GIBRALTAR
Catedral católica de Santa María la Coronada
GIBRALTAR
Catedral católica de Santa María la Coronada
GIBRALTAR
Monumento al Cuerpo de Ingenieros Reales
CRISTO HA RESUCITADO
Cuenta Martín Descalzo, que para Bruckberger al escribir sobre la vida de Jesús, cada capítulo que abordaba le causaba la impresión de que era el más difícil y una vez superado este apartado los demás resultarían más fáciles. En cambio, esto no sucedía porque el nuevo capítulo le resultaría igual o aún más difícil.
Al llegar al último capítulo: el de la resurrección, estas dificultades se habían multiplicado. Da la impresión de que toda la vida de Cristo se juega en este capítulo, porque con la resurrección todo toma sentido y sin ella todo se reduce a la nada. Ni la encarnación sería el nacimiento del Hijo de Dios, ni su muerte sería una redención, sus milagros no serían milagros y no existiría verdaderamente su misterio; si Jesús no hubiera resucitado.
Porque sin este triunfo final, Jesús quedaría reducido a un genio o a un gran aventurero, o peor a un loco iluminado. Martín Descalzo se pregunta: ¿Que sería de nosotros, creyentes, sin eta resurrección, que sentido tendría nuestra fe, para que serviria nuestra Iglesia, en que oceano se perderían nuestras oraciones, si Jesús hubiera sido devorado por la muerte?
San Pablo dice: Si Cristo no resucitó; vana es nuestra fe, vana nuestra predicación.
Creeriamos en vano y en vano esperariamos. Nos alimentariamos de sueños y dedicariamos nuestras vidas en dar culto al vacio. Perderiamos todo aquello que habíamos sacrificado y nuestra alegría sería grotesca. Nuestra esperanza, la más amarga.
Algo muy parecido debieron experimentar en la noche de aquel sábado los amigos de Jesús. La enormidad de su pérdida, pues habían entregado al Maestro la totalidad de sus vidas, y más allá de sus aspiraciones. Se habían entregado con todo su ser, habiendo abandonado sus familias y sus medios de vida. Le habían seguido con una total entrega, dentro de sus miedos y de sus fallos. Creian en Él con la cabeza, con el corazón, y con la fe. Vieron que con Él giraba el sentido del mundo.
Ahora, había muerto y dicha muerte en cruz no era para ellos solo la desaparición de un amigo, ni la pérdida de un amor, sino que representaba el hundimiento de todo el mundo. Con su muerte lo habían perdido todo y empezaban a preguntarse si al morir Él, no habían muerto también ellos.
La otra pregunta que se hace el Padre Martín Descalzo es: ¿Esperaban su resurrección? y responde diciendo que si hacemos excepción de María, su madre, nadie la esperaba. La muerte de Jesús era para ellos tan definitiva como puede ser para nosotros la del mejor amigo que tengamos en este mundo, y los amigos de Jesús habían entrado en una resignación ciega. Pero, ¿no recordaban la resurrección de Lázaro? y ¿por que no Jesús?. Esta pregunta se la harían una y otra vez y se responderían que Lázaro había sido despertado por Jesús y ahora no estaba el que despertarse. No obstante, en algún momento pudieron imaginarse a Jesús regresando junto a ellos.
Domingo de Resurrección. Diarío de Cádiz
REFERENCIAS
MARTÍN DESCALZO, J.L. Vida y misterio de Jesús de Nazaret.
Ediciones Sígueme. Salamanca, 1998
JUEVES SANTO
LA DESPEDIDA DE JESÚS
Refiere el conocido teólogo Padre Martín Descalzo, siguiendo al historiador dominico Raymond Bruckberger que en ninguna literatura, religiosa o no, hay absolutamente nada comparable al relato de la noche del jueves santo, en los cuatros evangelios y especialmente en Juan.
Se trata de un hombre que camina sereno hacia su muerte y que domina los inevitables terrores, controlando con su razón los miedos, avanzando impávido.
Toda esta escena la había descrito Platón en la muerte de Sócrates, en el Fedón. El célebre filósofo moría rodeado de sus amigos fieles, mientras charlaba con ellos sobre el sentido de la vida y de la muerte y proclamaba su fe en la inmortalidad. De este modo, abandonaba su cuerpo como quien deja caer una túnica para entrar en el baño.
Esta despedida de Sócrates nos muestra la impresión de que se trata de un mundo de ideas y se echa en falta un poco de humanidad. En cambio, en la despedida de Jesús observamos un realismo más crudo, con una tragedia más descarnada, porque mientras Sócrates está rodeado de todos sus fieles discípulos, en el caso de Jesús, uno le traiciona. Hay dos impactantes profecías: sobre esta traición y sobre la negación de Pedro, su discípulo más importante,
Esta agonía que se prepara en Jesús adquirirá dimensiones trascendentes, porque su sangre será derramada para salvación de todos. Sobre la agonía de Cristo, Tomás Moro reflexiona de la siguiente forma: Que poco nos parecemos nosotros a Cristo, aunque llevemos su nombre y nos llamemos cristianos.
Afirma Martín Descalzo, que la escena del Monte de los Olivos es la más desconcertante y, probablemente, la más dramática de todo el nuevo testamento. No cabe duda de que Jesús comenzó a sentir tristeza ante la cercanía de su muerte, como así lo muestran los evangelios de Mateo y Marcos; comenzó a ponerse triste y a sentir abatimiento. Comenzó a sentir sobre su frente la mano de la muerte. Triste está mi alma hasta la muerte. Escriben los dos evangelistas citados.
El doctor en teología bíblica Álvarez Valdés, afirma en Revista Criterio, que Jesús quiso subrayar su cabal naturaleza humana. Quiso mostrar; como él, siendo el Hijo de Dios, se hizo plenamente hombre para salvar a los hombres.
Sagrada Oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto.
Paso del titular de la "Hermandad del Huerto"
San Fernando (Cádiz)
REFERENCIAS
MARTÍN DESCALZO, J.L. Vida y misterio de Jesús de Nazaret.
Ediciones Sígueme. Salamanca, 1998
FOTOGRAFÍA. Autor