EL PROTAGONISMO DE LOS PASTORES
El Belén llegó a España en el siglo XV, gracias a San Francisco de Asis. Los personajes más populares de este Belén son: María, José y el Niño Jesús. Sin embargo, hay otras muchas más figuras como son el Ángel, quien anuncia a los pastores cercanos el nacimiento del Mesías y él es quien guia a estos pastores hasta el pesebre.
El Ángel dice a los pastores: No temáis porque he aquí os doy buenas nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que hoy en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Aconteció que cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: Pasemos ahora mismo hasta Belén y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha dado a conocer. Fueron de prisa y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les había sido dicho acerca de este niño.
Vamos a centrarnos este año en el protagonismo que van a adquirir estos pastores. El Padre José Luis Martín Descalzo señala que pregunta nos haríamos sobre la identidad de estas personas y los primero que nos plantearíamos es si San Lucas, que es el evangelista que narra este episodio, hace historia o solo teología, aprovechando el mundo pastoral que rodeaba a la gruta, e historiadores se han inclinado por esta posibilidad, y más teniendo en cuenta las ideas teológicas que en muchas narraciones aporta el evangelista.
Sin embargo, en algunos párrafos de la narración parece que no hay duda alguna sobre la identidad de los pastores. Sobre todo, cuando escribe: Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso y de noche y se turnaban velando sobre su rebaño.
La duda debe surgir más bien sobre el porqué Dios elige a estos hombres. Belén era una región de pastores y estos en tiempos de Cristo no gozaban de buena reputación. Vivían en un mundo de suciedad, sin agua. llevando una vida solitaria y errante. Un adagio de la época decía: No dejes que tu hijo sea apacentador de asnos, ni conductor de camellos. ni buhonero, ni pastor, que son oficios de ladrones.
Los fariseos aconsejaban que no se comprase leche ni lana a los pastores, porque existía gran probabilidad de que fuese robada. Los tribunales no aceptaban a un pastor como testigo válido en un juicio.
La gran sorpresa es que Dios elige estos hombres como testigos de su nacimiento. Continúa el ilustre teólogo, Padre Martín Descalzo, señalando como el Ángel no gasta palabras en presentarse ni en explicar que viene de parte de Dios, comenzando a dar "una buena noticia" con un lenguaje que supone que los pastores son expertos en lo anunciado por los profetas. Ellos entendieron y se pusieron en camino.
Nuestro teólogo hace hincapié en "los hombres de buena voluntad", y en el himno que cantan los ángeles presentes en la escena del portal de Belén, según relato del evangelista. La liturgia antigua hace la traducción por "paz a los hombres de buena voluntad" y la liturgia más actual lo presenta como "los hombres que ama el Señor". Una traducción literaria diría: "paz a los hombres de la buena voluntad o del beneplácito". Pero, nos preguntariamos: ¿de quien es la buena voluntad?. ¿La de Dios o la de los hombres?
El sentido común nos aclararía las anteriores preguntas; ¿En el momento del nacimiento del Hijo de Dios los ángeles vienen a anunciar paz solo a los buenos? ¿No venía a curar a enfermos y a pecadores?. No parece el momento ideal para discriminaciones. Y, es que los ángeles están anunciando una gran noticia y que los buenos tendrán paz no parece un anuncio excepcional.
Sin embargo, lo excepcional es que Dios ama a todos los hombres, buenos y malos. No cabe la menor duda de que el nacimiento de su Hijo es la demostración de la grandeza de ese amor. Si Dios solo trajera paz a los buenos, nos preguntaríamos: ¿dónde nos metemos los malos, los mediocres y los cobardes? Los mismos pastores en su sencillez podrían haber pensado que el anuncio angélico era más adaptado para otros que para ellos.
Los pastores cuando salieron corriendo se sabían amados e iban a buscar ese amor. Si preguntaron a alguien del pueblo obtendrían estas respuestas: ¿Qué Mesías?. ¿Qué ángeles?. Pues, nadie había visto ni escuchado nada. Quizás, el posadero recordando a la mujer embarazada, fue quien les encaminó hacia el establo. Al llegar, se acercarían tímidamente, con ese temor que congela los pasos del pobre cuando se acerca a la casa de un rico.
Seguro que aquellos pastores llevaban un regalo, porque en Palestina no era posible acercarse a la casa de una persona importante siendo pobre y sin llevar regalo alguno. Según sus posibilidades sería leche, lana, o lo más un cordero.
Cuando María aparta los pañales, aparece la "carita rosada" de aquel Niño y, aunque el evangelista no cuenta que se arrodillaron, seguro que quedaron profundamente entregados a aquel Dios. No había nacido en el Palacio de Herodes, aunque sería lo más lógico, pero hubiera sido decepcionante, pues era un Dios que nacía como ellos, en lugares como el que ellos habitaban, y ello, no cabe la menor duda, les llenaría de orgullo. Ellos sabían que aquel Niño tierno, iba a sufrir si se atrevía a ser como ellos. Pero, este Dios valiente les impresionaba.
Enseguida, se dieron perfecta cuenta que aquella alegría había que compartirla con todo el pueblo y en la vida no habían tenido ocasión de contar cosa tan maravillosa.
REFERENCIAS
ECCLESIA. Redacción Religión. 20 de diciembre de 2021
MARTÍN DESCALZO, J.L. Vida y misterio de Jesús de Nazaret. Ediciones Sígueme. Salamanca, 1998
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