El naufragio de la fragata Santa
Leocadia
La fragata Santa Leocadia fue botada en Ferrol el 24 de marzo de 1777,
habiendo dirigido su construcción el ingeniero José Fuster, siguiendo el
sistema de construcción de Francisco Gautier. Sus dimensiones eran las
equivalentes en la actualidad a 46,26 mts. de eslora, 11,95 mts. de manga y
5,91 mts. de puntal. Su desplazamiento era de 608 toneladas y portaba 34
cañones. Se le bautizó con el nombre de Santa Leocadia, mártir hispano-romana
del siglo IV de nuestra era, natural de Toledo y en cuya Catedral están
depositadas sus reliquias. Venerada en diversas partes del Mundo y por reyes y
autoridades eclesiásticas. La fragata realizó numerosas labores de patrullas,
sobre todo por las costas cántabras y gallegas, participando en combates frente
a buques de la flota británica, y apresando algunos de ellos. En 1780 fue
forrada de cobre en el Arsenal de Ferrol. En 1800 se encuentra en aguas de Perú,
y junto al bergantín Peruano reciben la orden de dar la vela desde el Callao
con el fin de escoltar un convoy, y dirigirse a Panamá donde había que entregar
un millón doscientos mil pesos, y cincuenta y cuatro prisioneros de guerra,
ingleses. El comandante de la Santa Leocadia es el capitán de navío Antonio
Barreda, y además tiene orden de reconocer los puertos de Paita, Guayaquil y Manta.
El día 7 de noviembre se pone en marcha el convoy, tocando Paita, y cuando
llega a Guayaquil se queda dando escolta el bergantín Peruano mientras que la
fragata se adelanta para reconocer la Punta de Santa Elena, teniendo la
fatalidad de embarrancar al Sur de dicha punta. Es la noche del 16 de
noviembre. Se da aviso al convoy mediante el disparo de varios cañonazos, y se
envía un bote al Peruano para comunicar la situación de la fragata. Esta estaba
atravesada a la mar y tumbada a barlovento. Las olas inundaban el buque. Las
cubiertas se desprendieron y muchos se sujetaron a los fragmentos del buque,
siendo rescatados por el bergantín y las otras unidades del convoy. También
acudieron la corbeta Castor que se encontraba en Valparaíso y el bergantín
Limeño. Los náufragos fueron llevados a una playa, donde 48 heridos fueron
trasladados a Guayaquil y se enterraron 58 cadáveres, habiendo desaparecidos 82
hombres; por lo que 140 personas perdieron la vida y 48 resultaron heridos. A
bordo había 339 personas, entre dotación, pasaje y prisioneros ingleses. Entre
los ahogados estaba el médico-cirujano Mauricio Roa. La gente había quedado
alojada en la playa, en campamentos con almacén para guardar pertrechos,
solicitándose víveres a la base más cercana. Ahora quedaba la misión de
rescatar los caudales que transportaba el buque y había que esperar que
mejorara el tiempo y que la mar estuviera en calma. Así se llega al mes de
enero de 1801, cuando se puede bucear y se consigue rescatar un millón ocho mil
y pico de pesos. Quedan doscientos mil pesos esparcidos por el fondo marítimo
que no pueden ser rescatados. Se puede extraer 28 cañones y una cantidad de
pertrechos.
En 1803 se celebró en Cádiz un Consejo de Guerra para juzgar este
naufragio, quedando absuelto el comandante del buque
BIBLIOGRAFÍA
FERNÁNDEZ DURO, C. Naufragios de la
Armada española. Establecimiento tipográfico de Estrada, Díaz y López.
Madrid, 1867
GARCÍA ECHEGOYEN, F.J. “Los mayores naufragios en la Historia de la Armada
española. El siglo XIX”.naufragios.es
HISTORIA NAVAL DE ESPAÑA Y PAISES DE HABLA ESPAÑOLA.
“Fragata Leocadia, Santa 1777”.todoavante.es
PREGUNTA SANTORAL. “Santa Leocadia, la mártir de Toledo”. 9 de diciembre de
2010
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