Según narración de Marcos, cuyo evangelio es el más sencillo de todos, donde cuenta los hechos sin ninguna clase de florituras ni interpretaciones propias. Cuenta: Pasado el sábado, María la de Magdalena y María de Santiago y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamarle. Y en la madrugada del día después del sábado, fueron a la tumba, al salir el sol. Y se decían unas a otras: ¿Quién nos apartará la piedra del sepulcro? Al mirar, vieron que la piedra estaba apartada, y eso que era muy grande. Entrando al sepulcro, vieron un muchacho sentado a la derecha, vestido con un traje blanco, y se asustaron. El les dijo: No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado. Resucitó, no está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron. Pero id y decid a sus discípulos y a Pedro: el va por delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis, como os dijo. Ellas, al salir, huyeron del sepulcro, porque temblaban y estaban como fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.
En realidad, aquellas mujeres
tenían poca fe en la posibilidad de una resurrección de Jesús y no pensaban que
el Maestro pudiera estar vivo. Pudiera preocuparles más bien el hecho de que no
hubiera quedado bien enterrado, con las prisas del viernes. Pues, lo hubieran
embalsamado a medias. No estarían satisfechas con aquella ceremonia
precipitada. Representa todo ello un fallo imperdonable. Se encaminaron en
dirección al sepulcro en la mañana del domingo y sin siquiera preguntarse cómo
podrían entrar en él, teniendo que remover aquella enorme piedra. Martín
Descalzo se pregunta: ¿Cuál sería la reacción al encontrarse del que creían
muerto no estaba allí y que alguien le anuncia que ha resucitado? Piensa que
seguramente sería una reacción en cadena; estupor, espanto, miedo, terror,
huida y silencio. Se frotarían los ojos sin decidirse a creer la buena noticia.
Se sienten trastornadas y creen que tienen que estar en un error e intentan
callarse porque temen que serán tenidas por locas si hablan del hecho.
Viendo las narraciones
evangélicas, todos los que se enfrentan con la resurrección de Jesús,
reaccionan de la misma forma; susto e incredulidad. Martín Descalzo opina que
si es llamativa la reacción de los amigos lo es más la de los enemigos. Mateo
transmite el episodio de los guardias de la tumba, cuando comunican la noticia
a sus superiores.
No cabe duda de que algo
maravilloso ocurrió que dejó inmovilizado a los guardias y no la actuación de
un grupo de ladrones. No cabe la menor duda que fue un factor que los dejó
impotentes. Tendrían que restregarse los ojos y palpar sus cuerpos para
asegurarse de que continuaban vivos. Cuando superan su espanto es cuando se dan
cuenta de que la tumba está abierta y vacía.
A continuación, va a aparecer una
nueva y gran preocupación; ¿Cómo se van a presentar ante sus superiores para
informar que han dejado escapar a un muero? Conocían los castigos que se
aplicaban a los infractores en el ejército romano. Así que no van directamente
a sus superiores militares, sino que se dirigen a los sumos sacerdotes para
contar lo ocurrido y hacen hincapié en los prodigios para justificar de este
modo el fracaso. No pueden ocultar el hecho de que el muerto ha regresado a la
vida.
La acogida de los sacerdotes va a
ser bastante sorprendente, porque si para los amigos de Jesús la reacción es de
miedo y de resistencia a creer que está vivo, pensando de que se trata de un
fantasma, no ocurre así con los enemigos y estos creen desde el primer momento
de que están ante un nuevo prodigio de aquel mago. Creen en la fuerza de Cristo
más que sus amigos, pues, aunque le odiaban reconocían su poder. Se
preguntarían: ¿Que podría ocurrir ahora? y ¿Cómo plantearían una nueva batalla?
Evidentemente se les había escapado.
Ellos veían que la luz era la
luz, pero estaban dispuestos a ahogarla para convertirla en tinieblas. No se
les plantea la posibilidad de haberse equivocados y acudieron a una absurda
solución. En vez de pedir un castigo para los soldados le dan dinero.
Narra el Evangelio de Mateos: Ellos,
reunidos con los ancianos, tomaron el acuerdo de dar a los soldados muchas
monedas de plata, diciéndoles: Decid que sus discípulos vinieron de noche y
robaron el cuerpo mientras dormíais. Y si se sabe algo de esto delante del
gobernador, nosotros lo convenceremos y os sacaremos salvos.
San Agustín se pregunta: ¿Cómo saber
que el cuerpo fue robado y lo fue por los apóstoles si ellos mismos dicen que
ocurrió mientras ellos dormían? ¿Si dormían, como lo vieron?1
El Papa Francisco hace la siguiente
reflexión: Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No
está aquí. Ha resucitado…Venid a ver el sitio donde lo pusieron. Esta es la
culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús el
crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de
nuestra esperanza. Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros
pecados, pero Dios padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de
la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el
bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte. No privemos al mundo
del gozoso aviso de la Resurrección.2
1). Martín Descalzo. 1998;
1167-1171
2). Papa Francisco. 2021; 142
REFERENCIAS
MARTÍN DESCALZO, J.L. Vida y
misterio de Jesús de Nazaret. Ediciones Sígueme. Salamanca, 1998
No hay comentarios:
Publicar un comentario