Continuación
Vida social del pueblo judío en
tiempos de Jesucristo
El matrimonio y la familia
Los matrimonios eran arreglados por los padres. Los futuros suegros debían
de pagar una dote por la novia a los padres de esta, al ser la mujer considerada
como una ventaja laboral. El matrimonio iba precedido de los esponsales que
constituía un gran acontecimiento y desde este momento los contrayentes eran
considerados como verdaderos esposos, aunque pudieran vivir separados por algún
tiempo. El novio y amigos hacían una procesión hasta la casa de la novia, y una
vez que la pareja recibía la bendición; el novio llevaba a la novia por las
calles del pueblo hasta su propia casa. Según la Ley judía, un hombre tenia
prohibido casar a su hija cuando era menor y solo era posible la boda hasta que
tuviera la mayoría de edad y pudiera decir: “Yo quiero”. El marido era la
cabeza de la familia y la esposa estaba sujeta a él, manteniendo un papel secundario.
Las familias solían guardar los nombres de sus ascendientes en unas tablas genealógicas
con el fin de velar por la pureza de las uniones y conservar el derecho a los
territorios asignados a cada familia, al distribuirse la tierra prometida a
cada tribu. El nacimiento de un hijo era para los judíos una bendición del cielo
y la esterilidad se consideraba como una maldición, sobre todo en la tribu de
Judá donde se esperaba la llegada del Mesías, y por esta razón era más preciado
el hijo varón que la hembra. A los ocho días, según la Ley de Moisés, se la
circuncidaba y se le imponía un nombre. El primer hijo varón era el primogénito
y tenía una serie de derechos, como: doble parte en la herencia del padre y una
especial bendición, la cual le daba autoridad y prestigio como probable
ascendiente del Mesías. El primogénito debía ser ofrecido a Dios para ser
posteriormente rescatado mediante una ofrenda, más o menos rica según la
fortuna de la familia.
La vivienda
Las casas de Palestina tenían la forma y distribución usual de Oriente. La
mayoría poseían una sola planta, y algunas tenían otra superior, a la que se ascendía
por una escalera externa. Todas solían tener el techo plano o ligeramente
inclinado, formando una terraza en la que se podía hacer vida, sobre todo en
las noches calurosas. Tenían una o dos angostas ventanas. Las casas modestas
eran de caña o ladrillos de adobe, los cuales eran amasados con los pies y
cocidos al sol. Los muros se revestían de cal y algunas veces se empleaba una
mixtura de cal con lodo, dejándose reposar algún tiempo para el secado y
endurecimiento. Las casas sencillas tenían el aspecto de una caja grande,
cuadrada, compuesta únicamente por una planta baja, dividida en dos, y a veces
a distinto nivel. La parte más alta servía de comedor o dormitorio, y la más
baja de establo. Cuando los animales estaban en el campo, la parte inferior era
utilizada como taller. En la parte alta comúnmente había una sola sala, grande;
donde estaban las hidrias o vasijas para el agua, las piedras de moler el
trigo, y el horno para cocer el pan. Además, una especie de esteras o cojines
que se extendían para dormir. Algunas casa tenían, delante o detrás, una cerca
o empalizada, que era una especie de corral donde se plantaban higueras y
parras. A veces había otro piso más, llamado habitación alta, y si no se podía
disponer de ello se utilizaba un cuarto hecho de tablas, o empanado sobre el
techo, el cual constituía un lugar fresco durante los veranos, podía servir de
retiro, o para alojar un huésped. El amueblado de esta habitación consistía en
una cama, mesa, banquillo y candelero. También se llegaba a el por una escalera
exterior. Las casas estaban cubiertas por un techo con vigas, entrecruzadas con
ramaje. Todo quedaba recubierto de barro apisonado, pasándose luego sobre ello
un rodillo de piedra, el cual permanecía sobre el techo con el fin de usarlo
varias veces. El conjunto debía ser consolidado cada año, antes de la estación
de las lluvias. Estaba rodeado de un parapeto, y provisto con trechos en las
casas antiguas, con el fin de permitir que escurriera el agua de la lluvia. También, este parapeto evitaba la caída de alguna persona. En el techo, formando terraza, además de
poder hacer vida, como hemos comentado, se podía secar las legumbres, hacer
madurar las frutas, y algunos acostumbraban a orar. Como hemos dicho, había
pocas ventanas, y todas abiertas a la calle, siendo bastante altas. Por regla
general se utilizaba barrotes de madera, para protegerse de los ladrones. Todas
puertas y ventanas estaban fabricadas con madera de sicomoro. Las puertas
quedaban montadas sobre bisagras y eran firmes al cerrarse. Se empelaba, para
asegurar el cierre, barrotes de madera. Las casa de los ricos eran de piedra y
argamasa y solían tener varias salas; un comedor con asientos que podían ser
triclinios, para tres personas, que permitía comer recostado, según costumbre
romana. Las habitaciones quedaban distribuidas alrededor de un patio central. Estas casas poseían cisternas y baños. Las
primeras se encontraban en los patios con la finalidad de recoger el agua de
lluvia. Podían disponer de calefacción central con cañerías de agua o aire
caliente, procedentes de un fogón.
Panorama domestico
La mayor parte de la población la constituía gente modesta. Los jornaleros
eran asalariados que se ganaban el sustento con su trabajo. Se les pagaba un
denario más la comida por cada día de trabajo, trabajando de sol a sol. Los
esclavos, la mayoría estaban en el Palacio de Herodes, eran criados domésticos,
no libres. Los judíos solo podían ser esclavos durante seis años. Los mendigos
acostumbraban a situarse en torno al Templo y vivían de las limosnas, las
cuales formaban parte de la piedad judía. Los campesinos o “Am ha aretz”, que
quiere decir pueblo de la tierra; estaban constituidos por agricultores
fundamentalmente, pero también había ganaderos, y ambos tenían que trabajar
arduamente para poder sobrevivir. El hombre labraba en el campo o conducía los
rebaños mientras que la mujer y los niños se encargaban de las labores
domesticas. Sacaban agua del pozo del pueblo, antes de que calentara el día,
mediante balde hecho de cuero de cabra o tinajas. Las semillas eran cogidas,
eliminando toda partícula contaminada y se pasaban por una lámina de metal
caliente. La mayor parte se trituraba en el molino de mano, formándose
tortillas que eran cocidas en unos hornos de barro. El pan crecía de tamaño al
ser añadida parte de una masa de levadura, la cual había sido preparada el día
anterior.
La clase media prácticamente no existía, y los pocos que pertenecían a ella
se concentraban en Jerusalén. La formaban comerciantes y artesanos propietarios
de sus talleres. A ellos se les añadirían los dueños de las hospederías.
El niño judío; además del conocimiento de la Ley, debía de aprender un
oficio. Cuando el muchacho cumplía los trece años llegaba a ser un “hijo de la
Ley”, al siguiente sábado leía en hebreo una parte de la Ley, y recibía la
bendición del rabino principal.
Panorama laboral y social
La agricultura constituía una labor muy importante en la Palestina de Jesús.
Cuando llegaba el otoño, las lluvias suavizaban la tierra y entonces se hacían
en ella, eras mediante un arado de madera tirado por un buey. La semilla se
esparcía a mano y las lluvias de la primavera producían la cosecha. Entonces,
podía arrancarse la planta, de cuajo o ser cortados los tallos con una hoz. El
grano era llevado a un piso de tierra nivelado, llamado desgranador, donde las
pisadas de los bueyes separaban el grano de la paja. Después el viento, al
soplar, se llevaba la paja, que posteriormente era recogida con el fin de ser
utilizada como combustible en los hornos caseros. El grano puro se medía y
quedaba almacenado para su uso o venta. También eran importantes las cosechas
de uvas, aceitunas e higos. Las uvas eran pisadas en un lagar y se dejaba
fermentar el jugo obtenido para elaborar el vino. Con las aceitunas se
elaboraba el aceite que después sería empleado para cocinar o para lámparas,
uso medicinal o de limpieza.
Los pescadores pescaban en ríos y lagos, especialmente en el lago de
Galilea, y en tiempos de Jesús florecía en este lugar una industria de la
pesca. Para pescar se introducía en el agua una especie de red, formando un
circulo del que colgaban unas pesas o bien una red que era lanzada desde la
ribera y era recogida en la playa. Otras veces, entre dos barcas era colocada
una red barredera. Una parte del pescado
se vendía y otra se consumía o se salaba para su conservación y posterior consumo
o venta.
Los pastores tenían que viajar largas distancias, independientes del tiempo
que hiciera, incluso bajo el sol pesado de las épocas de verano. Dormían
delante de la puerta del corral, llamada también puerta de las ovejas, debido a
que estaban obligados a mantener vigilancia frente al peligro que representaban
los animales salvajes. El rebaño normalmente era mixto, compuesto por ovejas y
cabras.
Los carpinteros fabricaban y reparaban los instrumentos agrícolas
normalmente empleados, como: arados, rastrillos y desgranadores. Otras veces,
fabricaban muebles para el hogar o reparaban estos.
El albañil se ocupaba de sacar la piedra caliza, abundante en el suelo
palestino. Después debía de darle la forma necesaria para la construcción y
encargarse de ello.
El alfarero empleaba la arcilla para fabricar utensilios caseros. Para su
trabajo empleaba un torno manual y un horno.
Los curtidores tenían que trabajar lejos de los poblados por el mal olor
que desprendían las pieles, y lo hacían junto a un rio. Fabricaban sandalias,
cinturones, y ocres de cuero de cabra, empleados en el transporte de agua, vino
y aceite.
Los publicanos eran recaudadores de impuestos pero no pertenecían a
funcionarios del Estado sino que eran comerciantes que adquirían del Estado, en
calidad de arriendo, el derecho a la recaudación de impuestos. Se quedaban con
todo lo que podían sacar por encima de la tarifa. Estaban los jefes y los
cobradores. Los primeros eran gente rica, generalmente jefes de familia de la
alta sociedad, y algunos eran miembros del Sanedrín. Los judíos debían de pagar
a los romanos impuestos directos e indirectos. Estos publicanos arrendaban
puestos aduaneros, con un canon de arriendo y los ingresos superiores a este
canon constituían ganancias para el arrendatario. Los cobradores locales eran
los publicanos propiamente dicho y la mayor parte de ellos eran pobres o
esclavos, empleados por una especie de agencia de recaudación. Los derechos
existentes eran verdaderamente opresivos para el pueblo judío. Podía ser: Derecho
de aduana y de peaje a la entrada de los pueblos, en los puentes, los vados, o
los cruces de caminos. Los recaudadores exigían una cantidad de dinero superior
a la tarifa oficial, con el fin de ganarse la vida. El pueblo transigía porque
no conocía bien la ley romana de impuestos y por otra parte no se atrevían a
reclamar porque los recaudadores estaban apoyados por los romanos. A los ojos
de los sacerdotes y fariseos, el publicano era un pecador porque su profesión
era considerada contaminante o impura por los escribas o doctores de la Ley.
Para los judíos, el único impuesto legítimo era el que se pagaba al Templo de
Jerusalén. Los publicanos que cobraban para los romanos eran despreciados por
la comunidad y constituían una clase pobre que tenían que aceptar este
deshonroso trabajo para poder sobrevivir. Jamás eran invitados a comer, no se
trataban con las demás gente, estaban despojados de sus derechos civiles, no
podían ser jueces ni testigos en un proceso, no podían pertenecer a una
comunidad de fariseos. En resumen, eran: gente tomada como pecador, mal
pagados, y con frecuencia maltratados. No obstante, Jesús tiene un trato
especial para estos publicanos, y esta actuación fue escandalosa para muchos
judíos. Es el caso del publicano Leví, llamado por Cristo para ser discípulo
suyo. También se le criticaba el frecuentar la compañía de publicanos y
pecadores, y comer con ellos. Jesús en ocasiones replicó: “No necesitan médico
los sanos sino los enfermos”.”No he venido a invitar a justos sino a pecadores
a que se arrepientan”.
Ya hablamos en capítulos anteriores de los sacerdotes con sus distintos
grados y de los escribas. Los ricos eran poco en número pero muy poderosos y
eran conservadores en cuanto a la religión y la política, generalmente
pertenecían a los saduceos. Como ejemplo tenemos a Herodes II Antipas. Había
recibido de su padre Herodes I el Grande; una parte del reino de este, la cual
correspondía a Galilea, provincia del Norte, con la capital en Tiberiades.
Además, la Transjordania del Este. No obstante, era en realidad un vasallo de
Roma, y ni siquiera tenía el título de rey. Sus partidarios eran los herodianos,
y unos pocos miembros de la familia real obtuvieron tierras en latifundio,
dejando la administración de estas en manos de empleados. Los sacerdotes y sus
familias también estaban entre los ricos. Los grandes comerciantes y
terratenientes eran normalmente saduceos, así como los jefes de los sacerdotes.
La sociedad judía era una sociedad patriarcal. A la familia se le llamaba
también “casa del padre”, y este gobernaba como señor absoluto. Era dueño y
responsable de los bienes de la familia. Los hijos varones eran sus herederos,
mientras que las hijas podían aumentar el patrimonio familiar por el precio que
el pretendiente o sus padres pagarían al concertar el matrimonio. El padre era
el único que tenía derecho a disponer, dar órdenes, castigar, pronunciar
oraciones, bendecir la mesa, y ofrecer los sacrificios. También era el maestro
de sus hijos. Como madre, la mujer era respetada y reverenciada ya que los
hijos constituían una bendición de Dios. Pero la mujer judía en tiempos de
Jesús era considerada inferior al varón, e igual que el niño menor de 13 años
se debía por completo a su dueño; al padre si era soltera, al marido si era
casada, al cuñado si era viuda sin hijo. La mujer soltera estaba bajo la tutela
de su padre hasta los 12 años de edad, siendo considerada como menor. Solo el
padre tenía capacidad para casarla, pero cuando llegaba a la mayoría de edad, a
los 13 años, podía hacerlo ella y decidir a quien quería por esposo.
Alimentación
La alimentación del pueblo judío se encontraba basada en el trigo y en la
cebada. Junto a ello; los frutos del campo y la leche. Los panes podían hacerse
con levadura o sin ella. Cuando por cualquier circunstancia la comida era más
copiosa, se añadía un plato central, compuesto por carne de cordero, cabrito o
ternera, algunos huevos, y vino. Solo había dos comidas al día: La comida del
mediodía y la cena de la noche. Antes de comer se bendecía la mesa y al terminar
se daba gracias a Dios. Normalmente se sentaban sobre las esteras, en el suelo,
aunque últimamente aparecieron las sillas para comer y los triclinios, a los
que hemos hecho mención. Cuando se daba la circunstancia de que había un
invitado o se trataba de un banquete, los comensales se presentaban vestidos de
blanco. El jefe de la casa recibía a los invitados con el beso de la paz y a
los huéspedes se les lavaba los pies y se les perfumaba la cabeza.
Vestimenta
Por lo regular, los hombres usaban varias piezas:
Túnica. Especie de camisa larga que iba desde el cuello a los pies, y
estaba fabricada con lana o lino
Cíngulo. Ceñía la túnica por la cintura. Los ricos lo llevaban de lino y a
veces iba bordado en oro, y llevaba piedras preciosas, mientras que los pobres
lo llevaban de cuero
Manto. Llamado también capa. Este llevaba unas cintas encarnadas en sus ángulos
que simbolizaban la sujeción a la Ley.
Turbante. Era un pañuelo anudado a la cabeza, del que colgaba un velo que
cubría el cuello y espaldas. Servía para protegerse del sol, intenso en aquella
zona.
Sandalias. Eran suelas de cuero ajustadas a los pies mediante correas.
La indumentaria de las mujeres era semejante a la de los hombres pero con
más colorido. Además, se adornaban con diademas, anillos, pendientes, pulseras,
y toda clase de joyas.
Enterramientos
Seguían las costumbres de todos los pueblos del Oriente. El cadáver,
después de embalsamado y limpio, se vendaba cuidadosamente en todo el cuerpo y
se cubría la cabeza con un sudario. Desde la muerte hasta el sepelio, efectuado
antes de las veinticuatro horas posteriores al fallecimiento, acompañaban al
cadáver las plañideras que eran mujeres pagadas, con el fin de llorar a grandes
voces y suspiros y proclamar las virtudes del difunto. También iban unos
flautistas acompañando el duelo. El cadáver era conducido al sepulcro en unas
andas, seguido del cortejo de familiares y amigos. El enterramiento se hacía en
grutas o cuevas, tapándose la boca de estas grutas con piedras enormes. Otras
veces se hacía en tierra y la tumba se cubría de flores, situadas en la linde
de los caminos. Los pobres y extranjeros eran enterrados en unos campos
humildes, destinados a ellos. Al sepulcro acudían a llorar, muchos días, las familias.
En ocasiones, las plañideras pagadas para este fin.
Formas sociales
Se saludaban mediante un beso en la frente o en la mejilla. Los hombres solían
cogerse la barba o se abrazaban fuertemente. Otras veces, el saludo consistía
en una mutua y profunda inclinación. Normalmente, el saludo se acompañaba con
frases como estas: Dios sea contigo o con vosotros. Iahvé te bendiga. La paz
sea contigo o con vosotros. Al despedirse, se podía hacer con estas frases: Id
en paz. Dios sea contigo o con vosotros. Para saludar al rey o aun personaje
célebre: Hosanna o Salve…Viva…
Idioma
Al principio los judíos utilizaron el hebreo, pero a la venida de
Jesucristo esta era una lengua muerta y solo se utilizaba en ritos y lecturas
religiosas, que traducían los doctores, porque solo ellos la dominaban. En los
tiempos de Jesús, la lengua corriente era el arameo, de Aram, y lo habían
importado los judíos de la cautividad de Babilonia
Moneda
Las más usuales eran:
Siclo. Moneda nacional judía y era el tributo anual que todo israelita
pagaba al Templo de Jerusalén.
Denario o dracma.
Didracma. Equivalente a dos dracmas.
Estater. Equivalente a cuatro dracmas.
Marco o mina de plata. Equivalente a setenta ciclos.
As. Equivalente a cuatro cuadrantes.
Maravedí. Equivalente a la cuarta parte del as.
Libra. Aunque era una medida de peso, se utilizaba a veces como moneda.
Talento. Equivalente a seis mil dracmas.
Además, había otras varías monedas.
Casa palestina con su escalera exterior. Zahonero Vivo y Martín Penalva
BIBLIOGRAFÍA
ESPINA. J.M. “Arquitectura hebrea en tiempos de
Jesús”.
artesaniaenelbelen.blogspot.com. 12 mayo, 2014
FABRA. A. “La vida cotidiana judía en tiempos bíblicos”. Monografías.com
ZAHONERO VIVO, J. MARTIN PENALBA, M. A. Elementos
de Religión. Jesucristo según el
Antiguo Testamento y según los Evangelios. Editorial Marfil. Alcoy, 1954
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