A mis nietas y nieto: Inmaculada, María y Rafael
Prólogo
La playa de Camposoto, una de las pocas playas vírgenes que quedan, en el término municipal de San Fernando, en la provincia de Cádiz; va a extenderse desde la llamada Punta del Boquerón hasta Torregorda, ya perteneciente a Cádiz. Formando parte del Parque Natural de la Bahía gaditana queda a 5 Km del núcleo urbano. Si desde Torregorda caminamos hacia la Punta del Boquerón, a nuestra derecha tenemos el Atlántico y a nuestra izquierda dunas y marismas. Seguimos caminando y nos tropezamos con algunos búnkeres de los años en que en Europa se libraba la segunda Guerra Mundial. Por fin llegamos al Caño de Sancti Petri; entre las dunas se esconden los restos de algunas baterías para la defensa, construidas durante la Guerra de la Independencia, y frente a su desembocadura un castillo. Esta fortificación fue levantada sobre un antiguo templo dedicado al dios Hércules y se conoce como templo de Hércules- Melkar. La torre atalaya es del siglo XVI y sus murallas del siglo XVIII. Rodeándolo, un sistema rocoso que ha sido causa de numerosos naufragios en todas las épocas. Ya los almorávides conocieron esta peligrosa zona, como lo demuestra la cantidad de objetos encontrados de restos de naufragios. Se le conocía como un Mar de vientos adversos. Musa Ibn Suhais nos hace la siguiente descripción de su llegada al antiguo Templo: Nuestro barco se movía, como una mujer que balancea sus caderas al andar, agitada por un movimiento de vaivén, oscilante; y no era para nosotros un compañero agradable. Muchos años más tarde; el navío de línea de la Armada de Suecia Sverige, con 72 cañones, dos puentes y tres palos, botado en 1735 en los astilleros de Örlogsvarvet, en Estocolmo; en el mes de octubre de 1738 navega por aguas del Golfo de Cádiz, cuando es sorprendido por un fuerte temporal y naufraga frente al arrecife del Castillo de Sancti Petri. En el anochecer de aquel fatídico día 21 de octubre de 1805, nuestro Castillo observaba como un navío de línea francés de 74 cañones, luchaba frente a los vientos y mareas para mantenerse a flote, a duras penas. Su nombre era Fougueux y había luchado valerosamente contra la Armada británica. Seguramente, la fortaleza con algún fuego encendido para proporcionar luz, quiso ayudarle aunque no pudo hacerlo porque estaba escrito que el veterano navío, con gran parte de su brava tripulación, pereciera en aquel lugar de la costa gaditana.
Introducción
El día 5 de agosto de 1804, las fragatas españolas Medea, Fama, Mercedes y Clara, procedentes de Lima y Buenos Aires; son interceptadas a la altura del Cabo San Vicente por una flota británica, produciéndose la voladura de la Mercedes. España declara la guerra a Inglaterra el 12 de diciembre de este año. Su aliada es Francia, también enemiga de Gran Bretaña. Napoleón planea invadir Inglaterra y para ello mandaría una escuadra franco- española a las Indias occidentales porque con toda probabilidad Inglaterra desplazaría a aquel lugar el grueso de su potente flota. La flota combinada regresaría de inmediato, antes que los británicos pudieran reaccionar. A continuación se les uniría una segunda flota compuesta por buques procedentes de Ferrol, Rochefort y Brest. Entonces se dirigirían al Canal de la Mancha, acompañados de fuerzas del Ejército, embarcadas en grandes buques de transporte. La flota combinada; la española al mando del Teniente General Federico Carlos Gravina y Nápoli y la francesa al mando del Vicealmirante Pierre Charles Silvestre de Villeneuve, quien ostenta el mando total, parte de Cádiz una noche del día 9 de abril de 1805. Su destino es Martinica, donde llegan el 14 de mayo. Después de algunas acciones navales y habiendo conocimientos de la llegada de la flota británica, se decide el regreso, como estaba planeado, y el día 30 de junio la flota franco-española se encuentra a la altura de las Azores. Son descubiertos por una fragata inglesa que pone en alerta a la flota británica del Vicealmirante Sir Robert Calder. Ambas flotas se encuentran a la altura del Cabo Finisterre el día 22 de julio, en el que se desarrolla un combate muy igualado, quedando apresados los navíos españoles: Firme y San Rafael. A continuación la flota aliada precisa desembarcar enfermos y heridos, así como hacer provisiones de víveres, por lo que se distribuye entre Vigo, Ferrol y La Coruña. Napoleón continuaba con la idea de invasión de Inglaterra y por ello trazó el plan de que la flota combinada se dirigiera a Brest para unirse a otra escuadra fondeada en este puerto francés. La flota combinada se va a concentrar en la ría de Ares. Villeneuve cree, erróneamente, que la flota británica al mando del Vicealmirante Horatio Nelson, después de regresar de Martinica, se le está aproximando. Por este motivo, cambia al segundo plan que es regresar a Cádiz de inmediato. El día 20 de agosto la flota combinada fondea en la Bahía gaditana. Durante su estancia en Cádiz la flota aliada observa los movimientos de la flota británica que se encuentra en Gibraltar. Además es la ocasión para reparar averías en el Arsenal de la Carraca de la Isla de León, así como de aprovisionarse de víveres y municiones. Llega el mes de septiembre y hay que hacer nuevos planes. El comandante general de la flota, Villeneuve, recibe una carta del Ministerio de Marina de Francia, la cual contiene reproches por parte de Napoleón, recriminándole una actitud tímida por no haber podido realizar el plan establecido al comienzo. La nueva orden era aprovisionarse para seis meses y hacerse a la mar para unirse a una flota española de Cartagena, al mando del Teniente General José Justo de Salcedo y Arauco. Se dispondría de este modo del dominio del Estrecho y de las costas de Andalucía. Después, la flota aliada se dirigiría al Mediterráneo para llegar a Nápoles. Pero llegan noticias de que Nelson esta preparando un ataque a la bahía gaditana. El día 1 de octubre se convoca una junta a bordo del buque insignia español Príncipe de Asturias con el fin de estudiar la situación, y ante la incertidumbre se acuerda celebrar un consejo de generales y comandantes más antiguos a bordo del buque insignia francés Bucentaure. Dicho consejo se celebrará el día 8 y en él los jefes españoles mostraron su disconformidad respecto a la salida de la escuadra mientras que por parte de Francia había diversidad de opiniones. El ambiente llegó a ser algo tenso y al final se decidió realizar una votación. Se levantó el acta diciendo que los oficiales de ambas marinas: Han testimoniado el deseo que tendrían siempre de combatir al enemigo cualquiera que fuera su fuerza. De esta forma; después de un intento de salida el día 19, abortado por la falta de viento, se efectúa esta el día 20. El día 21 la flota aliada se encuentra con la flota británica a la altura de Cabo Trafalgar. Se produce un fuerte combate entre ambas escuadras, el cual unido a la acción posterior de los elementos de la naturaleza; decidirán ambos la suerte de muchos de los buques de la flota franco- española, entre ellos el navío Fougueux.
Le
Fougueux. Un navío moderno para su época
El navío francés Fougueux, fogoso, intrépido o caballo blanco, como se le denominaba; fue construido en los astilleros franceses del Arsenal de Lorient, entre los años 1783 y 1785, bajo la dirección del ingeniero Charles-Jean François Segondat y siguiendo el plan de construcción naval de Sané-Borda, aprobado en 1782. La construcción naval francesa del siglo XVIII había considerado la necesidad de que sus buques poseyeran el máximo de condiciones marineras y bélicas. Por este motivo; son más grandes y mejor artillados. Tendrán una mayor consistencia de su armazón al llevar una doble cuaderna y por otra parte el armazón será doble con aumento de grosor en los costados. Se instala un timón de ruedas en sustitución a la barra horizontal, mejorando ostensiblemente el gobierno de la nave. Se incrementan las bombas de achique. De este sistema podemos considerar su artífice a Duhamel du Monceau. De esta forma; el navío es más pesado pues tiene que soportar una artillería poderosa y transportar un número elevado de personal ya que a la dotación habitual se le sumará las fuerzas de infantería destinadas al abordaje y defensa del buque. El navío Fougueux tenía 55,
El Fougueux en el combate naval de Trafalgar
El día 19 de octubre había amanecido claro con un viento flojo del N-E y a las 6 horas el almirante francés Villeneuve, comandante de ambas flotas, iza en su navío insignia Bucentaure, la señal de dar vela. Pero a las 9 y 30, debido a que ha aparecido un viento flojo W.S.W, se ve obligado a mandar fondear, de nuevo. Son las 6 y 30 horas del día 20 y hay un viento S.S.E. y el almirante francés ordena, otra vez, dar vela. Federico Gravina repite la orden, una hora después. Se ven buques enemigos y se toca zafarrancho de combate. Va a aparecer un viento bastante fuerte, S.S.W. el cual provoca una dispersión de los buques. Antonio Alcalá Galiano, hijo del comandante del navío español Bahama: Dionisio Alcalá Galiano, muerto en el combate, nos narra la profunda impresión que le causa el ver desde el altillo de Santa Ana, como la flota combinada navega frente a la costa gaditana de Chiclana de la Frontera:
…vi el espectáculo bello para considerarlo en otras
circunstancias, pero en aquellas dolorosísimo para mí y aún para personas menos
interesadas en la suerte de aquellos marinos; el mar, poblado de numerosos
buques de gran porte, navegando a toda vela, ciñendo el viento, largas las
banderas y en ademán de ir a provocar al enemigo.
Son las 6 y 20
horas del día 21 de octubre. Villeneuve manda formar línea de combate y a las 8
horas manda virar en redondo por lo que la formación queda en orden inverso.
Pero debido a la gran longitud de la línea, a la que se le suma la acción del
viento, el cual sopla más flojo por la parte de la cabeza, siendo más fuerte
sobre la cola; la vanguardia quedará apelotonada. Son las 11 y 45 horas y las
líneas de combate están formadas. Mientras tanto, en la flota británica,
después de que Nelson ordenara tocar zafarrancho de combate, esta presenta dos
columnas: una primera división o de barlovento, encabezada por el Victory,
donde tiene izada su insignia el comandante en jefe de la flota: Vicealmirante
Horacio Nelson, y una segunda división o de sotavento, al mando del vicealmirante
Cuthbert Collingwood, con insignia en el Royal Sovereing. La flota aliada
franco-española había dispuesto colocar sus navíos de la siguiente forma: Una
segunda escuadra o de vanguardia, al mando del teniente general de la Armada
española: Ignacio María de Álava, con insignia en el navío Santa Ana. Una
primera escuadra, o del centro, al mando del vicealmirante francés Pierre Charles
Villeneuve, con insignia en el Bucentaure. Una tercera escuadra o de
retaguardia, al mando del contralmirante francés Pierre-Étienne Dumanoir, con
insignia en el Formidable. Finalmente: una escuadra de observación, con una
primera división, al mando del teniente general de la Armada española: Federico
Gravina, con insignia en el Príncipe de Asturias y una segunda división, al
mando del contralmirante francés Charles René Magon, con insignia en el
Algésiras. Pues bien: el Fougueux formaba parte de la segunda escuadra, junto a
los navíos franceses: Plutón, Indomptable e Intrépide, y los navíos españoles:
Santa Ana, Monarca y San Justo. A ellos, se les unió la fragata francesa Rhin.
Cuando Villeneuve ordenó virar en redondo; la segunda escuadra había quedado de
la siguiente manera: Santa Ana, Fougueux, Monarca y Plutón. Más alejados,
quedaban: San Leandro, que había pertenecido a la primera escuadra, San Justo e
Indomptable. Ambas flotas están preparadas para el combate. En el Bucentaure,
buque insignia, el Águila Imperial fue colocada al pie del palo mayor. En todos
los buques franceses se gritaba: ¡Viva el Emperador! ¡Viva el Almirante Villeneuve!
¡Viva nuestro comandante! En cada barco español; el capellán daba la Absolución
general, siendo colocada la Cruz en un lugar prominente, suspendida de una
botavara. Los pífanos y tambores comenzaron a sonar. Mientras tanto; en la
flota británica ocurría algo parecido. Nelson había mandado su célebre mensaje:
Inglaterra espera que cada hombre cumpla
con su deber. Al
instante comenzaron a entonar canciones patrióticas, como “Rule Britannia”,
“Britons, Strike Home”, “Heart of Oak”, “The Down-fall of Paris”. En nuestro protagonista, el navío Fougueux, su comandante, el
capitán de navío Baudouin; inspecciona todas las baterías y puestos de combate.
Como en el resto de la flota francesa, se grita: ¡Viva nuestro comandante!
Al poco
tiempo: por babor de la línea aliada y desde barlovento se aproxima la segunda
división británica, encabezada por el Royal Sovereing, buque insignia del
almirante Collingwood, al mando del capitán de navío Edward Rotheram. Va
seguido del Belleisle y del Mars. El navío inglés, es de tres puentes, porta
100 cañones, es uno de los buques más grandes de la flota británica pero no es
precisamente el más veloz. Por este motivo y por su poca elegancia marinera se
le conocía como: “el carro del Oeste”. El Fougueux lanza el primer disparo del
combate y sigue disparando. Después de un tiempo; el Royal Sovereing, lanza una
andanada de disparos sobre el costado de babor del buque francés. Como
consecuencia de ello: el Fougueux queda en posición oblicua, inclinado sobre su
costado de estribor. Velas y aparejos han sido destrozados. Gran número de
marineros y soldados de la cubierta superior, han sido, literalmente, barridos.
No obstante; el Fougueux aún puede maniobrar y ahora va a descargar toda su
artillería sobre el navío inglés, el cual sufre serios daños. El Royal
Sovereing busca ahora romper la línea entre el Santa Ana y el Fougueux, que se
encuentra por la popa de este. El Santa Ana aminora la marcha y el Fougueux
trata de alcanzarlo, agregando velas adicionales pero solo su bauprés es capaz
de cubrir la brecha. Collingwood ordena a Rotheram dirigir su navío sobre el Fougueux,
con la intención de abrir una brecha en él. Pero Baudouin aminora la velocidad
y el Royal Sovereing pasa entre los dos buques enemigos, descargando ahora una
andanada sobre la popa del Santa Ana. También disparan sobre el navío
británico, el resto de los buques que se han unido al cuerpo de Álava, o sea:
San Justo, San Leandro, Monarca, Plutón y Algésiras. Pero los artilleros
franceses y españoles disparan demasiado alto. Unos disparos estallan en el
aire mientras que otros pasan por encima del navío británico para caer al mar o
incluso alcanzar al Santa Ana. El Royal Sovereing pone todo el timón a babor y
queda durante algún tiempo abarloado al Santa Ana. A pesar de ello, el navío
inglés ha sufrido mucho daño. Su palo de mesana y su timón caen. También va
perder el palo mayor y trinquete. Queda sin jarcia y sin la verga de velacho
que está atravesada. Sin gobierno, ha tenido la oportunidad, antes de su caída,
de enarbolar las banderas de señales oportunas en el palo de trinquete,
solicitando ayuda, y se acercan de inmediato dos buques ingleses. El Belleisle
había intentado atravesar la línea enemiga por la brecha hecha por el Sovereing,
descargando toda su artillería sobre el Santa Ana y el Fougueux pero al cruzar
la línea queda enlazado con el buque francés y ambos navíos se cañonean desde
cerca. El Fougueux derriba el palo de mesana del Belleisle y cuando ambos
buques se separan descarga su artillería sobre el siguiente buque británico: el
Mars, muriendo el comandante de este, capitán de navío George Duff. El
almirante Cuthbert Collingwood ha tenido que abandonar su buque insignia para
trasbordar a la fragata Euryalus, pero el Fougueux después de recibir disparos
del Royal Sovereing, Belleisle y Mars, sufrió una enorme andanada del Téméraire
que se había desplazado desde la primera columna y acudía para prestar ayuda a
los anteriores navíos británicos. Como consecuencia de ello; el Fougueux queda
muy averiado pues había sufrido un duro ataque durante algo más de una hora. Su
palo de mesana cae por la borda al tiempo que se inicia un incendio en el
pasillo de popa y en toldilla. Después cae el palo mayor. No obstante, continúa
disparando hasta que la mayoría de los cañones quedan inutilizados. Al poco
tiempo cae el último mástil. Las vergas de gavias y las inferiores están
cortadas y no hay brisa suficiente para intentar virar. La nave está totalmente
incapacitada. Finalmente: el Téméraire, de tres puentes, se acerca y aborda al
Fougueux. Se disponen a penetrar en el buque francés, un número de 200 a 300 hombres, la
mayoría; soldados de infantería de marina. El comandante Baudouin cae fulminado
por una bala de mosquete y el segundo comandante: Capitán de Fragata François
Marie Bazin, toma el mando del navío, desplegando efectivos por todos los
lugares, pero el enemigo dominaba en altura y el fuego era intenso, empleando
sus carronadas y mosquetes. A las 13 y 55 horas; el Fougueux arria la bandera, pero antes el capitán de fragata Bazin ha destruido toda la documentación
secreta para que esta no pueda caer en manos del enemigo. Después del
Redoutable, el Fougueux fue el navío de la flota francesa que sufrió las peores
bajas.
El Royal Sovereing atravesando la linea de la flota combinada entre el Fougueux y el Santa Ana. Pintura de Richard Grenville, www.todoababor.es
Naufragio y pedida del Fougueux
El combate había finalizado y se había hecho cargo del navío francés, después de su rendición, una dotación británica de presa, con el objeto de conducirlo probablemente a Gibraltar. Estaba siendo remolcado por la fragata inglesa Phoebe. Esa misma tarde y noche del 21, comienza a desatarse un fuerte temporal. Antonio Alcalá Galiano continua con sus relatos: Amaneció el día 22 con horroroso aspecto, cubierto el cielo de nubes negras y apiñadas, en cuanto permitía ver lo cerrado del horizonte, cayendo con violencia copiosa lluvia, bramando desatado el viento del SO., allí denominado vendaval; levantándose olas como montes que, según suele suceder en Cádiz en las grandes borrascas, rompían en la muralla con espantoso ruido, rociaban con su espuma los lugares vecinos, y hasta amenazaban con no leve peligro a la tierra y edificios contiguos a la orilla. Según algunos relatos de testigos presenciales; dicen que los barcos navegaban de un lugar a otro, procurando siempre mantenerse lejos de los “bajíos”, al mismo tiempo que intentaban reparar los daños sufridos. Han pasado unas dos horas desde su rendición y cuando el viento comienza a soplar con toda fuerza; el Fougueux se suelta de la fragata británica, al romperse el cable de remolque, y queda sin rumbo. Más tarde; es lanzado, con violencia contra la costa y al chocar con numerosas rocas termina hecho, literalmente, añicos. Según relato del capitán de maestranza Pierre Servaux, recogido por Roy Adkins, podemos comprobar las circunstancias de esta enorme tragedia. Nos cuenta Servaux que el barco estaba en un lamentable estado. Se había quedado sin mástiles, velas y aparejos. No había botes para intentar un abandono. El casco tenía agujeros enormes, habiendo brechas en la línea de flotación. Todo ello había permitido que el agua subiera hasta la cubierta del sollado. En estas circunstancias se escuchaba los alaridos que lanzaban los heridos y moribundos, al mismo tiempo que también llegaba a los oídos el alboroto producido por la insubordinación de gran parte de la dotación, de seguir operando con las bombas de achique. Según algunas fuentes se perdieron unos 546 hombres, de una dotación de 680, y con ellos perecieron uno 30 hombres, entre oficiales y marineros británicos de la dotación de presa del Téméraire, aunque otras calculan la pérdida total en 600 hombres. Como es natural, al comienzo hubo una gran incertidumbre alrededor de los buques naufragados, tanto españoles como franceses. El Fougueux no fue una excepción. En los partes dados por el vigía de Cádiz, del 21 al 26 de octubre, podemos deducir: Día 24 de octubre a las 6 y 30 horas. Se pasó un parte que decía que el navío francés Algésiras disparaba cañonazos mientras que estaban varados en la costa del Puerto de Santa María los navíos españoles San Francisco de Asís y Neptuno, y el navío francés Fougueux permanecía fondeado. En los partes de la Torre de Tavira de Cádiz, del 1 de octubre al 20 de noviembre, podemos conocer: El día 23; dice el parte que próximo a Torregorda se encontraba el Fougueux francés, desarbolado como todos. Solo el Neptuno español mantenía el trinquete. No obstante, un parte del día siguiente, día 24, afirmará que el navío fondeado sobre Torregorda resultó ser el Aigle francés y no el Fougueux que también está varado entre Conil y Sancti Petri. El día 1 de noviembre hay un parte sobre los buques franceses, en el que se dice claramente que el Fougueux se fue a pique sobre Sancti Petri. El día 4 de noviembre hay un parte del comandante de la flota británica tras la muerte de Nelson, Cuthbert Collingwood, a William Marsdem. En él relata las actividades de la flota británica situada en las proximidades de Cádiz, desde el 28 de octubre hasta ese día 4 de noviembre. Habla, entre otros asuntos, del navío francés Fougueux de 74 cañones que había estado al mando del capitán de navío Baudouin, naufragó después de Trafalgar y perecieron todos, así como los hombres de la dotación de presa del Téméraire. El día 5 de noviembre, el mayor general de la Escuadra española Antonio Escaño, envía al Príncipe de la Paz una relación de la situación en que quedaron los buques españoles y franceses tras el combate. En él hace referencia al Fougueux, manifestando que combatió gallardamente y se perdió en la costa.
En esa misma tarde del día 21 de octubre, el capitán general del Departamento Marítimo de Cádiz: Juan Joaquín Moreno, después de haber recibido diversos infórmenes procedentes del vigía de Torre Alta, en la Isla de León -hoy San Fernando- de que habían sido avistados diversos navíos desarbolados; ordena al capitán del Puerto de Cádiz: Joaquín Hidalgo, que habilitara lanchas, botes, y personal a sus órdenes, con la finalidad de atender a aquellos náufragos que alcanzaran la costa por diversos puntos. Así mismo, dispone que el Arsenal de la Carraca proporcione lanchones, cables, calabrotes y anclas. Por otra parte; ordena al director del Colegio de Cirugía de la Armada y Hospital Real que prepare un equipo de médicos-cirujanos con instrumental adecuado, incluyendo la maquina fumigatoria para tratamiento de ahogados. El comandante del Apostadero de Sancti-Petri: Fermín Argumosa, da parte al capitán general de que las fuerzas sutiles de dicho apostadero, junto a una división de Algeciras, la cual se encontraba fondeada en él, no habían podido efectuar la salida debido al fuerte viento reinante. No obstante, envió a la playa del Sur personal de la goleta Ligera, al mando del teniente de navío Antonio Ulloa, con el objeto de prestar auxilio a los posibles náufragos que llegaran a la costa, salvando a 17 franceses que llegaron en dos especies de balsas. Refiere este último oficial que el personal a su mando se introdujo en el agua, agarrados unos a otros, logrando el atraque en la costa y sacando a todos, excepto a dos que no atendiendo a las voces indicadoras, se arrojaron al mar, intentando ganar tierra, y perecieron ahogados.
Volviendo a
nuestro navío Fougueux, según algunas fuentes; señalan que a eso de las diez de
la noche del día 21, había lanzado las primeras llamadas de socorro. Acude una
embarcación del navío ingles Orion, la cual consigue rescatar unos 120
náufragos, en la mañana del día 22, según algunas fuentes. Ya entrada la
madrugada del día 22; se encuentra rondando la playa una patrulla del
Regimiento de Caballería Farnesio. Dicho regimiento, creado en Flandes, había
sido trasladado a España en 1710, quedando acuartelado en Barcelona. Después de
pasar por distintos lugares de la geografía española; en 1803 está de guarnición
en Utrera, y en el verano de 1805 se traslada, como 6º Regimiento de Caballería
de Línea, al Puerto de Santa María. Pues bien: Una parte de esta patulla está
al mando del alférez Antonio María Manso, con los cabos Antonio Salamanca,
Florentino Aguirre, Miguel Ponce, y los soldados: Manuel Kimones, Gabriel Martínez,
Manuel Cárdenas y Rafael Moras. Logran avistar a unos 18 náufragos del Fougueux
que en una improvisada jangada, intentan alcanzar la orilla a duras penas.
Entrando con los caballos en el agua logran alcanzarlos y conducirlos a tierra
firme. Otra parte de la patrulla al mando del alférez José Fernández de Castro,
logran socorrer a otros tres hombres, en otro punto de la playa. Antonio María
Manso conduce a los náufragos rescatados a una venta, donde le consigue pan,
vino y queso. El coronel del Regimiento, José Manso, se encuentra en la playa,
dando las instrucciones oportunas para el salvamento de los náufragos, así como
la custodia de efectos diversos arrojados por el mar a la costa, así como recogida de numerosos cadáveres.
No podemos
olvidar una nota destacada: En el Hospital de San José de la Isla de León, y en
la sala de este mismo nombre; ingresó un inglés que llegó a Sancti-Petri. El
libro de registro de enfermos dice textualmente: Escapó a nado. Continúa el libro de este centro, diciendo que
procede del navío francés llamado “Caballo Blanco”, apresado por los ingleses
en el combate naval y que se fue a pique. Entró
insultado y sin habla y se ignora el nombre del padre y patria. Está
fechado en 23 de octubre de 1805. El náufrago falleció días después. El hecho
de haber llegado a nado, hablar de Sancti-Petri, y la fecha del 23, nos
llevaría a la conclusión que no pertenece a los náufragos recogidos por el
Regimiento Farnesio. Posiblemente fuera socorrido por pescadores locales.
En todos estos
hechos, nos quedan algunas dudas: Los náufragos rescataos
por el teniente de navío Antonio Ulloa; guardan por el número y zona del
naufragio cierta similitud con los rescatados por el Regimiento Farnesio. No
obstante, pensar en una colaboración conjunta es improbable porque este hecho
constaría en los partes dados. El navío francés Achille fue incendiado durante
el combate, a pesar de ello, parte de su dotación pudo ponerse a salvo y algunos
de ellos pudieron ser rescatados por los hombres de Ulloa.
En cuanto a la
venta en la que Antonio María Manso socorrió a los náufragos del Fougueux,
proporcionándoles alimentos a su costa, pudo tratarse del actual “Ventorrillo
del Chato”. Construido en 1780 como “Casa de postas”, se dice que fue construido,
con la autorización del Conde O´Reilly, por Sebastián García, apodado “Chano el
chato”, de aquí su nombre. El día 23 de octubre, el director del Colegio de
Cirugía Carlos Francisco Ameller, envía al ventorrillo de Torregorda, un
médico-cirujano de la Armada, con su instrumental, para auxilio de náufragos.
Probablemente se trataba de esta venta.
El día 19 de
noviembre, el coronel del Regimiento de Caballería Farnesio José Manso: dirige
escrito a Diego de Godoy, sobre los meritos contraídos por su regimiento en el
auxilio de los náufragos de la Escuadra y recogida de pertrechos de los buques.
Habla en él de las operaciones efectuadas en la playa de Levante, que media
desde el Castillo de Sancti Petri hasta pasada Torregorda, con dirección a
Cádiz. En él cita al navío francés Fougueux o Caballo Blanco y relata la
extraordinaria acción de salvamento llevada a cabo por las patrullas de su
regimiento. Alaba las acciones de los alféreces Manso y Fernández de Castro,
este último sin estar destinado en aquel servicio, se presentó voluntario para
ayudar a las faenas de salvamento y conducir a los náufragos al cuartel de la
compañía, poniéndolos en caballos, carros y calesas. El día 22 de noviembre, el
capitán general del Departamento Juan Joaquín Moreno, dirige escrito al
Príncipe de la Paz en el que se refiere al auxilio prestado por la Armada y el
Ejército a los navíos naufragados en las costas gaditanas. Hace referencia al
Regimiento de Caballería Farnesio en el auxilio de los náufragos del Fougueux.
Sistema rocoso que rodea al Castillo. Beatriz
Búsqueda de los restos del Fougueux
Aunque la historia de los buques naufragados tras el combate de Trafalgar, en las costas gaditanas, es conocida desde hace mucho tiempo, es en fechas relativamente recientes cuando se ha profundizado en el estudio de la búsqueda de sus restos. Referente al Fougueux, estudios geomorfológicos determinaron que se encontraría en el lugar de encallamiento, a unos 1000 m. de la costa y a una profundidad inferior a 8 m., aunque habría fragmentos cerca de la orilla. National Geographic nos cuenta como en los años 90, el instructor de buceo Juan Domingo Mayo hizo una inmersión en la zona, encontrando un túmulo enorme en forma de huso, pensando que podría guardar en su interior los restos de un navío hundido. Una vez dado el parte oficial del hallazgo, se decide investigar el pecio, al que se le va a dar el nombre de Las Morenas. Se va a hacer cargo del estudio el Centro de Arqueología Subacuática (C.A.S.), dependiente del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, el cual tiene su sede en Cádiz. Se determina que se ha encontrado un bloque en forma de túmulo fusiforme, el cual mide 22 m de largo por 8 de ancho. Nuria Rodríguez Mariscal, arqueóloga submarina del C.A.S., determinará que se han encontrado cañones de hierro de gran tamaño, anclas de grandes dimensiones y elementos de la época. Conocidos estos hallazgos, se comprueba la documentación histórica contenida en los archivos españoles, franceses y británicos. Se repasa los informes militares, los cuadernos de bitácora pertenecientes a algunos de los navíos que participaron en la contienda, así como la prensa del momento. El C.A.S. va a seguir en todo momento las recomendaciones de la UNESCO. Son llamados dos expertos en arquitectura naval: Eric Reith perteneciente al Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y al Museo Nacional de la Marina, en Paris. Acudirá Manuel Izaguirre, del Servicio del Patrimonio Histórico Artístico y de la Diputación Floral de Guipúzcoa. Ambos se desplazarán a Cádiz en momentos distintos. Se va a observar el casco y se va a efectuar un estudio de las características arquitectónicas y de los materiales del pecio. Hay que determinar la cronología y la nacionalidad de los elementos de dicho pecio. Es muy importante el realizar un estudio comparativo de las piezas de artillería con los reglamentos y ordenanzas de la época en la Marina francesa, sobre todo a lo concerniente a fundición de cañones. Fueron encontrados cañones y distintas piezas correspondientes a armas de fuego y armas blancas, así como diversos materiales relacionados con la vida a bordo, sobre todo piezas de cocina. Aunque la mayoría de ellos eran de procedencia francesa, también los había de procedencia española, italiana y china. Con motivo del bicentenario del combate de Trafalgar, el C.A.S. mantuvo en el balneario de “La Caleta”, en Cádiz, una exposición de objetos encontrados, pudiendo citarse gran número de ellos:
Fragmento de
bacil u orinal, probablemente de la cámara del comandante.
Regla para
medir distancia en cartas náuticas.
Reloj de arena
para calcular la velocidad en nudos.
Recipientes de cerámica.
Tapadera de
una olla de cocina.
Gollete de
botella de vidrio con tapón de corcho.
Fragmentos de
vajilla.
Base de
botella de vidrio.
Tonel de agua
o de vino.
Tapadera de
una olla de cocina.
Parte de una
cuchara de madera.
Pesas con
marca de flor de lis
Llave de
mobiliario.
Pieza de
dominó fabricada con hueso. Se calcula que corresponde a finales del siglo
XVIII y principios del XIX.
Hebilla y
fragmentos de cinturón.
Hebilla de
calzado.
Un calzado en
forma de zapatilla.
Una lente de
gafas, incrustada en un magma.
Hueso de vaca,
probablemente correspondiente a la carnicería.
Huesos de
rata, probablemente correspondiente al pañol de víveres.
Instrumental
médico, probablemente correspondiente a la enfermería: enema de limpieza y
parte de un torniquete.
Lastre móvil,
llamado salmonete o lingote de hierro.
Ancla de
reserva o de la misericordia.
Fragmentos de
cabo.
Empuñadura de
sable.
Guardamonte
correspondiente a un arma de fuego.
Balas de
hierro dispersas.
Conjunto de
balines.
Piedra de
chispa o pedernal.
A ello, se le
va a unir una serie de hallazgos del máximo interés:
Un conjunto de
6 monedas: 5 de origen francés y 1 sin identificar. Algunas monedas francesas
están acuñadas en el antiguo Régimen de Luis XVI y otras pertenecen a la época
de la República. Este hecho no tiene la menor importancia ya que sabemos que
ambas fueron de curso legal en aquella época. Se da la curiosa circunstancia de
que una de las monedas de Luis XVI presenta la cara tachada. No obstante, el
hallazgo de mayor trascendencia lo constituye unos botones, y sobre todo uno de
ellos con el número 79. Dado que este número corresponde a un regimiento
embarcado nos va a llevar al estudio de dichos regimientos. En los buques de la
Armada francesa hubo un importante número de personal del Ejército embarcado.
En algunos buques la proporción llegó a ser del 48% de su dotación mientras que
en otros fue de un 31%, hasta que llegó la norma de que solo fuera de un 15%.
Este personal realizaba funciones diversas, desde ser guardianes de los
calabozos, mantener el orden o simplemente constituir tropas de transporte para
luego operar en tierra. Además; este personal del Ejército de Tierra ofrecía una
serie de ventajas, como ayudar en determinados trabajos marineros que no fueran
muy específicos. Así, podían actuar de bomberos o participar en determinadas
faenas, como refuerzo de la marinería. No obstante, su principal participación
sería en artillería, fusilería y abordajes. Pero este personal presentaba
algunos inconvenientes; eran extraños a la marina y ello era motivo de que se
agravara las ya malas condiciones higiénicas de los navíos, siendo causa de
hospitalizaciones y fallecimientos. Gran parte de ellos no se acostumbraban a
la vida de a bordo. Por otra parte, quedaban disminuidas las raciones de
víveres de la flota. Según fuentes documentales; en la flota francesa iban
embarcados, además de los 2º y 4º regimientos de artillería de Marina, los
regimientos del Ejército: 2º, 70º, 93º de línea y la reserva colonial de
Marsella. Las tropas del cuerpo expedicionario correspondían a los regimientos
de línea 16º, 26º y 67º, 1º media brigada suiza, 3º batallón colonial, y la
reserva de la legión de Midi. Finalmente: las tropas de transporte se completaron con contingentes de los regimientos de línea 2º y 79º, así como la 6ª reserva colonial y el batallón de
cazadores de Oriente. Un total de 3.332 hombres embarcaron en Toulon y 861
embarcaron en Rochefort. El contingente más numeroso estaba formado por los regimientos
de líneas 16 y 67. Pero 367 hombres procedentes de este último puerto
desembarcaron en Guadalupe a instancia de su Gobernador, con la finalidad de
aumentar la guarnición del archipiélago. El mando de las tropas expedicionarias
le fue encomendado al General Jacques Alexander Lauristón, quien después de la
expedición a Martinica y combate del Cabo Finisterre, desembarcó al llegar a
Cádiz para regresar a Paris. Fuentes documentales señalan que fueron
encontrados botones con los números: 1, 5. 77 y 79. Con respecto al número 1 podría
corresponder a la 1ª media brigada suiza de la legión extranjera aunque podría
tener otro origen. La legión de Midi fue una legión franco-italiana descendiente
de la legión piamontesa creada en 1803 en los departamentos franceses de
Italia. Se compuso de tres batallones. El 1º y 2º, en 1805 fueron incorporados
a un regimiento de infantería de línea en el Caribe, mientras que el 3º
batallón se quedó en Francia como 1º batallón. Por lo tanto; no podemos descartar
esta procedencia del botón 1, aunque parece más factible que perteneciera a la
media brigada suiza, dado la reciente creación del 1º batallón Midi. Respecto a
los números 5 y 77, por el momento no tenemos información. Sin embargo, el
botón con el número 79 va constituir la pieza fundamental de esta
investigación. El regimiento 79 de línea embarcó al final, distribuyéndose por
los navíos Argonaute, Redoutable y Fougueux. No obstante, en las
hospitalizaciones que hubo en Cádiz se ha encontrado un soldado del Regimiento
de Infantería de Línea 79 perteneciente al navío Duguay-Trouin. Este regimiento
estaba compuesto por 5 compañías. La 1ª y la 3ª embarcaron en el Redoutable
mientras que las demás se distribuyeron entre los otros navíos.
Epílogo
En el combate naval de Trafalgar, Francia sufrió una gran perdida humana. Según fuentes francesas, de unos 15.000 hombres que participaron en el combate; 3.500 murieron o se ahogaron, 5.000 fueron hechos prisioneros por los ingleses, de los que unos 3.000 regresaron a Francia, aunque con la salud bastante deteriorada. 2.500 hombres que se hallaban en los navíos apresados o naufragados llegaron a Cádiz, aunque muchos de ellos estaban heridos de consideración o mutilados. Se calcula el número de supervivientes sobre 4.000 hombres. En su mayoría fueron hechos prisioneros por España en 1808, después de la rendición de la escuadra de Rosilly, en la bahía gaditana. Fueron confinados en pontones en Cádiz y posteriormente encarcelados en la Isla de Cabrera, donde un gran número de ellos murieron. Al final; solo un tercio de los combatientes de Trafalgar regresaron a Francia. En cuanto al Fougueux: diremos que las bajas fueron de 546 a 600 hombres, según distintas fuentes, siempre incluidos los 30 hombres británicos de la dotación de presa. La dotación del navío, como en el resto de la Armada francesa, era muy variada. Al comandante, segundo comandante, oficiales, y contramaestres, se les unía los supernumerarios; constituido por un personal de gran variedad en su formación y funciones. Entre ellos; armeros para la reparación de armas de fuego, herreros, calderistas, hojalateros, vidrieros y, encargados de víveres. Por otra parte; había: cocineros, carniceros, ganaderos y toneleros. Había criados para el servicio de los oficiales. La Sanidad estaba formada por oficiales médicos distribuidos según el porte del navío. En el caso del Fougueux, de 74 cañones, correspondía: Un oficial de Sanidad en jefe y cuatro cirujanos. Estos eran ayudados por marineros, llamados matelots fraters. A estos pertenecían los barberos y enfermeros e iban por lo general un número de seis en cada buque. A diferencia de las armadas española y británica, la Francia de la Revolución no contemplaba la presencia de capellanes en su flota. Entre la marinería había grumetes de una edad comprendida entre 9 y 15 años, junto a marineros veteranos quienes podían tener 50 años. Algunos novatos, aprendices, o reclutas podían pasar de 30 años. Se realizaba levas en puertos comerciales y pesqueros. También; la Marina francesa contaba con algunas mujeres embarcadas, las casadas mediante el consentimiento de su esposo. En algunos casos podía embarcar la pareja. Fue estremecedor el salvamento de una mujer llamada Jeannette, embarcada en el Achille. Después de ver morir a su esposo, tras el incendio del navío se arrojó al mar, siendo salvada por una embarcación del navío ingles Revenge. Debido a la precariedad de la Marina fue necesario mantener en servicio a marineros de cierta edad. También se enrolaron genoveses y hubo que echar mano de prisioneros y deportados. El personal de artillería de marina y las tropas de los ejércitos de guarnición y expedicionario completaban el resto de la tripulación.
En cuanto a la
tragedia de nuestro protagonista Fougueux podemos hacer una breve y minuciosa
reflexión. Para ello podemos analizar tres elementos: el navío, su dotación y,
el naufragio.
El Fougueux,
Impetuoso o Fogoso, llamado de este modo quizás por su rapidez y potencia, y
Caballo Blanco quizás por sus condiciones marineras, balanceándose sobre las
olas con su velamen desplegado; enarboló el pabellón de la Monarquía francesa y
al poco tiempo el de la República. Sufrió diversas reparaciones a lo largo de su
vida, conociendo astilleros franceses y españoles. Participó en acciones
navales, tanto en el continente americano como en el europeo. Pese a todo,
cuando llega la hora de formarse la flota aliada, el Fougueux no está en la
convocatoria. Quizás por estar reciente su última reparación no es considerado útil.
Sabe que el resto de los barcos han partido para Martinica y después tampoco va
a participar en el combate de Cabo Finisterre. Pero cuando se forma la nueva
flota si es llamado y queda fondeado en
la ría de Ares junto al resto. A sus 20 años de edad es un navío veterano
dispuesto a dar lo mejor de si mismo. Navega hacía Cádiz en la formación que le
corresponde y cuando fondea en la bahía gaditana, enarbolando la bandera
tricolor: azul, blanca y roja, junto al resto de los buques de su nación y de
los navíos españoles con la bandera rojo y gualda; impresionará a Antonio
Alcalá Galiano. Llega la hora de la salida de aquel día 20 de octubre de 1805 y
a su paso por el Castillo de Sancti Petri está muy lejos de pensar que cerca de
allí estará el lugar de su sepultura. Es posible que alguna persona de su
dotación conociera la triste historia del navío sueco, de características muy
similares, naufragado en aquel lugar, también un mes de octubre de 1738.
También; alguien pudo haber leído la narración del escritor árabe advirtiendo de
la conflictividad de la zona: Mar de
vientos adversos. Llega el momento del combate y es el buque que rompe el
fuego, lo hace nada más ni menos que sobre el Royal Sovereing. Quizás por este
motivo sufre más tarde un severo castigo por parte de los buques británicos.
Finalmente: maltrecho, es apresado. Parece ser que su destino será Inglaterra, pero
el Impetuoso Caballo Blanco no va a servir a otra bandera porque se romperá su
remolque e irá a estrellarse en el arrecife rocoso del Castillo de Sancti
Petri. No me cabe la menor duda de que Dios dispuso que nuestro amigo Fougueux
descansara en aguas de San Fernando.
La dotación,
como hemos visto con anterioridad, era muy heterogénea pues así ocurría en la
Armada francesa. Al mando de un comandante experimentado, el navío se ha unido
a la flota aliada y llega a Cádiz. La antigua ciudad es cosmopolita y ofrece un
gran número de distracciones. Hay muchas bajas hospitalarias y los franceses al
principio son ingresados en el Hospital de San Juan de Dios pero surgen
problemas con la hospitalización de los vecinos de Cádiz y son dirigidos al
Hospital de la Segunda Aguada, recién abierto. En la documentación encontrada
figuran: tripulantes de todos los navíos. La mayoría son soldados de los
regimientos del Ejército. Les siguen marineros, artilleros de marina, grumetes,
algún contramaestre, cocineros, carniceros y panaderos Se van a producir
fallecimientos, tanto por problemas médicos como quirúrgicos. Llega el momento
del combate y ya conocemos la suerte que corrió el navío. Siendo conducidos por
el enemigo, en calidad de prisioneros y con un futuro incierto, se presenta el
terrible temporal. Ahora no hay vencedores ni vencidos porque el enemigo es el viento
junto a las olas. Todos juntos han de luchar por la supervivencia. La
tripulación está exhausta y ve como todo el esfuerzo ha sido en vano. Ahora hay
que pensar en abandonar las ruinas de aquel buque de guerra y salvar la vida.
Nos vamos hacer una pregunta: ¿Qué ocurrirá con los heridos que no pueden
valerse por si mismo? Seguramente, lo mismo que ocurrió con nuestro Santísima
Trinidad, perecieron de forma horrible, con el navío. No nos olvidemos tampoco
de los familiares de las victimas, de aquellos padres, hermanos, mujeres,
hijos, novias. Muchos fueron a despedirlos cuando partieron de Francia y jamás
supieron de ellos.
Los ingleses
del navío Orion han mandado una embarcación para salvar tantos náufragos como
sea posible. Lo mismo da que sean británicos como franceses. Hay que luchar con
las malísimas condiciones climatológicas y el número de supervivientes va a ser
muy reducido. Los militares del Regimiento de Caballería Farnesio, 6ª de línea;
están patrullando la playa en todo su recorrido
y han llegado hasta el caño de Sancti Petri; cuando observan gritos de
socorro desde el agitado mar y sin pensarlo exponen sus vidas, introduciéndose con sus caballos algo más
allá de la orilla y sin importarles la fuerza del oleaje, para poder tirar de
la balsa en la que a duras penas flotaban aquellos pobres náufragos. El célebre
y veterano regimiento, ahora no estaba realizando una de sus históricas cargas
pues su misión era muy distinta, era puramente humanitaria; la de salvar la
vida de aquella pobre gente. La actuación del Ejército en este y otros
naufragios fue tal que en el parte dado por la Armada sobre estos, figura: Por último todas las tropas del Ejército se
emplearon en los socorros de los náufragos en estas costas; han desempeñado a
porfía sus deberes con la mayor actividad, constancia, patriotismo y humanidad.
Por último: los supervivientes que no requieren hospitalización llegarán a los
cuarteles, en donde se les darán alojamiento. No importa que fueran aliados o
enemigos. Collingwood que está al mando
de la flota británica después de la muerte de Nelson, escribiría al
Almirantazgo: Nuestros oficiales y
marineros que han naufragado con las presas, han sido tratados con la mayor
bondad: la población entera acudía para socorrerlos; los sacerdotes y las
mujeres les daban vino, pan y cuanta frutas había; los soldados dejaban sus
camas para dárselas a nuestra gente…
El Castillo de
Sancti Petri, las dunas, el ventorrillo del Chato, los restos del camino Real;
todos ellos son hoy día: testigos mudos de aquella tragedia, y han venido
guardando el secreto a través del tiempo. Yo prometo que si en un cálido día de
verano tengo la oportunidad de caminar por la playa de Camposoto y llegar a la Punta del Boquerón: Detenerme en este
lugar y recitar una oración por aquellos valerosos marinos que de una manera u
otra, aquella trágica madrugada del 22 de octubre de 1805, entregaron sus vidas
en el cumplimiento del Deber.
Que
Dios tenga a todos en su Gloria.
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BIBLIOTECA NAVAL DE SAN FERNANDO. Corpus Documental
MUSEO MUNICIPAL DE SAN FERNANDO. Restos de naufragios
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