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martes, 16 de junio de 2015

Historia de la Medicina



Abscesos del hígado o hepatitis supurativa

El médico alemán Dr. Bilz, a comienzos del siglo XX, escribía: Fuera de los casos debidos a la propagación de focos de pus del estómago, páncreas, bazo o vena porta al hígado, son consecuencia del acumulo de bacterias acarreadas por la sangre desde otras partes del cuerpo, particularmente en la puohemia, después de heridas en la cabeza, de la disentería, de la flebitis, etc. No se sabe a punto fijo porque hay hepatitis, como la de los países cálidos, con tendencia tan marcada a la supuración. Estos abscesos son únicos o múltiples, superficiales o profundos, conteniendo de 50 a 1500 gr de pus, ora blando, ora amarillento, ora rojizo como heces de vino.
Síntomas: Cuando ya se ha formado un absceso en el hígado, decrece la fiebre, disminuye el dolor, pero se notan de vez en cuando, calofríos, exacerbaciones febriles, sudores erráticos y dolor debajo del omóplato derecho. Los síntomas posteriores dependen de que el absceso se abra espontáneamente en las vías biliares, en el estomago, intestino, cavidad torácica, vena cava, lomos, ombligo o ingle. Por lo común el enfermo sucumbe al marasmo.
Tratamiento: Es igual al de la hepatitis. En cuanto se note la fluctuación característica del absceso, es menester que intervenga el operador para dar salida al pus.

Nos llama la atención la gran importancia que tiene la interpretación de los síntomas y signos de la enfermedad, en una época de escasas técnicas diagnosticas. También la mala evolución de estos procesos cuando no existían antibióticos adecuados.

BIBLIOGRAFÍA
BILZ, F.E. Fisiatría o Nuevo Sistema de Curación Natural. Edición del Autor. Leipzig. Alemania. Biblioteca propia.




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