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martes, 17 de julio de 2018

REPATRIADOS DE CUBA.




La ciudad de Cádiz pronto se constituyó en lugar de destino de numerosos repatriados, muchos de ellos enfermos y heridos convalecientes. Según una Memoria sobre los Servicios prestados a la Nación por la Compañía Trasatlántica durante las últimas guerras coloniales y extranjeras, recogida por el profesor Orozco Acuaviva, nos permite reconocer la actividad de dicha compañía, desde enero de 1896 hasta abril de 1898, por lo que sabemos que con anterioridad se producía un gran número de bajas. En este tiempo; los vapores de la Compañía habían realizado noventa viajes desde La Habana, transportando 36.138 soldados, de los que 450 habían fallecidos durante la travesía.
 El insigne oftalmólogo Cayetano del Toro y Quartiellers, en su revista mensual llamada: Los Anales Médicos Gaditanos, incluye una estadística de los enfermos ingresados en los hospitales de Cádiz y otros centros asistenciales de la ciudad, relacionándolos con los fallecimientos ocurridos a partir del  15 de septiembre de 1896. Entre los hospitales figura el Hospital Militar, y en este centro junto al Hospital de la Misericordia, llamado también de San Juan de Dios, donde se había recibido enfermos militares procedentes de las colonias, se había observado un incremento de ingresos y defunciones con respecto al Hospital Civil o Provincial que no recogía a este tipo de enfermos. Para el Hospital Militar, se mantuvo la estadística hasta mayo de 1899, mientras que para los hospitales civiles se mantuvo hasta agosto de aquel mismo año.
Ruiz Sánchez, estudiando los repatriados de Cádiz, encuentra que desde octubre de 1898 hasta marzo de 1899, hay un número de 36.678 repatriados, con 4035 enfermos, habiendo fallecidos 326 individuos. El profesor Orozco encuentra en 1974, en el archivo del Casino Gaditano, el libro de Registro de entrada y salida en el Hospital de San Juan de Dios; de soldados enfermos y heridos, repatriados de Ultramar. El Casino Gaditano había abierto una subscripción para costear las estancias y se inició en el mes de noviembre de 1898. En el centro hospitalario citado fueron atendidos 947 soldados, falleciendo 88 de ellos. Las enfermedades más frecuentes fueron: paludismo, disentería y anemia. 
La Compañía Trasatlántica multiplicó el número de servicios al continente americano hacia finales del 98 y algunos de sus vapores tuvieron que cumplir la misión de hospitales flotantes. Era tal la cantidad de enfermos que desembarcaban en el puerto gaditano que hubo que crear un hospital provisional en unos pabellones militares, en Candelaria, mientras que en el islote de Fort-Louis se estableció un sanatorio, posiblemente para tuberculosos, donde hubo bastantes fallecimientos. 
Según algunas fuentes; el Ejército habilitó un hospital en el antiguo Cuartel de San Fernando, en la Caleta. También cooperaron: el Sanatorio Victoria de El Puerto de Santa María, La Cruz Roja de Jerez de la Frontera, Puerto de Santa María y Cádiz, así como la Fundación González Soto de Sanlúcar de Barrameda; para soldados heridos. El personal que no necesitó hospitalización fue alojado en los cuarteles de los regimientos de Álava y Pavía, Castillo de San Sebastián y Bóveda de Santa Elena, para después en trenes militares ser enviados a distintos puntos del país. 
El personal de Armada, en San Fernando; los oficiales se alojaron en el Edificio Carlos III de la población de San Carlos y la tropa en el cuartel de Infantería de Marina, en dicha población, mientras que los enfermos y convalecientes serian atendidos en el Hospital de Marina de San Carlos. Debido al gran número de fallecidos, hubo de utilizarse un cementerio cercano al Puente Ureña y a la Casería de Ossio, el cual fue construido durante el asedio francés y estuvo destinado para enterrar a los prisioneros franceses fallecidos de la Escuadra de Rosilly y de la batalla de Bailen. En el primer tercio del siglo XX, debido a que las aguas de la cercana playa de La Casería inundaban el recinto, hubo que desalojarlo, exhumando todos los restos para trasladarlos al cementerio de la ciudad.1
 En la ciudad de San Fernando, el día 9 de junio de 1895, se había despedido a las fuerzas de Infantería de Marina en un solemne acto, con una Misa de campaña ante su Ayuntamiento y ante la Virgen del Carmen; ahora llega el momento de acudir a la Avanzadilla para recibir a los que vuelven.
El día 28 de diciembre de 1898 ha zarpado de La Habana una flotilla al mando del capitán de navío José Moreno y Giralter-Valiente. La compone: el crucero Marques de la Ensenada acompañado por los cruceros auxiliares Rápido y Patriota, cañoneros torpederos; Nueva España, Vicente Yáñez Pinzón y Martin Alonso Pinzón. Cañoneros; Magallanes, Doña María de Molina, Vasco Núñez de Balboa y Hernán Cortes. Viajan en estos buques; personal de la Armada, Ejército, y familiares. Con ellos, viaja en el Magallanes una pasajera de excepción: La Inmaculada Concepción que durante mucho tiempo había presidido la capilla del Arsenal de La Habana. El día 4 de enero fondean en Port de France, zarpando el 7 de marzo para poner rumbo a Santa Cruz de Tenerife, y de Las Canarias a Cádiz. El comandante del Magallanes es el teniente de navío de primera clase Eugenio Vicente Pérez Andújar, casado en San Fernando con Concepción Baturone Gener.2 A su llegada, entrega la Imagen al Cura Párroco del Departamento Marítimo de Cádiz; Perfecto Verdes Fernández. Desde entonces, esta imagen se conserva en la parroquia castrense de San Francisco en San Fernando, antes Nuestra Señora de los Remedios, conociéndose como “La Repatriada". Dos años más tarde; Eugenio Vicente Pérez Andújar, cuando el Magallanes se encontraba fondeado en la desembocadura del Rio Muni, en Guinea Ecuatorial, sufre un fallo cardiaco y fallece, siendo enterrado en la soledad de la isla de Elobey Chico.3 En realidad, no estuvo solo porque en los últimos momentos le acompañó su antigua pasajera; María Inmaculada.

NOTAS.
*). Roca Núñez et al. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. pp. 134-136.



Cañonero Magallanes. Wikipedia. 18 de septiembre de 2017.

BIBLIOGRAFÍA.

Blanca Carlier, J. Mª. “Repatriados”. Miscelánea 21.729, pp. 425-426. Revista General de Marina. Marzo, 1986.1
Blanca Carlier, J. Mª. “El Cementerio de San Carlos”.  Miscelánea 24.513, p. 556. Revista General de Marina. Noviembre, 1996.2
Clavijo y Clavijo, S. La ciudad de San Fernando. Historia y Espíritu. Cádiz: Talleres tipográficos calle Obispo Calvo y Valero, 1961
Mosig Perez, F;  Baturone Santiago, M. E. “Historia de la Parroquia Vaticana y Castrense de San Francisco”. 
 www. vaticanacastrense.com 3
Orozco Aquaviva, A. “En torno al 98. Las relaciones médicas entre Cádiz y Cuba”. Medicina e Historia. Uriach, 1998.
1898. PUNTO DE ENCUENTRO. "Los repatriados de Cuba y Puerto Rico". 16 de octubre de 2006.
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martínez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.
ROCA NÚÑEZ, J.B. "Historia de la Virgen repatriada". Blog de humanidades y medicina. Google +. 23 de mayo de 2016.





lunes, 9 de julio de 2018

MANUEL DESCHAMPS MARTÍNEZ. CAPITÁN DE LA MARINA MERCANTE. HÉROE EN CUBA.




Natural de Santiago de Sigrás, concello de Cambres, en la Coruña. Durante la época de guerras en Cuba, se encontraba mandando el vapor Montserrat de la Compañía Trasatlántica. El día 10 de abril de 1898; zarpa de Cádiz con destino a Cuba, llevando pasaje, correspondencia, carga general, y material de guerra, haciendo escalas en Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas y Martinica, donde fondea en Port Royal. Aquí es cuando Deschamps se entera de la situación y se dirige a Cienfuegos, burlando el bloqueo americano, donde fondea el día 26 de abril. A pesar de que dos cañoneros americanos descubren al Montserrat y abren fuego sobre él, consigue desembarcar la carga, y entre ella el material de guerra. 
El capitán general de Cuba llama a Deschamps a la Habana para entregarle documentación que ha de llevar a la Península, destinada al Gobierno de la Nación. El Montserrat se dispone para arribar al puerto de  La Coruña y para ello tiene por delante una arriesgada navegación, intentando siempre pasar inadvertido, dirigiéndose a Caimanes y bancos del sur de Jamaica, para pasar después entre Guadalupe y Montserrat, llegando a La Coruña el día 20 de mayo. Por esta acción se le concede al intrépido capitán: la Cruz del Mérito Naval con distintivo Rojo. 
Al poco tiempo, el día 15 de julio, se hace de nuevo a la mar  desde Cádiz, con víveres y material de guerra, entre ellos; pólvora. El día 27, ya próximo al punto de destino, modera la marcha para navegar durante la noche por los canales de Providencia y Nueva Bahama, para fondear al siguiente día en el banco de Lago Sal y pasar allí toda la noche. Al siguiente día navega con rumbo a la costa sur de Cuba, llegando a quince millas de la costa de Matanzas y espera la noche para poner rumbo al puerto. Pero; en este tramo final, es reconocido por el enemigo quien abre fuego intenso de cañón e intentan cerrarle el paso. El capitán Deschamps fuerza la máquina, hasta llegar al puerto de Matanzas, logrando fondear en su bahía. En la tripulación del Montserrat figuran dos médicos contratados por la Compañía Trasatlántica quienes son: Rafael Borja y Enrique Robellart.1
Terminada la guerra, Manuel Deschamps, quien tenía en propiedad el cargo de capitán de la Compañía Trasatlántica, mandó los mejores buques de esta compañía, como los trasatlánticos Alfonso XII y León XIII. Falleció en Caldes d’Estrac, el 19 de agosto de 1923, a la edad de 70 años, y fue enterrado en el cementerio de San Vicente de Llavaneras, hoy San Vicente de Montalt, en la comarca del Maresme, provincia de Barcelona. 
En 1998; en el mes de noviembre, habiéndose acordado el traslado al Panteón de Marinos Ilustres, en la ciudad de San Fernando, de la provincia de Cádiz, exhumados los restos mortales del capitán Deschamps; son entregados a la Armada en Masnou, a los acordes de la habanera “Meu avi” que el coronel del Ejército y compositor José Luis Ortega Monasterio, le había dedicado tiempos atrás. La dotación de las corbetas Vencedora y Cazadora cubrían la carrera por donde debía pasar el cortejo fúnebre, siendo embarcado los restos mortales de Deschamps en el patrullero Vigía. El 1 de diciembre; dicho patrullero atraca en el Arsenal de la Carraca, siendo trasladados los restos, en una arqueta, al Cuartel de Instrucción de Marinería de Cádiz, en San Fernando, donde queda instalada la capilla ardiente. El día 2, la arqueta se coloca en un armón de cañón de desembarco, siendo tirada por marineros. En la escolta figuran cuatro capitanes de la Marina Mercante. Al llegar al punto de destino, una batería del Tercio de Armada rinde los honores correspondientes a capitán de navío con mando de agrupación naval. Introducida la arqueta en el Panteón; el capitán de fragata José María Martínez-Hidalgo y Terán pronunció un panegírico, resaltando las virtudes personales y profesionales del heroico capitán, así como el servicio que había prestado a España.2







Manuel Deschamps. Biblioteca Naval de San Fernando.



BIBLIOGRAFÍA.

Martinez-Hidalgo y Terán, J. M. “Traslado de los restos mortales del capitán de la Marina Mercante Manuel Deschamps al Panteón de Marinos Ilustres”. Revista General de Marina, enero-febrero, 1999, pp. 147-152.2
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martínez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.


VIDA MARÍTIMA."El capitán Deschamps y el vapor Monserrat"
vidamaritima.com, 8 de julio de 2011.1
*). Roca Núñez et al. La Sanidad de la Armada en la segunda mitad del siglo XIX. pp. 172-173.

lunes, 2 de julio de 2018

JOSÉ CASADO FERREIRO. TERCER CONTRAMAESTRE DE LA ARMADA. HÉROE EN EL COMBATE NAVAL DE SANTIAGO DE CUBA.




Natural de Mugardos, en la ría de Ferrol. En el combate naval de Santiago de Cuba formaba parte de la dotación del crucero Infanta María Teresa. Cuando con el buque incendiado y encallado en tierra; se da la orden de abandono, Casado colabora en la conducción de heridos. Se había instalado un cable desde el buque a la playa para poder efectuar el traslado; aún así existía dificultades por el mal estado de la mar, y muchos perecieron ahogados. Encontrándose Casado a salvo, en la playa, observa como una persona desde una porta del Infanta María Teresa, pide socorro. Casado, sin dudarlo, se arroja al agua y le siguen varios miembros de la dotación con chalecos salvavidas. El buque ardía y estallaban los proyectiles en su interior, cuando descubren que la persona a socorrer es el cabo de Mar de primera Ricardo Bellas, al que creían muerto. Tenía una pierna destrozada y arrastrándose con gran dificultad pudo llegar al castillo y desde allí deslizarse por la guía, llegando al agua para ser recogido por sus salvadores y ser conducido a la playa.
Después; el cautiverio, y encontrándose Casado en Portsmouth, por Real Orden de 9 de julio de 1898 es promovido a Tercer Contramaestre. Repatriación y viaje en el trasatlántico de la compañía británica Anchor Line: City of Rome, llegando a Santander para ser trasladado junto a un gran contingente de repatriados a la Coruña por ferrocarril, y desde esta localidad muchos de ellos embarcan en el vapor Tintoré que les conducirán a Ferrol. Casado marcha a Mugardos con cuatro meses de licencia, en calidad de repatriado. Por Real Orden de de 16 de julio de 1900, se le concede la Cruz de Plata al Mérito Naval con distintivo Rojo, por su comportamiento en el combate de Santiago de Cuba. Después de haber pasado por una corta licencia de enfermo y una excedencia, se incorpora al servicio en febrero de 1901, siendo pasaportado para Cádiz. Durante los sucesivos años pasa por el crucero acorazado Princesa de Asturias, cañonero Nueva España, acorazado Pelayo, y Arsenal de Ferrol. Una excedencia, y a continuación embarca en el cañonero Doña María de Molina, en tiempos de grandes disturbios en África. Interviene en los bombardeos de Beni-Said y Alhucemas. 
Después de pasar a la situación de retiro voluntario, regresa a Mugardos y comienza a trabajar en la construcción naval, en Ferrol. El día 20 de julio de 1915, el acorazado España tenía que entrar en dique y había que separar un barco-puerta que dificultaba la maniobra. Los peones bajo la dirección de Casado, tiraban de un grueso cabo, el cual se rompió, alcanzando al veterano contramaestre, a un capataz y a un peón. Casado fe derribado, quedando inconsciente y fue llevado a la enfermería del Astillero. El facultativo observó un cuadro traumático grave con “contusión profunda y conmoción cerebral”, siendo trasladado al Hospital de Caridad de Ferrol, donde falleció en la madrugada del día 21. El parte facultativo expresa: “Fractura de los huesos parietales seguido de abundante hemorragia”. A las 16 horas de ese mismo día, se le practica la autopsia en el cementerio municipal de Ferrol. Después; el sepelio llega al muelle de Curuxeiras, donde el féretro es embarcado en la lancha Pilar, propiedad de la Sociedad Constructora, para ser conducido a su natal Mugardos, donde recibe cristiana sepultura en el cementerio parroquial de San Julián.
En 1921, se colocó en su honor, una placa de mármol de Italia, en el Panteón de Marinos Ilustres, para conmemorar aquella hazaña del lejano Santiago de Cuba, mientras que en su ciudad natal existe una calle dedicada a su memoria. La Armada española ha botado dos buques con su nombre, el último de ellos aún presta servicios.1



Acorazado España. Buque causante indirecto de la muerte de José Casado Ferreiro. Pintura de Bastida.
Roca Núñez et al. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. p 171.


 BIBLIOGRAFÍA.

Blanco Lorenzo, J.L. Leal Rodriguez, J. Historia del Contramaestre Casado. Valor y Abnegación. Visión Libros. Madrid, 2012, books. google.es 1
ROCA NÚÑEZ, J.B. ROCA FERNÁNDEZ, F.J. GARVÍ LÓPEZ, M. ROCA FERNÁNDEZ, J.J. Historia de la Medicina. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. Martínez Encuadernaciones. Puerto Real (Cádiz), 2015.
*). Roca Núñez et al. La Sanidad de la Armada española en la segunda mitad del siglo XIX. pp. 170-171.