Hemos visto su estrella y venimos a adorarle. Mateos 2,2
Martín Descalzo nos hace la siguiente reflexión: ¿Cómo pudieron entender que la estrella hablaba de aquel niño esperado?. ¿Cómo tuvieron el valor de abandonar sus casas y lanzarse a la aventura de buscar a ese niño?. Acaba diciendo, que la aventura del Dios que se hace hombre comenzaba a hacerse contagiosa.
Durante el largo viaje es probable que la fe de algunos de ellos se vinera abajo, o la esperanza, o ambas, pero sus otros compañeros le alentarían, porque se trataba de una locura compartida.
¿Emprendieron aquel largo camino porque una estrella se había encendido en el cielo?. Más bien, la estrella se encendió en sus almas. Cuando llegan a Jerusalén no encuentran una ciudad encendida en una gran fiesta, sino una ciudad muerta y silenciosa, y cuando preguntan donde está el nuevo rey de los judíos, no encuentran respuesta. Sus interlocutores mostrarían espanto y algunos huirían sin abrir la boca.
Cuando aquellos bondadosos magos, llegados de Oriente, toman contacto con Herodes y les pregunta por aquel nuevo rey, dice el evangelista que Herodes se turbó y toda la ciudad con el. Herodes se veía amenazado, y el pueblo, aunque la noticia les hacia renacer la esperanza de que alguien viniera a librarles del tirano, temían que se desencadenara un rio de sangre.
Pero, la fe de los viajeros era lo suficientemente fuerte para no quebrarse en este primer desconcierto y comenzaron a entender que no se iban a encontrar con un rey triunfador, porque este hecho ya se habría conocido en todo Jerusalén. Sin embargo, estaban seguros que algo muy grande se escondía en aquel niño.
No cabe duda que sus corazones se reblandecieron y entendieron que no era Dios el que se equivocaba, sino ellos imaginándose a un Dios solemne y pomposo, porque Dios tenia que ser aquello, y de inmediato se arrodillaron ante El.
REFERENCIAS
MARTÍN DESCALZO, J.L. Vida y Misterio de Jesús de Nazaret
Ediciones Sígueme. Salamanca, 1989
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