
hospitalarios distribuidos a lo largo de todos estos caminos. Además, hay
ambulancias y helicópteros que aseguran el transporte del enfermo. No obstante,
el peregrino debe de ser precavido y velar por su seguridad. Debe de llevar
consigo su documentación con sus señas, domicilio y números de teléfonos.
Tarjeta de asistencia sanitaria. Debería llevar anotado las direcciones de
urgencias; hospitales, centros médicos, ambulancias, así como los teléfonos de
urgencias de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Junto a ello, la Credencial del Peregrino, y sería muy útil llevar una ligera cámara fotográfica
que después deje testimonios valiosos de la aventura que se ha emprendido. Dado
que desgraciadamente se ha producido alguna que otra tragedia, de las que hemos
tenido conocimiento a través de los medios de difusión, se aconsejaría al
peregrino la máxima prudencia a lo largo del viaje, sobre todo aquel que ha
elegido una ruta menos transitada. No hacer el camino solo. Si esto no ha
sucedido, tener cuidado con las amistades que se ha encontrado a lo largo de la
ruta. Tendremos en cuenta que el peregrino de a pie podría hacer unos 5 km por
hora, mientras que el ciclista haría de 11 a 13 km por hora. En ambos casos
vendría muy bien contar con un coche de apoyo. La Credencial del Peregrino es un documento indispensable para que
exista constancia de que se ha hecho el Camino. Dicha Credencial puede
obtenerse en diversos sitios, como La Casa del Deán, junto a la Catedral, o
bien en iglesias del Camino, asociaciones jacobeas, refugios y albergues.
Cuando el peregrino inicia la ruta, presentará la Credencial en el lugar de
inicio, normalmente parroquia, para que figure la fecha y como se hace el
Camino; a pie, en bicicleta, o a caballo. Cada vez que finalice una etapa, el
documento tiene que volver a ser sellado, pudiéndose hacer en la parroquia,
iglesia, albergue o refugio, e incluso si existe la imposibilidad de hacerlo en
estos lugares, hay sitios autorizados, como bares y restaurantes. Cuando el
peregrino llega al final del Camino, en la Catedral, se le entregará La Compostela, en la Oficina de Acogida
al Peregrino.
La Compostela. Documento que tiene su origen en el Siglo XIV y se otorga a aquel que mediante la presentación de la Credencial del Peregrino, debidamente sellada, demuestre haber hecho un mínimo de unos 150 Km para llegar a la Catedral de Santiago de Compostela. Se entrega en la Oficina de Acogida al Peregrino de la Catedral de Santiago. Casa del Deán. Rua del Villar nº 1. Millán Bravo Lozano. Guía Práctica del Peregrino.
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